Carmelita en la Encarnación de Avila. En 1567 comparece ante Rubeo dos veces, pidiendo, entre otras cosas, que ‘se arriende la huerta’, ‘que no se mude la priora’, ‘que vengan los de la Compañía de Jesús’ (EstTer 1,308.316). En la Respuesta a un Desafío (n. 27), como miembro que es de la ‘Hermandad de Nuestra Señora de la Transfixión’, reta a meditar cada día un rato en las angustias de la Virgen, y a pedir por ‘la vida de nuestra madre priora Teresa de Jesús, para aumento de nuestra orden’. Acompañará a la Santa en varias fundaciones, incluidas Pastrana, Segovia y Salamanca (Retablo de carmelitas, p. 52), si bien por su escasa salud no pasará definitivamente a los Carmelos teresianos. Estando las dos -ella y la Santa- en el Carmelo de Salamanca, escribe ésta a Juana de Ahumada: ‘doña Antonia se le encomienda: ya está buena, sin cuartanas’ (cta 57,4).
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