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Carta 24

Teresa de Ávila

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17 enero 1570 (Toledo)
A don Lorenzo de Cepeda

Está en el carmelo de Toledo. Con más salud que nunca. Y muy andariega: ha regresado de Pastrana y proyecta un viaje a Salamanca. Emocionada porque Lorenzo le ha anunciado su decisión de regresar a España. Responde a la noticia. Ya se interesa ella por la educación de sus niños en Avila. Desfile de personas amigas en el diálogo entre los dos hermanos. (Autógrafo perdido en 1936).

1. Jesús. — Sea el Espíritu Santo siempre con vuestra merced, amén. Por cuatro partes he escrito a vuestra merced, y por las tres iba carta para el señor Jerónimo de Cepeda1, y, porque no es posible sino llegar alguna, no responderé a todo lo de vuestra merced ahora ni diré más sobre la buena determinación2 que nuestro Señor ha puesto en su alma, de que he alabado a Su Majestad, y me parece muy bien acertado; que, al fin, por las ocasiones que vuestra merced me dice, entiendo poco más o menos otras que puede haber, y espero en nuestro Señor será muy para su servicio. En todos nuestros monasterios se hace oración muy particular y continua, que, pues el intento de vuestra merced es para servir a nuestro Señor, Su Majestad nos le traiga con bien y encamine lo que más sea para su alma provechoso y de esos niños 3.
2. Ya escribí a vuestra merced que son seis los conventos que están ya fundados, y dos de frailes también descalzos de nuestra Orden4, que esto he tenido por gran merced del Señor; porque van muy en perfección, y los de monjas todos como el de San José de Avila, que no parecen sino una cosa. Y esto me anima, ver cuán de verdad es alabado nuestro Señor en ellos, y con cuánta limpieza de almas.
3. Al presente estoy en Toledo. Habrá un año por la víspera de nuestra Señora de marzo que llegué aquí5, aunque desde aquí fui a una villa de Ruy Gómez, que es príncipe de Eboli, adonde se fundó un monasterio de frailes y otro de monjas, y están harto bien6. Torné aquí por acabar de dejar esta casa puesta en concierto, que lleva manera de ser casa muy principal. Y he estado harto mejor de salud este invierno, porque el temple de esta tierra es admirable, que, a no haber otros inconvenientes (porque no se sufre tener vuestra merced aquí asiento por sus hijos), me da gana algunas veces de que se estuviera aquí, por lo que toca al temple de la tierra. Mas lugares hay en tierra de Avila donde vuestra merced podrá tener asiento para los inviernos, que así lo hacen algunos. Por mi hermano Jerónimo de Cepeda lo digo, que antes pienso, cuando Dios le traiga, estará acá con más salud. Todo es lo que Su Majestad quiere, que creo que ha cuarenta años que no tuve tanta salud, con guardar lo que todas y no comer carne nunca sino a gran necesidad.
4. Habrá un año tuve unas cuartanas7 que me han dejado mejor. Estaba en la fundación de Valladolid, que me mataban los regalos de la señora doña María de Mendoza8, mujer que fue del secretario Cobos, que es mucho lo que me quiere. Así que, cuando el Señor ve que es menester para nuestro bien, da salud; cuando no, enfermedad. Sea por todo bendito. Pena me dio ser la de vuestra merced en los ojos, que es cosa penosa. Gloria a Dios que hay tanta mejoría.
5. Ya escribió Juan de Ovalle a vuestra merced cómo fue a Sevilla de aquí9. Un amigo mío lo encaminó tan bien, que el mismo día que llegó sacó la plata. Trájose aquí, adonde se darán los dineros a fin de este mes de enero. Delante de mí se hizo la cuenta de los derechos que han llevado; aquí la enviaré; que no hice poco yo entender estos negocios, y estoy tan baratona y negociadora que ya sé de todo con estas casas de Dios y de la Orden, y así tengo yo por suyos los de vuestra merced y me huelgo de entender en ellos.
