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Carta 354

Teresa de Ávila

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    teresiano
21 agosto 1580 (Valladolid)
A don Diego Sarmiento de Mendoza

Respuesta familiar: entre bromas y veras. — Don Diego es adelantado mayor de Galicia, y hermano de don Alvaro de Mendoza (antes obispo de Avila, ahora de Palencia). Ha escrito a la Santa y a sus monjas de Valladolid pidiendo oraciones por ciertos objetivos concretos. Hay que responder de prisa, porque el portador está a la puerta con tiempo contado. Mientras lo hace la Santa, un trío de monjas jóvenes pasa sus apurillos por elaborar una carta digna del personaje que es don Diego.

1. Sea el Espíritu Santo siempre con vuestra señoría, amén. Yo digo a vuestra señoría que no puedo entender la causa por que yo y estas hermanas tan tiernamente nos hemos regalado y alegrado con la merced que vuestra señoría nos hizo con su carta; porque, aunque haya muchas, estamos tan acostumbradas a recibir mercedes y favores de personas de mucho valor y no nos hace esta operación, que alguna cosa hay secreta que no entendemos. Y es así que con advertencia lo he mirado en estas hermanas y en mí.
2. Sola una hora nos dan de término para responder, que dicen se va el mensajero, y a mi parecer ellas quieren muchas; porque andan cuidadosas de lo que vuestra señoría les manda, y en su seso piensa su comadre1 de vuestra señoría que han de hacer algo sus palabras. Si conforme a la voluntad con que ella las dice fuera el efecto, yo estuviera bien cierta aprovecharan; mas es negocio de nuestro Señor, y sólo Su Majestad puede mover, y harta gran merced nos hace en dar a vuestra señoría luz de cosas y deseos, que en tan gran entendimiento imposible es sino que poco a poco obre estas dos cosas. Una puedo decir con verdad, que, fuera de negocios que tocan al Señor obispo 2, no entiendo ahora otra que más alegrase mi alma que ver a vuestra señoría señor de sí. Y es verdad que lo he pensado, que a persona tan valerosa sólo Dios puede henchir sus deseos; y así ha hecho Su Majestad bien en que en la tierra se hayan descuidado los que pudieran comenzar a cumplir alguno. Vuestra señoría me perdone, que voy ya necia. Mas ¡qué cierto es serlo los más atrevidos y ruines, y en dándoles un poco de favor tomar mucho!
3. El padre fray Gracián3se holgó mucho con el recaudo de vuestra señoría, que sé yo tiene el amor y deseo que es obligado y aun creo harto más de servir a vuestra señoría y que procura le encomienden personas de las que trata (que son buenas) a nuestro Señor. Y él lo hace con tanta gana de que le aproveche, que espero en Su Majestad lo ha de oír; porque, según me dijo un día, no se contenta con que sea vuestra señoría muy bueno, sino muy santo. Yo tengo más bajos pensamientos. Contentarme hía con que vuestra señoría se contentase con sólo lo que ha menester para sí solo y no se extendiese a tanto su caridad de procurar bienes ajenos; y yo veo que si vuestra señoría con su descanso sólo tuviese cuenta, le podía ya tener y ocuparse en adquirir bienes perpetuos y servir a quien para siempre le ha de tener consigo no se cansando de dar bienes.
4. Ya sabíamos cuándo es el santo que vuestra señoría dice. Tenemos concertado de comulgar todas aquel día por vuestra señoría, y en él saldremos de deuda, porque le holgaremos bien por vuestra señoría y se ocupará lo mejor que pudiéremos. En las demás mercedes que vuestra señoría me hace, tengo visto podré suplicar a vuestra señoría muchas, si tengo necesidad; mas sabe nuestro Señor que la mayor que vuestra señoría me puede hacer es estar adonde no me pueda hacer ninguna de ésas, aunque quiera. Con todo, cuando me viere en necesidad acudiré a vuestra señoría, como a señor de esta casa 4.
5. Estoy oyendo la obra que pasan María, Isabel y su comadre de vuestra señoría a escribir, y a Isabelita —que es la de San Judas— como nueva calla en el oficio, no sé qué dirá5. Determinada estoy a no enmendarles palabra, sino que vuestra señoría las sufra, pues manda las digan. ¡Es verdad que es poca mortificación leer necedades ni poca prueba de la humildad de vuestra señoría haberse contentado de gente tan ruin! Nuestro Señor nos haga tales que no pierda vuestra señoría esta buena obra por no saber nosotras pedir a Su Majestad la pague a vuestra señoría.
Es hoy domingo, no sé si 20 de agosto6.
Indigna sierva y verdadera hija de vuestra señoría,
Teresa de Jesús.

1. Comadre era la madrina de pila. Pero en la pluma de la Santa responde probablemente a alguna gracia conocida del destinatario. No es fácil identificar la monja aludida.
2. El hermano de don Diego: Alvaro de Mendoza, obispo de Palencia.
3. Jerónimo Gracián.
4. Esta casa: el carmelo de Valladolid es fundación de la familia de don Diego. El es «de casa».
5. Son tres monjas jóvenes: María de San José (hermana de Gracián), Isabel del Sacramento (que ha profesado el 2.7.1580), y la «comadre» (quizás Magdalena de Jesús, entonces novicia, que profesará el 5.3.1581).
6. Era 21 de agosto.

S.331  E.327  Lf.296  A.I 11  T.454

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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