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Carta 172

Teresa de Ávila

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    teresiano
2 enero 1577 (Toledo)
A don Lorenzo de Cepeda

Carta escrita en clima navideño: cruce de villancicos y regalos. Lorenzo ha sometido a la Santa problemas de vida espiritual. Ella misma le ha confiado alguna de sus gracias místicas, la famosa consigna «búscate en mí», que ha provocado el debate del «Vejamen»: ya han llegado a la Santa las primeras «respuestas». (Véase el tema en la carta n. 182).

1. Jesús sea con vuestra merced. Da tan poco lugar Serna, que no querría alargarme y no sé acabar cuando comienzo a escribir a vuestra merced, y como nunca viene Serna, es menester tiempo1.
2. Cuando yo escribiere a Francisco2nunca se la lea vuestra merced, que he miedo trae alguna melancolía y es harto declararse conmigo. Quizá le da Dios esos escrúpulos para quitarle de otras cosas; mas, para su remedio, el bien que tiene es creerme.
3. El papel claro estaba no lo había enviado, aunque yo hice mal en no decirlo. Dilo a una hermana que lo trasladase, y no le ha podido más hallar. Hasta que de Sevilla envíen otro traslado, no hay remedio de llevarle3.
4. Ya creo habrán dado a vuestra merced una carta que escribí por la vía de Madrid4; mas, por si se ha perdido, habré de poner aquí lo que decía, que me pesa harto de embarazarme en esto. Lo primero, que mire que esa casa de Hernán Alvarez de Peralta que ha tomado, me parece oí decir tenía un cuarto para caer; mírelo mucho.
5. Lo segundo, que me envíe el arquilla y si algunos papeles más míos fueron en los líos, que me parece fue una talega con papeles; venga muy cosida. Si enviare doña Quiteria con Serna un envoltorio que ha de enviar, dentro vendrán bien5. Venga mi sello, que no puedo sufrir sellar con esta muerte, sino con quien querría que lo estuviese en mi corazón como en el de San Ignacio. No abra nadie la arquilla (que pienso está aquel papel de oración6en ella) si no fuere vuestra merced, y sea de manera que cuando algo viere no lo diga a nadie. Mire que no le doy licencia para ello, ni conviene; que, aunque a vuestra merced le parece sería servicio de Dios, hay otros inconvenientes por donde no se sufre; y basta que si yo entiendo que lo dice vuestra merced, guardaré de leerle nada.
6. Hame enviado a decir el nuncio7 que le envíe traslado de las patentes con que se han fundado estas casas, y cuántas son y adónde, y cuántas monjas y de dónde y la edad que tienen, y cuántas me parece serán para prioras; y están estas escrituras en esa arquilla o no sé si talega. En fin, he menester todo lo que ahí está. Dicen que lo pide para que quiere hacer la provincia8. Yo he miedo no quiera que reformen nuestras monjas otras partes, que se ha tratado otra vez y no nos está bien, que ya en los monasterios de la Orden súfrese. Diga eso vuestra merced a la supriora y que me envíe los nombres de las que son de esa casa, y los años de las que ahora están, y lo que ha que son monjas, de buena letra, en un cuadernillo de a cuartilla, y firmada de su nombre.
7. Ahora me acuerdo que soy priora de ahí y que lo puedo yo hacer, y así no es menester firmar ella sino enviarme lo demás, aunque sea de su letra, que yo lo trasladaré. No hay para qué lo entiendan las hermanas. Mire vuestra merced cómo se envía, no se mojen los papeles, y envíe la llave9.
8. Lo que digo está en el libro, es en el del «Paternóster»10. Allí hallará vuestra merced harto de la oración que tiene, aunque no tan a la larga como está en el otro. Paréceme está en «Adveniat regnum tuum». Tórnele vuestra merced a leer, al menos el «Paternóster»; quizá hallará algo que le satisfaga.
