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Carta 390

Teresa de Ávila

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23 (?) mayo 1581 (Palencia)
Al padre Jerónimo Gracián

Antevísperas de inaugurar la casa de Palencia, y preparativos para iniciar la fundación de Soria. Gracián ha puesto en marcha la fundación de descalzos en Valladolid y tramita la de Salamanca. Ha hecho una visita, brevísima, a la Santa en Palencia. Ella confiaba retenerlo para la inauguración del nuevo carmelo y para el largo viaje a Soria. En vano. Para ambas cosas Gracián se hace sustituir por Doria. De ahí el desencanto de la Santa: «se ha entristecido»; «sírvase Dios de todo... aunque más duela».

1. Jesús. — Sea con vuestra reverencia el Espíritu Santo, mi padre. ¿Ahora no ve qué poco me ha durado el contento?, que estaba deseando ya el camino1, y creo que me pesara cuando se acabara, como ha hecho otras veces que iba con la compañía que ahora pensé. Sea Dios alabado, que ya me parece comienzo a cansarme. Yo le digo, mi padre, que en fin, la carne es enferma y que así se ha entristecido más de lo que yo quisiera, porque ha sido mucho. Al menos hasta dejarnos en nuestra casa2se pudiera excusar la ida de vuestra paternidad, que ocho días más o menos hacía poco al caso. Harta soledad ha hecho acá, y plega a Dios el que fue ocasión de llevar a vuestra reverencia lo haga mejor de lo que yo pienso. Dios me libre de tales prisas. ¡Y después dirá de nosotras!
2. A la verdad, yo no diré ahora cosa bien dicha, que tengo poco gusto para decirla. Sólo hay un alivio, que es el temor que pudiera tener, y tenía, que me han de tocar en este «Sancta Sanctorum»3, que yo le digo que es tentación harta la que en esto tengo, y, a trueco de que no se haga esto, pasaré con que todo llueva sobre mí, que harto llueve ahora, según lo he sentido, y bien disgustado se me ha de hacer todo, que en fin el alma siente no estar con quien la gobierne y alivie. Sírvase Dios de todo y, como esto sea, no hay de qué nos quejar aunque más duela.
3. Sepa que cuando acá estuvo vuestra reverencia dejé de comunicar con él para cuando tornase —que lo tendría yo más encomendado a Dios— un negocio del padre Juan Díaz4que me encomendó muy mucho. Y hame pesado harto después que vuestra reverencia no viene, porque no vino acá a otra cosa. Ello es que está casi determinado de mudar estado en nuestra Orden o en la Compañía, y dice que de unos días acá se inclina más a esta Orden, y quiere el parecer de vuestra reverencia y el mío y que le encomendemos a Dios.
4. Lo que yo en este caso siento y le dije es que a él le estaría muy bien, si perseverara, y que, si no, sería mucho daño perder crédito para las im
Ver manuscrito
presiones en que él anda; y así lo digo ahora, aunque algo más estoy sin temor de esto, porque ha mucho que sirve a nuestro Señor, y en fin se ha de sobrellevar en muchas cosas, y él acabaría bien en asentar en una. Dice que dará todo lo que tiene del maestro Avila5adonde entrare, que, a mi parecer, si es como un poco que me dio a leer, serían de gran provecho los sermones a los que no saben tanto como vuestra reverencia; y hombre es que donde quiera dará edificación. Mucho había que dar y tomar en esto. Con el padre Nicolao6lo trataré. Helo dicho aquí a vuestra reverencia para que, si él ya no le ha hablado en ello, me haga caridad de dar a entender que lo traté con vuestra reverencia —porque tendrá razón de quejarse de mí de no lo haber hecho— y vuestra reverencia lo enconmendará a Dios. Pues le conoce mejor que yo, entenderá lo que le conviene responder, y de eso me avise si hay por dónde, que aun éste ha de ser otro trabajo.
5.Aquí va la carta que me envió el obispo de Osma7, y un papel que tenía escrito, que no he tenido lugar para más.
6.A mi parecer, no había vuestra reverencia de ir a Alba sin el padre Nicolao8, para que entienda estas marañas y cuentas de la limosna que dejó el beneficiado9. Harta merced me hizo vuestra reverencia de enviarle10(ya que no se pudo más); porque era menester no ser mocito, sino quien pueda hablar y parecer más. ¡Oh, mi padre!, alabe a Dios que le hizo tan agradable con los que le tratan, que nadie parece hinche ese vacío, que a la pobre Lorencia11todo la cansa. Encomiéndase mucho a vuestra reverencia. Dice que no hay apaciguar ni sosegarse su alma si no es con Dios y con quien, como vuestra reverencia, la entiende. Lo demás le es tanta cruz que no lo puede encarecer.
7.San Bartolomé12se ha quedado muy triste. Enco-miéndase mucho a vuestra reverencia. Echenos la bendición y encomiéndenos mucho a Su Majestad.
El le guarde y téngale de su mano, amén.
8.Sepa que ahí tienen un miedo extraño a la priora13también y costumbre de nunca decir cosa de nada a los prelados. Eso de los estudiantes14que las sirven, es menester mirar. Guárdele Dios.
Indigna sierva e hija de vuestra reverencia,
Teresa de Jesús.
Ver manuscrito

1. El camino: largo viaje a Soria, que comenzará el 29 de mayo y que ella pensó realizar con Gracián, gran amigo del fundador obispo de Osma (Soria). En cambio hará el viaje con Nicolás Doria. Ver MHCT II, 286.
2. Nuestra casa: de Palencia. Ver Fund. 29, 29.
3. Sancta Sanctorum: es Gracián. Temor de las murmuraciones contra él: «...alude a que algún celoso repararía en que el padre Gracián no cuidaba de la Provincia... tanto como debiera, por andarse siempre al lado de la Santa» (A.II, 41, p. 300).
4. El sacerdote Juan Díaz, discípulo y pariente de San Juan de Avila y heredero de los manuscritos de éste. Había patrocinado la fundación de descalzos de Almodóvar (MHCT, I, p. 186).
5. San Juan de Avila.
6. Nicolás Doria, que se hallaba en Palencia.
7. Obispo de Osma: Alonso Velázquez, a quien destinó la Santa la Relación VI, quizás el «papel» de que habla en seguida.
8. Porque Nicolás Doria es entendido en finanzas.
9. El beneficiado: probablemente es don Sancho Dávila (ver c. 371, 4).
10. Enviar al P. Doria a Palencia.
11. Lorencia: la Santa misma.
12. Ana de San Bartolomé.
13. Priora de Salamanca: Ana de la Encarnación (Tapia).
14. Son estudiantes sacerdotes que ofrecen sus servicios a la comunidad.

S.366  E.361  Lf.335  A.II 41  T.165

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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