Es una de las ventas andaluzas en que hubo de hacer un alto la Santa en su viaje de Beas (Jaén) a Sevilla (cf F 24,5). Es quizá la más famosa, pero difícil de identificar. Ni la menciona T en el relato de las Fundaciones (cf ib 14-15), en que sí alude a los trances difíciles pasados en alguna de ellas (n. 8). Es María de san José, compañera de T en ese viaje, quien relata lo ocurrido en esa venta: ‘Salidas de aquí [de Ecija], proseguimos nuestro camino hasta llegar a Sevilla… Acabaré con el postrero día, que fue llegar a una venta a medio día, miércoles de las cuatro témporas de la Santísima Trinidad, donde sólo hallamos para comer unas sardinas muy saladas… Al fin, hecho algún reparo con mantas de jerga para el sol, y por estar más recogidas de infinidad de gente infernal que en aquella venta y cerca de ella había, la cual nos dio mucho más tormento que todos los que he dicho, porque si no lo viéramos no pudiéramos creer que tan abominables gentes había entre cristianos. No podían oír nuestros oídos los juramentos y reniegos y abominaciones que decían… Al fin, echaron mano a las espadas y comenzaron tal guerra que todo parecía venido sobre nosotras… Había más de 40 espadas…’ (Libro de Recreaciones, rec. 9. BMC 18,201).
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