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Carta 412

Teresa de Ávila

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    teresiano
8 noviembre 1581 (Avila)
A la M. María de San José

Larga misiva, escrita en dos veces, con 15 días de intervalo. La primera parte (1-16) responde a la carta en que madre María le ha referido sus achaques de corazón, la grave enfermedad de la supriora («la mi Gabriela») y la alegría de la casa, sometiéndole a la vez pequeñas dudas de Constitución (recreaciones, silencio, clausura) y tocando de refilón el delicado tema de los ducados debidos al difunto Lorenzo. Con la segunda carta de madre María (n. 17 y sigs.) ha llegado otra del padre Rodrigo Alvarez que pide licencia «con harto comedimiento» para leer el libro de Las Moradas. — Ella,en Avila, está absorbida por el difícil priorato de San José, y enredada en la testamentaría de su hermano Lorenzo. — Intercambio de medicinas: a Sevilla, un memorial para confeccionar píldoras muy loadas contra el mal de corazón; y que a ella le envíen una nueva remesa de caraña.

Para la madre priora de San José, en las descalzas carmelitas. Sevilla.
1. Jesús. — Sea con vuestra reverencia el Espíritu Santo, hija mía. Mucho me consolé con su carta, y no es nuevo, que lo que me canso con otras descanso con las suyas. Yo le digo que, si me quiere bien, que se lo pago y gusto de que me lo diga. ¡Cuán cierto es de nuestro natural querer ser pagadas! Esto no debe ser malo, pues también quiere serlo nuestro Señor, aunque no tiene comparación lo que le debemos y merece Su Majestad ser querido; mas parezcámonos a El, sea en que quiera.
2. Desde Soria le escribí una carta bien larga1; no sé si se la envió el padre Nicolao2; siempre he temido que no la ha recibido. Hartas oraciones se hicieron por acá por ellas. No me espanto sean buenas y estén quietas, sino cómo no son ya santas; porque, como han tenido tantas necesidades, han siempre hecho por acá muchas oraciones. Páguennoslo ahora que están sin ellas, porque por acá hay hartas, en especial en esta casa de San José de Avila, adonde me han hecho ahora priora por pura hambre3: ¡mire para mis años y ocupaciones cómo se ha de poder llevar!
3. Sepa que les mandó aquí un caballero4no sé qué hacienda, que para la cuarta parte de lo que han menester no tienen y no lo gozan hasta otro año, y quitaron luego las limosnas que les daban en la ciudad casi todas, y cargadas de deudas, que yo no sé en qué han de parar. Encomién-denlo a Dios, y a mí, que el natural se cansa, en especial esto de ser priora con tantas baraúndas juntas. Si con ello se sirve Dios, todo es poco.
4. Mucho me pesa que se pa
Ver manuscrito
rezca a mí en nada, porque todo es mal y más mal, en especial en los corporales. Cuando me dijeron del corazón, no me pesó mucho, porque aunque es trabajoso en aquella furia, debe embeber otros y en fin no es peligroso, y como me dijeron temían hidropesía, tuve por bueno eso. Sepa que no quieren muchas curas juntas, mas aplacar el humor es forzoso.
5.Esa memoria que va ahí de píldoras están loadas de muchos médicos y ordenómelas uno muy grande. Entiendo la harán gran provecho usar aunque no sea sino de quince a quince días una, que me han hecho gran provecho, y así ando mejor mucho, aunque buena nunca, y con los vómitos y otros achaques; mas gran provecho me han hecho y son sin pesadumbre. No lo deje de probar.
6.Ya yo sabía de la mejoría de mi Gabriela5, y también supe de su gran mal, que estaba aquí nuestro padre6cuando le dieron su cédula; harta pena me dio, y a Teresa7, que todavía las quiere mucho. Encomiéndase a vuestra reverencia y a todas. Está que alabarían a Dios de verla, y lo que entiende la perfección, y el entendimiento y virtud. Por caridad pidan a Dios se lo lleve adelante, que según anda el mundo no hay que fiar. Harto la encomendamos a Dios. Sea por todo alabado que me la dejó acá. Encomiéndemela mucho y a todas. A la hermana San Francisco8, que me holgué con su carta; que sepa que es muerto Acacio García9, que le encomiende a Dios.
7.En gran manera me holgué de saber estaba ahí el mi buen padre
Ver manuscrito
