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Carta 211

Teresa de Ávila

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    teresiano
22 de octubre 1577 (Avila)
A la M. María de San José,

Está en Avila desde hace casi dos meses. Días borrascosos. A Madrid ha llegado el nuevo Nuncio, Felipe Sega, con aire adverso a la Santa y su obra. Contra Gracián se han enviado libelos difamatorios al rey y a la corte. La Santa ha escrito a Felipe II. Ha logrado la retractación de los calumniadores. Pero los bulos contra Gracián, madre María y las descalzas rebrotan: «son tantas las cosas que inventan, que no se pueden decir». — Más triste es la situación del monasterio de La Encarnación de Avila. Las monjas han elegido priora a la Santa, contraviniendo órdenes precisas del provincial calzado, que ha excomulgado a las electoras: más de medio centenar. Ella asiste de cerca a los hechos. Dolorida y enferma: «Yo ando ruin de mi cabeza. Encomiéndeme...» Dicta todo el texto a la amanuense, y se olvida de firmar. Añade de su mano la postdata, después de cerrada la carta (n. 7).

Para la madre priora de Sevilla.
1. Jesús sea con vuestra reverencia siempre, hija mía. El mes pasado escribía a vuestra reverencia con un arriero de esta ciudad, con quien también escribió mi hermano1, en la cual decía andaban los negocios algo revueltos, como ya vuestra reverencia sabrá del padre fray Gregorio2 más por entero que yo los pude entonces escribir. Ahora, bendito Dios, van muy bien, cada día mejor, y nuestro padre3 está bueno y se tiene todavía su comisión, aunque yo le quisiera harto ver libre de esta gente4, que son tantas las cosas que inventan que no se pueden escribir; y lo bueno es que todo les llueve acuestas y se vuelve en bien para nosotros.
2. Ya vuestra reverencia sabrá cómo fray Miguel5 y fray Baltasar se han desdicho, aunque jura fray Miguel que no escribió cosa del memorial, sino que por fuerza y amenazas se le hicieron firmar6. Esto y otras cosas dijo con testigos delante de escribano y del Santísimo Sacramento. El rey7ha entendido ser todo maldad, y así no hacen sino hacer mal para sí. Yo me ando ruin de mi cabeza. Encomiéndenme a Dios, y a estos hermanos, que Dios los dé luz para que sus ánimas se salven.
3. Yo digo a vuestra reverencia que pasa aquí en La Encarnación8 una cosa que creo que no se ha visto otra de la manera. Por orden del Tostado9 vino aquí el provincial10 de los calzados a hacer la elección, ha hoy quince días, y traía grandes censuras y descomuniones para las que me diesen a mí voto. Y con todo esto a ellas no se les dio nada, sino
Ver manuscrito
como si no las dijeran cosa votaron por mí cincuenta y cinco monjas; y a cada voto que daban al provincial, las descomulgaba y maldecía y con el puño machucaba los votos y les daba golpes y los quemaba. Y dejólas descomulgadas ha hoy quince días y sin oír misa ni entrar en el coro, aun cuando no se dice el oficio divino, y que no las hable nadie, ni los confesores ni sus mismos padres. Y lo que más cae en gracia es que otro día después de esta elección machucada volvió el provincial a llamarlas que viniesen a hacer elección, y ellas respondieron que no tenían para qué hacer más elección, que ya la habían hecho. Y de que esto vio tornólas a descomulgar y llamó a las que habían quedado que eran cuarenta y cuatro, y sacó otra priora11y envió al Tostado por confirmación.
4.Ya la tienen confirmada, y las demás están fuertes y dicen que no la quieren obedecer sino por vicaria. Los letrados dicen que no están descomulgadas y que los frailes van contra el concilio12en hacer la priora que han hecho con menos votos. Ellas han enviado al Tostado a decirle cómo me quieren por priora. El dice que no, que si yo quiero irme allá a recoger13, mas que por priora no lo pueden llevar a paciencia. No sé en qué parará.
5.Esto es, en suma, lo que ahora pasa, que están todos espantados de ver una cosa que a todos ofende, como ésta. Yo las per
Ver manuscrito
donaría de buena gana si ellas quisiesen dejarme en paz, que no tengo gana de verme en aquella Babilonia14, y más con la poca salud que tengo, y cuando estoy en aquella casa menos. Dios lo haga como más se sirva y me libre de ellas.
6.Teresa15está buena y se encomienda a vuestra reverencia. Está muy bonita y ha crecido mucho. Encomiéndela a Dios que la haga su sierva. Hágame vuestra reverencia saber si ha entrado la viuda —que lo deseo— y su hermana si se volvió a las Indias16.
7.Harto deseo me ha dado de poder tratar con vuestra reverencia muchas cosas, que me diera consuelo; mas algún día tendré espacio y mensajero cierto para tomarle mejor que ahora. La señora doña Luisa nos ayuda mucho y hace merced en todo. Encomiéndela a Dios y al arzobispo de Toledo, y del rey nunca se olvide17.
Ver manuscrito

1. Lorenzo de Cepeda.
2. Gregorio Nacianceno, en Sevilla.
3. Jerónimo Gracián. — Su comisión: sus funciones de visitador y comisario apostólico.
4. Esta gente: carmelitas calzados de Andalucía.
5. Fray Miguel de la Columna, lego; Baltasar Nieto: ambos carmelitas descalzos. Ver sus datos en la c. 208, nota 3.
6. Ver la retractación en MHCT, t. I, pp. 390-391; 393-399; 406-415.
7. Felipe II: Ver la carta al mismo: c. 208.
8. Carmelitas de La Encarnación de Avila. Los sucesos datan del 7 de octubre.
9. Jerónimo Tostado, visitador general de la Orden en España.
10. Provincial de los carmelitas de Castilla: Juan Gutiérrez de la Magdalena.
11. Priora: doña Ana de Toledo.
12. Concilio de Trento. Alude al c. 6 de la sesión 25.
13. El sentido es: si yo quiero, puedo irme a La Encarnación... — A recoger: alude al «mandato» venido contra ella del capítulo general de Piacenza.
14. Aquella Babilonia: el monasterio de La Encarnación, con centenar y medio de monjas.
15. Teresita de Ahumada, su sobrina, novicia en San José de Avila.
16. Sobre ellas dos, ver c. 202, nota 7.
17. Doña Luisa de la Cerda (en Toledo). Arzobispo de Toledo, don Gaspar de Quiroga.

S.198  E.203  Lf.166  A.III 76  T.235

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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