9. Antes que se me olvide: ¿cómo hace promesa sin decírmelo? ¡Donosa obediencia es ésa!11 Hame dado pena —aunque contento— la determinación, mas me parece cosa peligrosa. Pregúntelo, porque de pecado venial podría ser mortal por la promesa. También lo preguntaré yo a mi confesor que es gran letrado; y bobería me parece, porque lo que yo tengo prometido es con otros aditamentos. Eso no lo osara yo prometer, porque sé que los Apóstoles tuvieron pecados veniales. Sólo nuestra Señora no los tuvo. Bien creo yo que habrá tomado Dios su intención; mas paréceme cosa acertada que se le permutasen luego en otra cosa. Si con tomar una bula se puede hacer, hágalo luego. Este jubileo fuera bueno 12. Cosa tan fácil que aun sin advertir mucho se puede hacer, Dios nos libre, pues Dios no puso más culpa en ello; bien conoce nuestro natural. A mi parecer que conviene remediarse luego, y no le acaezca más cosa de promesa, que es peligrosa cosa. No me parece es inconveniente tratar alguna vez de su oración con los que se confiesa, que, en fin, están cerca y le advertirán mejor de todo, y no se pierde nada.
10. El pesarle de haber comprado La Serna hace el demonio por que no agradezca a Dios la merced que le hizo en ello, que fue grande. Acabe de entender que es por muchas partes mejor, y ha dado más que hacienda a sus hijos, que es honra. Nadie lo oye que no le parece gran ventura. Y ¿piensa que en cobrar los censos no hay trabajo? ¡Un andar siempre con ejecuciones! Mire que es tentación; no le acaezca más sino alabar a Dios por ello, y no piense que cuando tuviera mucho tiempo tuviera más oración. Desengáñese de eso, que tiempo bien empleado, como es mirar por la hacienda de sus hijos, no quita la oración. En un momento da Dios más, hartas veces, que con mucho tiempo; que no se miden sus obras por los tiempos.
11. Luego procure tener alguno en pasando estas fiestas, y entienda en sus escrituras, y póngalas como han de estar. Y lo que gastare en La Serna13es bien gastado, y cuando venga el verano gustará de ir allá algún día. No dejaba de ser santo Jacob por entender en sus ganados, ni Abrahán, ni San Joaquín, que, como queremos huir del trabajo, todo nos cansa; que así hace a mí, y por eso quiere Dios que haya bien en qué me estorbe. Todas esas cosas trate con Francisco de Salcedo, que en eso temporal yo le doy mis veces.
12. Harta merced de Dios es que le canse lo que a otros sería descanso; mas no se ha de dejar por eso, que hemos de servir a Dios como El quiere y no como nosotros queremos. Lo que me parece que se puede excusar es esto de granjerías; y por eso me he holgado en parte cese lo de Antonio Ruiz14 en esto de estas ganancias, que aún para eso del mundo se debe perder algún poco; y creo vale más irse vuestra merced a la mano en dar, pues Dios le ha dado para que pueda comer y dar, aunque no sea tanto. No llamo granjerías lo que quiere hacer en La Serna, que está muy bien, sino en estotro de ganancias. Ya le digo que en todas estas cosas siga el parecer de Francisco de Salcedo, y no andará con esos pensamientos. Y siempre me le encomiende mucho y a quien más quisiere. Y a Pedro de Ahumada, que bien quisiera tener tiempo para escribirle por que me respondiera, que me huelgo con sus cartas 15.
13. A Teresa diga vuestra merced que no haya miedo quiera a ninguna como a ella; que reparta las imágenes y no las que yo aparté para mí, y que dé alguna a sus hermanos. Deseo tengo de verla. Devoción me hizo lo que escribió vuestra merced de ella a Sevilla —que me enviaron acá las cartas—, que no se holgaron poco las hermanas, que las leí en la recreación, y yo también. Quien sacare a mi hermano de ser galán, será quitándole la vida, y como es con santas, todo le parece bien, que yo creo lo son estas monjas. En cada cabo me hacen confusión.
14. Gran fiesta tuvimos ayer con el Nombre de Jesús16; Dios se lo pague a vuestra merced. No sé qué le envíe por tantas como me hace, si no es esos villancicos que hice yo, que me mandó el confesor las regocijase, y he estado estas noches con ellas y no supe cómo sino así. Tienen graciosa sonada, si la atinare Francisquito, para cantar. Mire si ando bien aprovechada. Con todo me ha hecho el Señor hartas mercedes estos días.
15. De las que hace a vuestra merced estoy espantada. Sea bendito por siempre. Ya entiendo por lo que se desea la devoción, que es bueno. Una cosa es desearlo y otra pedirlo; mas crea que es lo mejor lo que hace: el dejarlo todo a la voluntad de Dios y poner su causa en sus manos. El sabe lo que nos conviene; mas siempre procure ir por el camino que le escribí. Mire que es más importante de lo que entiende.
