‘Nació en la ciudad de Pamplona, año de 1550. Fueron sus padres don Juan de Arbizo y doña María de Arbizo, parientes de los duques de Nájera, que fueron virreyes de aquel reino’ (Reforma 5, L. 15, c.6). Muy niña aún, quedó huérfana de madre, y a los diez años era ya menina de la reina Isabel de Valois. Con ella asiste al encuentro de Bayona (1565). Dama de la Corte de Madrid, ‘era gran lectora, excelente latina, superior música…, dibujaba, bordaba y pintaba con tal arte…’ (ib). Muerta la reina en octubre de 1568, Ana sigue en palacio hasta 1570, en que el rey contrae nuevas nupcias y ella opta por la vida religiosa. Pasa varios meses en el palacio de la princesa de Eboli, y cuando ésta enviuda (29.7.1573) y decide tomar el hábito de descalza, hace que se lo impongan también a Ana de Arbizo y a otra de sus criadas. De las tres, sola Ana persevera. No regresa al palacio de la princesa, cuando ésta abandona el convento. Aún novicia, acompaña a la comunidad en su éxodo a Segovia, donde profesa el 28.10.1574. A fines del año siguiente es señalada por la Santa para la fundación de Caravaca (enero de 1576). De salud quebradiza esos primeros años, en 1585 la escoge fray Juan de la Cruz para el Carmelo de Málaga, pero queda en Granada como supriora y maestra de novicias. Desempeña el cargo de priora sucesivamente en Granada (1589), Sevilla (1592), Ubeda (1595-1602) y de nuevo Granada (1602). Muere en este Carmelo el 9.2.1618. A ella y a sus achaques de salud alude la Santa en carta a Ana de s. Alberto: 2.7.1577, n. 9. Ana depuso en el proceso de la Santa, en Granada (La Fuente, Obras… II, 388). Es uno de los raros testigos oculares del fenómeno de levitación de T (ib.).
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