6. Antes que se me olvide, sepa que después que escribí a vuestra merced ahora murió el hijo de Cueto harto mozo10. No hay que fiar en esta vida; así me consuela cada vez que me acuerdo cuán entendido lo tiene vuestra merced.
7. En desocupándome de aquí, querría tornarme a Avila, porque todavía soy de allí priora, por no enojar al obispo11, que le debo mucho y toda la Orden. De mí no sé qué hará el Señor, si iré a Salamanca, que me dan una casa12; que, aunque me canso, es tanto el provecho que hacen estas casas en el pueblo que están, que me encargan la conciencia haga las que pudiere. Favorécelo el Señor de suerte que me anima a mí.
8. Olvidóseme de escribir en estotras cartas el buen aparejo que hay en Avila para criar bien esos niños. Tienen los de la Compañía un colegio, adonde los enseñan gramática, y los confiesan de ocho a ocho días, y hacen tan virtuosos que es para alabar a nuestro Señor13. También leen filosofía, y después teología en Santo Tomás, que no hay que salir de allí para virtud y estudios; y en todo el pueblo hay tanta cristiandad que es para edificarse los que vienen de otras partes: mucha oración y confesiones y personas seglares que hacen vida muy de perfección.
9. El bueno de Francisco de Salcedo lo está14. Mucha merced me ha hecho vuestra merced en enviar tan buen recaudo a Cepeda15. No acaba de agradecerlo aquel santo, que no creo le levanto nada. Pedro del Peso, el Viejo, murió habrá un año16; bien logrado fue. Ana de Cepeda ha tenido en mucho la limosna que vuestra merced la hizo17; con eso será bien rica, que otras personas la hacen bien, como es tan buena. No le faltaría adonde estar, sino que es extraña su condición, y no es para compañía. Llévala Dios por aquel camino, que nunca me he atrevido a meterla en una casa de éstas, y no por falta de virtud, sino que veo es lo que la conviene aquello, y así ni con la señora doña María18ni con nadie no estará, y está harto bien para su propósito. Parece cosa de ermitaña, y aquella bondad que siempre tuvo y penitencia grande.
10. El hijo de la señora doña María, mi hermana, y de Martín de Guzmán profesó y va adelante en su santidad19. Doña Beatriz y su hija, ya he escrito a vuestra merced murió. Doña Magdalena, que era la menor, está en un monasterio, seglar. Harto quisiera yo la llamara Dios para monja. Es harto bonita. Muchos años ha que no la vi. Ahora la traían un casamiento con un mayorazgo viudo; no sé en qué parará.
11. Ya he escrito a vuestra merced cuán a buen tiempo hizo la merced a mi hermana20, que yo me he espantado de los trabajos de necesidad que la ha dado el Señor, y halo llevado tan bien, que así la quiera dar ya alivio. Yo no la tengo de nada sino que me sobra todo, y así lo que vuestra merced me envía en limosna, de ello se gastará con mi hermana, y lo demás en buenas obras, y será por vuestra merced. Por algunos escrúpulos que traía, me vino harto a buen tiempo algo de ello; porque con estas fundaciones ofrécenseme cosas algunas que, aunque más cuidado traigo y es todo para ellas, se pudiera dar menos en algunos comedimientos de letrados (que siempre para las cosas de mi alma trato con ellos), en fin, en naderías; y así me fue de harto alivio, por no los tomar de nadie, que no faltaría; mas gusto tener libertad con estos señores para decirles mi parecer, y está el mundo tal de interés, que en forma tengo aborrecido este tener, y así no tendré yo nada, sino con dar a la misma Orden algo quedaré con libertad, que yo daré con ese intento; que tengo cuanto se puede tener del general y provincial 21, así para tomar monjas, como para mudar, y para ayudar a una casa con lo de otras.