16. No será malo, cuando alguna vez despertare con esos ímpetus de Dios, sentarse sobre la cama un rato, con que mire siempre tener el sueño que ha menester su cabeza (que aunque no se siente, puede venir a no poder tener oración), y mire que procure no sufrir mucho frío. que para ese mal de ijada no conviene. No sé para qué desea aquellos terrores y miedos, pues le lleva Dios por amor. Entonces era menester aquello. No piense que siempre estorba el demonio la oración, que es misericordia de Dios quitarla algunas veces; y estoy por decir que casi es tan gran merced como cuando da mucha, por muchas razones que no tengo lugar de decir a vuestra merced. La oración que Dios le da es mayor sin comparación que el pensar en el infierno, y así no podrá, aunque quiera; ni lo quiera, que no hay para qué.
17. Hecho me han reír algunas de las respuestas de las hermanas.17Otras están extremadas, que me han dado luz de lo que es; que no piense que yo lo sé. No hice más que decírselo a caso a vuestra merced sobre lo que le diré, de que le vea, si Dios fuere servido.
18. La respuesta del buen Francisco de Salcedo me cayó en gracia. Es su humildad por un término extraño, que le lleva Dios de suerte, con temor, que aun podría ser no le parecer bien hablar en estas cosas de esta suerte18. Hémonos de acomodar con lo que vemos en las almas. Yo le digo que es santo, mas no le lleva Dios por el camino que a vuestra merced. En fin, llévale como a fuerte y a nosotros como a flacos. Harto para su humor respondió.
19. Torné ahora a leer su carta. No entendí el quererse levantar la noche, que dice, sino sentado sobre la cama. Ya me parecía mucho, porque importa el no faltar el sueño. En ninguna manera se levante, aunque más hervor sienta, y más si duerme. No se espante del sueño. Si oyera lo que decía fray Pedro de Alcántara sobre eso, no se espantara, aun estando despierto.
20. No me cansan sus cartas de vuestra merced, que me consuelan mucho, y así me consolara poderle escribir más a menudo; mas es tanto el trabajo que tengo, que no podrá ser más a menudo, y aun esta noche me ha estorbado la oración. Ningún escrúpulo me hace, si no es pena de no tener tiempo. Dios nos le dé para gastarle siempre en su servicio, amén.
21. La esterilidad de este pueblo en cosas de pescado, que es, lastima a estas hermanas; y así me he holgado con estos besugos. Creo pudieran venir sin pan, según hace el tiempo. Si acertare haberlos cuando venga Serna19, o algunas sardinas frescas, dé vuestra merced a la supriora con que nos las envíe, que lo ha enviado muy bien. Terrible lugar es éste para no comer carne, que aun un huevo fresco jamás hay. Con todo, pensaba hoy que ha años que no me hallo tan buena como ahora, y guardo lo que todas20, que es harto consuelo para mí.
22. Esas coplas21que no van de mi letra no son mías, sino que me parecieron bien para Francisco que, como hacen las de San José de las suyas, esotras hizo una hermana. Hay gran cosa de eso estas Pascuas en las recreaciones. Es hoy segundo día del año.
Indigna sierva de vuestra merced,
Teresa de Jesús.
23. Pensé que nos enviara vuestra merced el villancico suyo, porque éstos ni tienen pies ni cabeza, y todo lo cantan. Ahora se me acuerda uno que hice una vez estando con harta oración, y parecía que descansaba más. Eran... ya no sé si eran así, y porque vea que desde acá le quiero dar recreación:
¡Oh hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir dolor hacéis,
y sin dolor deshacéis
el amor de las criaturas.
¡Oh ñudo que así juntáis
dos cosas tan desiguales!
No sé por qué os desatáis,
pues atado fuerza dais
a tener por bien los males.
Juntáis quien no tiene ser
con el Ser que no se acaba:
sin acabar acabáis,
sin tener que amar amáis,
engrandecéis nuestra nada.
24. No se me acuerda más. ¡Qué seso de fundadora! Pues yo le digo que me parecía estaba con harto cuando dije esto22. Dios se lo perdone, que me hace gastar tiempo, y pienso le ha de enternecer esta copla y hacerle devoción; y esto no lo diga a nadie. Doña Guiomar y yo andábamos juntas en este tiempo. Déla mis encomiendas23.

