Colaborador de T en la fundación del Carmelo de Toledo (1569). T hace su elogio en F 15,6-9. Era joven (entre 20 y 22 años), ‘nonada rico sino harto pobre’. Enviado por el santo franciscano Martín de la Cruz, para ayudarla a buscar casa. Fue acogido por las monjas entre bromas (‘rieron mucho de mí’). Pero enseguida les consiguió casa y les trajo las llaves. T le cobró amor y confianza, y lo puso en relación con sus amistades toledanas. Le regaló, entre otras cosas ‘que este testigo tiene… un rosario…que estima en tanto, que ninguna cosa de su casa tiene más guardada que ello’ (deposición de Andrada en el proceso de canonización de T en Toledo, 1596: BMC 18, 273). Algunos escritos autógrafos ‘la misma madre T de Jesús se los dio para que se los diese a trasladar’, traslado que aún posee Andrada en 1596, cuando ‘es de edad de 48 o 50 años, poco más o menos’ (ib p. 272). A mediados del siglo XVII escribía Francisco de santa María: ‘No quiso Dios que Andrada quedase sin premio de la buena obra que a la Santa había hecho. Colmóle adelante de hacienda; diole una mujer honrada y virtuosa, y sucesión no corta, de que hoy hay descendientes, que atribuyen a las oraciones de la Santa las mercedes que de Dios reciben, y enseñan algunas cosas de devoción que dio a su abuelo’ (Reforma, T I, libro 2º, c. 23).
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