T menciona numerosas veces a san Agustín. Pocas, en cambio, a los agustinos. En Vida 2,6 refiere el período (‘año y medio’: V 3,2) pasado en el colegio abulense de agustinas de Santa María de Gracia, y su vivo recuerdo de la regente de las jóvenes educandas, Dª María de Briceño, que despertó en T la vocación religiosa (V 3, 1-2). En el curso de sus fundaciones recordará asimismo la resistencia de los agustinos de Medina a la erección del Carmelo en esta ciudad (F 3,4-5: ‘que forzado había de haber pleito’), y más adelante la resistencia de T misma al ingreso de una monja agustina en el Carmelo de Pastrana (cta 230,7). Los dos agustinos más célebres en la historia teresiana son: Lorenzo de Villavicencio, que actúa en la comisión nombrada por Sega para decidir la suerte de Gracián y de los descalzos y, ya en la historia póstuma de T, fray Luis de León, primer editor de sus escritos y opositor de N. Doria en la defensa de las Constituciones de la Santa. Villavicencio, L. Luis de León.
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