1. Serna es probablemente un criado de Lorenzo (cf. 338, 6).
2. Francisco es el hijo mayor de Lorenzo. Nuevamente defenderá el carteo del joven en la carta 185, 1.
3. Se trata de un escrito del P. Gracián destinado a Garciálvarez, capellán del carmelo de Sevilla, para limitar su abuso de poderes en materia de confesonario. Lo ha enviado a la Santa desde Sevilla María de San José, e interesa a Lorenzo por su afecto al carmelo sevillano. En carta del día siguiente (173, 7) la Santa pide a Sevilla otro traslado «de buena letra». Véase el tema en las cartas 137, 3, 158, 3, 173, 7.
4. Carta perdida. Su contenido es el de los nn. 4-8.
5. Sobre «la arquilla» y los papeles, véase la carta 115, 5. — Doña Quiteria Dávila (1562-1607): monja carmelita, varias veces priora en la Encarnación de Avila (cf. c. 59, 1). — Venga mi sello: el que usaba para lacrar cartas y sellar documentos; no soporta «sellar con esta muerte» —sello con la imagen de una calavera—, reclama su sello predilecto, con el monograma IHS; de ahí la alusión a la leyenda de San Ignacio de Antioquía, «de quien se refiere en su vida que, después de martirizado, le hallaron en su corazón impreso en letras de oro el nombre dulcísimo de Jesús» (A. I. 31, p. 251).
6. Aquel papel de oración: probable alusión a las Relaciones, cuya copia parcial tenía en su «arquilla» (cf. c. 115, 5).
7. Nicolás Ormaneto. Se refiere a las «patentes» de fundadora, dadas por Rubeo a partir de 1567, o quizás a éstas y a las anteriores autorizaciones pontificias para fundar el carmelo de San José (Avila).
8. Es decir, para erigir la provincia religiosa de las casas fundadas por la Santa. — A continuación: que reformen nuestras monjas monasterios de otras órdenes: para esas fechas las carmelitas de Sevilla habían intervenido en la «reforma» de las carmelitas calzadas de Paterna (c. 152, 2), con resultado poco positivo. —.Supriora del carmelo de Avila: María de San Jerónimo.
9. La llave de la arquilla.
10. El libro del Paternóster es el Camino de Perfección, el tema aludido (oración de quietud) se halla en los capítulos 30-31, que comentan el «Adveniat regnum tuum». — El otro libro es el de la Vida: sobre oración de quietud tratan los capítulos 14-15.
11. Lorenzo se había puesto bajo la obediencia de su hermana, en plan de dirección espiritual (ver el n. 11 y la carta 177, 2, en que aclara el tema de «la promesa» hecha por Lorenzo). — Las líneas que siguen aluden al «voto de perfección» hecho por la Santa «con otros aditamentos» y malamente imitado por su hermano.
12. Bula... y jubileo: alusión probable al clima de «año santo» 1570-71, extendido a todo el orbe por Gregorio XIII para el 1576.
13. La Serna, finca que ha adquirido Lorenzo en las cercanías de Avila. «Ha comprado un término... cerca de Avila, creo legua y media... Tiene dehesa y pan de renta y monte. Costóle 14.000 ducados...» (carta 129, 3).
14. Proyecto de participación en el trabajo (¿la trata de ganados?) de Antonio Ruiz, de Malagón: de ello habló en la carta 142, 1.
15. Francisco de Salcedo es el ya aludido «caballero santo», sacerdote amigo de los dos, en Avila. — Pedro de Ahumada: hermano de la Santa. — Teresa, mencionada en seguida, es la hija de Lorenzo.
16. El primer día del año se celebraba el Nombre de Jesús y la Circuncisión. Entre las poesías de la Santa, figuran varios villancicos «a la Circuncisión del Señor». — Francisquito es el hijo mayor de Lorenzo (véanse las coplas de «Bela», niña que convivía con la Santa esos días en el carmelo de Toledo: carta 169, 1).
17. Respuestas de las hermanas: alusión al Vejamen, certamen humorístico espiritual en que participaron las carmelitas de Avila, Francisco de Salcedo (ver el número siguiente), Lorenzo y San Juan de la Cruz. Véase la carta 182, 12, y el texto del Vejamen en las obras de la Santa.
18. Es decir: que le parezca mal tratar humorísticamente tema tan espiritual.
19. Serna: el mismo criado aludido en el n. 1. — Supriora: María de San Jerónimo.
20. Guardo lo que todas: observa los ayunos y abstinencias del adviento, etc. («no he quebrantado el adviento» dirá a María de San José, carta 167, 4; y a Lorenzo carta 185, 3).
21. Esas coplas: más villancicos enviados a Lorenzo. — Francisco, el mismo «Francisquito» cantor, del n. 16, hijo de Lorenzo.
22. En la carta 177 (nn. 5-6), glosará los primeros versos.
23. Doña Guiomar de Ulloa: hacia 1558-1562. Véase Vida 24, 4; 30, 3).

S.158  E.165  L.132  A.I 31  T.6

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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