12. Es tanta la ceguedad que tienen en tener crédito de mí, que yo no sé cómo, y tanto el que yo tengo, para fiarme mil y dos mil ducados. Así que, a tiempo que tenía aborrecidos dineros y negocios, quiere el Señor que no trate en otra cosa, que no es pequeña cruz. Plega a Su Majestad le sirva yo en ello, que todo se pasará.
13. En forma me parece he de tener alivio con tener a vuestra merced acá, que son tan poco las cosas que me le dan de toda la tierra, que por ventura quiere nuestro Señor tenga ése, y que nos juntemos entrambos para procurar más su honra y gloria y algún provecho de las almas; que esto es lo que mucho me lastima, ver tantas perdidas, y esos indios no me cuestan poco. El Señor los dé luz, que acá y allá hay harta desventura; que, como ando en tantas partes y me hablan muchas personas, no sé muchas veces qué decir, sino que somos peores que bestias, pues no entendemos la gran dignidad de nuestra alma, y cómo la apocamos con cosas tan apocadas como son las de la tierra. Denos el Señor luz.
14. Con el padre Fray García de Toledo22, que es sobrino del virrey, persona que yo echo harto menos para mis negocios, podrá vuestra merced tratar. Y si hubiere menester alguna cosa del virrey, sepa que es gran cristiano el virrey, y fue harta ventura querer ir allá. En los envoltorios le escribía. También enviaba en cada uno reliquias a vuestra merced para el camino; harto querría llegasen allá.
15. No pensé alargarme tanto. Deseo que entienda la merced que le hizo Dios en dar tal muerte a la señora doña Juana23. Acá se ha encomendado a nuestro Señor y hecho las honras en todos nuestros monasterios, y espero en Su Majestad que ya no lo ha menester. Mucho procure vuestra merced desechar esa pena. Mire que es muy de los que no se acuerdan de que hay vida para siempre sentir tanto a los que van a vivir, salidos de estas miserias.
16. A mi hermano el señor Jerónimo de Cepeda me encomiendo mucho; que tenga ésta por suya. Mucho me alegró decirme vuestra merced que tenía dada orden para que se pudiese venir de aquí a algunos años, y querría, si pudiese, no dejase allá a sus hijos, sino que nos juntemos acá y nos ayudemos para juntarnos para siempre.
Son hoy diecisiete de enero, año de 1570.
Indigna sierva de vuestra merced,
Teresa de Jesús, carmelita.
17. De las misas están dichas muchas y se dirán las demás. Una monja he tomado sin nada, que aún la cama la quería yo dar, y ofrecídola a Dios por que me traiga a vuestra merced bueno y a sus hijos. Encomiéndemelos. Otra ofrezco por el señor Jerónimo de Cepeda. Hartas tomo así, de que son espirituales, y así trae el Señor otras, con que se hace todo.
18. En Medina entró una con ocho mil ducados24, y otra anda por entrar aquí que tiene nueve mil, sin pedirles yo nada. Y son tantas que son para alabar a Dios. En teniendo una oración, no quiere otra cosa sino estas casas, a manera de decir, y no es el número más de trece en todas; porque, como no se pide para nosotras —que es constitución—25. sino lo que nos traen al torno comemos, que es demasiado, no se sufre ser muchas. Creo se ha de holgar mucho de ver estas casas. De todo lo que se da, ni nadie pide cuenta ni tiene que ver sino yo, y así es más trabajo.
19. Al señor Pedro de Ahumada26envíe vuestra merced mis encomiendas mucho; que, porque de vuestra merced sabrá de mí y tengo tan poco tiempo, no le escribo. Estoy con harto cuidado de Agustín de Ahumada, por no saber cómo va en las cosas de nuestro Señor. Harto se le ofrezco. Y al señor Hernando de Cepeda me encomiendo. Una hija de su hermana se casó ahora razonablemente.
Ver manuscrito