fray García10. Dios le pague tan buenas nuevas, que, aunque me lo habían dicho, no lo acababa de creer, según lo deseaba. Muéstrenmele mucha gracia, que hagan cuenta es fundador de esta Orden según lo que me ayudó, y así para con él no se sufre velo; para todos los demás, sí, en especial y general, y con los descalzos los primeros, que así se hace en todas las casas.
8.De Indias no traen nada, que ya que lo querían enviar, supieron era muerto mi hermano11(que haya gloria), y es menester enviar recaudos de don Francisco12para traerlos. Lorencio13está casado y muy bien puesto. Dicen que tiene más de seis mil ducados de renta. No es maravilla que no la escriba, que acababa casi de saber la muerte de su padre. ¡Oh, si supiese los trabajos de su hermano y el que tengo con todos estos parientes! Y así ando huyendo de encontrarme en nada con ellos; y con haberlo así dicho al padre Nicolao, que me envió a decir estando en Palencia que consintiese se pagasen, que después los podrían por acá dar, yo le dije que en ninguna manera; y por esto escribí a vuestra reverencia no los enviase por Madrid, que temí lo que se ha hecho, y no me ha parecido nada bien, que soy amiga de llaneza14.
9.Ahora me tornó a enviar a decir los ciento enviaría, y los otros ciento cobrase de donde no se podrán cobrar tan presto. Yo le escribí mostrándome muy enojada con vuestra reverencia y diciendo se debían haber concertado entrambos —y aun hame pasado por pensamiento—, pues, habiéndola yo avisado, hizo lo que hizo, y que su merecido sería pagarlos dos veces, y así lo será si no me los dan. Mas no tiene razón Horacio15, que si vuestra reverencia los dio para que me los enviase, sin su licencia no
Ver manuscrito
basta dárselos su hermano para pagarse de ellos.
10.Dice el padre Nicolao que de una limosna que está obligado a hacer de mil y quinientos ducados, ha de dar a esa casa los mil. De ahí podrá sacar algunos de los demás que ha de dar. Yo le he escrito para que reparta a esta casa16algunos, porque está cierto en extrema necesidad. Si se ofreciere cómo, solicítenos algo —que su hermano17así lo hace—, y vuestra reverencia allá se avenga y cobre los doscientos ducados, que harta estoy de tratarlo con el padre Nicolao, y no le hablaré más en ello. La capilla18se está por comenzar, y si mientras estoy aquí no se hace (al menos se comienza) no sé cómo ni cuándo, que espero, si Dios es servido, ir desde aquí a la fundación de Madrid19.
11.Sepa que en el testamento20están cuatrocientos y treinta ducados, a lo que me parece; y aunque medio me acuerdo21que vuestra reverencia dijo les había dado los treinta, como dejó ya hecho este testamento cuando allá fue y después no hay otra declaración, no sé si aunque los diese se tomará en cuenta. Infórmese por allá. Yo por no me cansar, no torno a ver el testamento para si son más estos 30; allá lo sabrá. Bien creerá que, si ellos fueran míos o en mi mano, que yo gustara más pudiera ser no tratar de esto. ¡Si viese la perdición con que anda su hacienda! Es lástima, porque este muchacho22no era más de para Dios. Y aunque quiero apartarme de todo, dícenme estoy obligada en conciencia; y así no fue nada perder tan buen hermano en comparación de los trabajos que me han dado los que quedan. No sé en qué ha de parar.
12.Esto del padre Nicolao, él pensó que acá dieran luego dineros para
Ver manuscrito
darlos luego; mas lo que me ha disgustado es haberlo porfiado conmigo y, en fin, hacerlo vuestra reverencia y él sin que yo lo quisiese: y cierto que, aunque ahora quiera, que no sé de qué casa me los puedan dar, aunque algunas lo han de pagar, que se repartieron los gastos de la provincia y lo van dando23; mas otras no podrán tan presto, y otras han dado mucho, y mejor pudiera esperar su hermano que no dejarse de hacer la capilla que me deja mi hermano encargada a mí; y si me muero, quedarse ha según las necesidades tiene su hijo24y gastarlo han podrá ser, y aun, según lo que veo, se puede tener por cierto.
13.De cómo le va en lo espiritual no me deje de escribir, que me holgaré, que según ha pasado no puede ser sino bien. Y las poesías también vengan. Mucho me huelgo procure que se alegren las hermanas, que lo han menester, y avíseme si está del todo buena la madre supriora. Pues Dios nos la ha dejado acá, sea por siempre bendito.
14.Las completas y recreación se hace como suele. A letrados lo he preguntado y dicho los inconvenientes25, y también que la regla dice que se tenga silencio hasta «Pretiosa»26no más, y que acá le tenemos todo el día. A nuestro padre no le ha parecido mal.
15.Las puertas de las sacristías que salen a la iglesia se cierran con tabique; no se sale allá jamás, que es descomunión por el «motu proprio»27, ni a cerrar la puerta de la calle. Adonde hay aparejo, quédase la mujer dentro y cierra; aquí, que no le hay, hemos hecho una cerradura que se abra y cierre por de fuera y por de dentro; y cierra por de fuera quien sirve, y abre a la mañana, y queda otra llave a nosotras para si acaeciese algo puedan salir. El no estar la iglesia muy pulida es el trabajo, mas no puede ser menos.
16.Ha de haber torno para ella y buen sacristán, que es la descomunión que sobre esto y la portería pone el papa, que no se puede hacer otra cosa; y bastaba
Ver manuscrito
ser constitución28, que ya está averiguado el peligro que es no guardarla. Si es de costumbre quebrantar una, es pecado mortal.
17.Esta carta tengo escrita más creo ha de quince días. Ahora recibí otra de vuestra reverencia y de mi padre Rodrigo Alvarez29, que en forma le tengo gran obligación por lo bien que lo ha hecho en esa casa, y quisiera responder a su carta y no sé cómo, porque algunas cosas que me pregunta no son para ella, aunque si yo le viera —como quien sabe mi alma— no le negara nada, antes me holgara mucho, porque no haya acá con quien tratar de este lenguaje para que dé consuelo. Si Dios trae acá al padre fray García, le tendré harto en este caso. ¡Oh, qué enojo me hizo de no me decir en esta carta de él! Debe ser venido a Madrid, que así me lo han dicho, y por eso no le escribo, que lo deseo harto, y verla; mas espantarse hía si supiese lo que le debo.
18.Tornando a lo que le decía, si a vuestra reverencia le parece, pues nuestro padre me dijo había dejado allá un libro de mi letra30(que a usadas que no está vuestra reverencia por leerle), cuando vaya allá31, debajo de confesión (que así lo pide él con harto comedimiento), para sola vuestra reverencia y él léale la postrera morada, y dígale que en aquel punto llegó a aquella persona32y con aquella paz que ahí va, y así se va con vida harto descansada, y que grandes letrados dicen que va bien. Si no fuere leído ahí, en ninguna manera le dé allá, que podría suceder algo. Hasta que me escriba lo que le parece de esto, no le responderé. Déle un recaudo mío.
19.En lo que toca a pasarse a San Bernardo33, tiéneme espantada que persona34que las quiere tanto se pudiese engañar de tal manera, que a todas las de esta casa tenía aficionadas, y a mí tanto que no veía la hora que se pasasen allá. No debía haberlo mirado, ni sabido de los moriscos. La vida me hubiera
Ver manuscrito
dado; en eso las tengo yo.
20.Sepa, mi hija, que a mí no me pesará, cuando hallen otra mejor y queden sin mucha deuda, de que se pasen a ella; mas vi tanta careza ahí en casas, que lo tengo por imposible, y que quizá otra que les parezca mejor, tendrá más faltas. A la verdad a mí contentóme mucho ésa. No hay que hablar más en ello ni lo hablará el padre Nicolao, que yo se lo he escrito. Crea que a él le pareció acertaba mucho, y yo, como las he visto con gana de salir de ahí y me dijo tanto bien, alababa a Dios. El nos dé luz para acertar en todo. Poca salud trae. Encomiéndenle a Dios que le guarde, que perderíamos mucho, y esa casa más.
El sea con vuestra reverencia, mi hija, y con todas y me las haga santas.
Son hoy 8 de noviembre.
21.Ya me habían dado las nuevas de la casa, que me espanté. Sepa que se ha repartido tanto de la caraña, que ya tengo muy poco, y es lo que más provecho me hace, y a otras. De que vea con quién, envíemelo, por caridad, y pídanme todas a Dios con qué he de dar a comer a estas monjas, que no sé qué haga. Todas se le encomiendan mucho.
De vuestra reverencia sierva.
Teresa de Jesús.
Ver manuscrito