1. Hermano de la Santa, también en América (ver el n. 17).
2. La buena determinación: de regresar a España.
3. Los hijos de Lorenzo, ahora huérfanos de madre (n 8).
4. Fundación de monjas: Avila, Medina, Malagón, Valladolid, Toledo, Pastrana. De descalzos: Duruelo y Pastrana.
5. Llega a Toledo el 24.3.1569. Funda el 14 de mayo. A fines de este mes sale para Pastrana (la «villa de Ruy Gómez»), y regresa a Toledo el 21 de julio.
6. Ver Fundaciones 17.
7. Fiebres repetidas cada cuatro días.
8. En Valladolid estuvo enferma por los meses de enero-febrero 1569 (véanse las cartas de entonces a los fundadores de Toledo, Diego Ortiz –9.1.1569– y Alonso Ramírez ?–19.2.1569–)?—?En casa de doña María estuvo a mediados de febrero de 1569. Era doña María hermana del obispo de Avila, don Alvaro, casada con Francisco de los Cobos, secretario de Car-los V. (Ver Fundaciones 10, 6; 13, 6, y las cartas dirigidas a la misma).
9. Juan de Ovalle es el cuñado de la Santa (ver cartas a él). Viajó a Sevilla para retirar en la Casa de Contratación 2.020 pesos de plata enviados por Lorenzo desde Quito el 22.11.1568 «a Juan de Ovalle e a doña Theresa de Jesús... e a los señores Antonio del Peso, regidor de la dicha ciudad de Avila, e Pedro del Peso e Francisco de Salcedo...» (Cf. BMC 7, 52 nota 2). No será la última vez que Lorenzo envíe ayuda financiera a su hermana: véase la carta 71, del 11.9.1574 a María Bautista.
10. Diego Alvarez de Cueto. Carecemos de noticias de su hijo, aquí mencionado.
11. Don Alvaro de Mendoza.
12. Retrasó el viaje. Llega a Salamanca el 31.10.1570, e inaugura la fundación el 1 del mes siguiente. Cf. Fundaciones 18-20.
13. Los jesuitas tenían el colegio de San Gil desde 1554, los dominicos, el de Santo Tomás desde 1482.
14. Francisco de Salcedo es «el caballero santo» de Vida (23, 6...) con el que Lorenzo entablará enseguida estrecha amistad.
15. Seguramente uno de los primos de Lorenzo.
16. Hermano de la primera mujer de don Alonso padre de la Santa; hacia 1565 era regidor de Avila (ver la nota 9).
17. Probablemente prima de la Santa, hija de Ruy Sánchez de Cepeda.
18. Quizás alude a María de Cepeda, monja en la Encarnación de Avila.
19. Doña María es la hermana mayor de la Santa, ya difunta. Su hijo es fray Juan de Jesús, profeso en la reforma de san Pedro de Alcántara: véase la carta que en marzo de 1570 escribe la Santa a Antonio Segura, interesándose por él.?—?A continuación: Beatriz y Magdalena de Guzmán, son hermanas de fray Juan de Jesús. Por esta última se interesa la Santa en carta a Diego de Guzmán (dic. 1576), cuarto hermano del grupo.
20. Juana de Ahumada, la hermana menor.
21. General de la Orden: Juan Bautista Rubeo; provincial de Castilla: Alfonso González.?—?Sobre los escrúpulos de la Santa en materia de pobreza, véase la carta que escribe por estas fechas (c. 23, 5) a su hermana Juana.
22. Dominico, director e íntimo amigo de la Santa, había partido para el Perú el año anterior (1569) como asesor religioso del virrey Francisco de Toledo: ambos regresarán a España en 1581 (cf. carta al P. García, y Vida 34).
23. Doña Juana de Fuentes y Espinosa, esposa de Lorenzo, muerta el 14.11.1567.
24. Alude a Isabel de los Angeles, sobrina del célebre cambista de Medina Simón Ruiz (ver carta a éste 18.10.1569). Su dote fue causa de dificultades: «la de las contiendas» dirá la Santa al hacer su elogio fúnebre (carta 68, a María Bautista: junio 1574). Murió en Salamanca el 13.6.1574.
25. «Mientras se pudiere sufrir, no haya demanda. Mucha sea la necesidad...»?—?decían las Constituciones de la Santa.
26. Pedro de Ahumada, y a continuación Agustín de Ahumada: hermanos de la Santa en América. Hernando de Cepeda, primo de éstos.

S.19  E.24  Lf.18  A.I 30  T.2

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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