1. Alude probablemente a la carta 395, de la que sólo queda un fragmento.
2. Nicolás Doria, que había venido con la Santa a la fundación de Soria.
3. Apreturas económicas de la comunidad de San José.
4. Un caballero: probablemente Francisco de Salcedo.
5. Leonor de San Gabriel.
6. Jerónimo Gracián.
7. Teresita, la sobrina de la Santa, ahora novicia en San José y que en 1575-76 había conocido a las carmelitas de Sevilla.
8. Isabel de San Francisco.
9. El sacerdote con quien se encontró en Villacastín (c. 405, 2).
10. El dominico García de Toledo (ver c. 366, nota 11).
11. Lorenzo de Cepeda.
12. Francisco de Cepeda, hijo mayor del anterior
13. Lorenzo de Cepeda, hijo de Lorenzo de Cepeda, que había regresado a América.
14. En cartas anteriores (366, 3-6; 405, 4), la Santa había dado instrucciones precisas a madre María sobre el envío del dinero debido al difunto Lorenzo. Pese a esas cautelas, los ducados fueron a parar a manos del canónigo Horacio Doria que los retuvo para resarcirse de préstamos hechos a los descalzos.
15. Horacio Doria, hermano de Nicolás Doria.
16. Esta casa de San José de Avila.
17. Su hermano: Nicolás Doria.
18. La capilla mandada construir por Lorenzo de Cepeda con esos ducados...
19. No irá a Madrid, sino a Burgos.
20. En el testamento de Lorenzo de Cepeda constaban de hecho los 430 ducados (ver c. 350, nota 4).
21. La Santa escribe titubeando: me medio me acuerdo.
22. Ese muchacho: Francisco de Cepeda, hijo de Lorenzo.
23. Como los 200 ducados fueron retenidos por don Horacio a título de los adelantados por él a los descalzos para el viaje a Roma, ahora habrá que recaudar esa cantidad entre las casas de las descalzas.
24. El hijo de Lorenzo: Francisco de Cepeda.
25. La Santa ha introducido en las Constituciones de las descalzas una recreación después de completas, mientras que la Regla prescribía el silencio a partir de éstas hasta el día siguiente, terminada prima.
26. Pretiosa: palabra con que iniciaban las preces de prima una vez leído el martirologio.
27. Alude al «De sacris Virginibus» de Gregorio XIII (30.12.1572).
28. Expresamente había quedado prescrito en las recientes Constituciones de Alcalá (1581), capítulo 3.
29. Jesuita de Sevilla.
30. Libro de mi letra: autógrafo del Castillo Interior.
31. Cuando vaya allá Rodrigo Alvarez.
32. Aquella persona es la misma Santa, autora y protagonista del libro.
33. De nuevo alude al proyecto de madre María de trasladar la comunidad de Sevilla a otra casa cerca de San Bernardo.
34. Parece referirse a Nicolás Doria (ver n. 20).

S.385  E.382  Lf.355  A.II 100  T.258

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Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila un 28 de marzo de 1515, siembra nuevos Carmelos por los caminos de España, vive una experiencia mística plena, que luego transmite en múltiples escritos y un nutrido epistolario. Doctrina y magisterio que avalará la Iglesia incluyéndola en el Catálogo de sus Santos y otorgándole, pro vez primera a una mujer, el título de Doctora.

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