Término y concepto de origen bíblico. En el Nuevo Testamento, el Evangelio comienza con apariciones de ángeles a María y a José (Mt 1,20; 2,13), a Zacarías y a los pastores (Lc 1,11; 1,9.13); y termina con las apariciones del resucitado a María y a los apóstoles (Lc. 24,34) y por último a Saulo (He 9,17). De ese trasfondo bíblico y de la lectura del Flos Sanctorum depende el léxico y el pensamiento de Teresa.
Ella habla indistintamente de ‘apariciones’ (M 6,9,11; 6,10,1; F 8,4) y ‘aparecimientos’ (M 6,8,1; 7,2,3… También ‘representaciones’, ‘representarse’: F 8,2; V 40,5; R 4,1; 39; 48). Ambos términos con igual significado: percepción absolutamente gratuita y sobrenatural de seres ultraterrenos, Dios, Jesús, los santos. Nunca habla de apariciones ‘exteriores’, perceptibles con los ojos o sentidos corporales (V 28,4; 30,4). Identifica aparición con ‘visión imaginaria’ (M 7 2,3) o con ‘visión intelectual’ (M 6,8,1). Desde el punto de vista doctrinal, aprecia su valor y eficacia dentro de la vida mística cuando se trate de verdaderas gracias de Dios (M 6,9,11), pero advierte que ‘no está en esto la santidad’ (F 4,8). Por eso mismo, previene contra las alucinaciones o falsas apariciones, ya sean truco de la propia imaginación, ya insidia del diablo (F 8,4, etc.).
Ella misma ha tenido numerosas apariciones interiores (intelectuales e imaginarias): de la Trinidad (M 7,1,6; R 25…); del trono de Dios (V 39,22); del Espíritu Santo en figura de paloma (V 38,9-12), de Jesucristo (V 7,6: primera aparición; 27,2: gran visión intelectual de su Humanidad santa; 28 tít; 39,1.24; 40,20; M 7,2,3; R 35 etc.); de la Virgen María (V 33,14-16; 36,24; 38,13; 39,26…; R 25; 48 etc); de san José (V 33,12.14…); de santa Clara (V 33,13); san Pedro y san Pablo (V 29,5); san Pedro de Alcántara (V 27,19;36,30); de otros santos (V 40,13 y 38,15); ‘si ve algunos santos, los conoce como si los hubiera mucho tratado’ (M 6,5,7); su padre y su madre en el cielo (V 38,1); su hermana María después de muerta (V 34,19); el P. Pedro Ibáñez (V 38,13); el fundador del Carmelo de Valladolid, don Bernardino de Mendoza (F 10,15). Apariciones de Angeles (V 29,13; 31,11; 33,15; 39,22; R 25…) e incluso de demonios (V 31,2-3.9.10).
Sobre la naturaleza y efectos de las apariciones místicas, cf ‘Visiones’.
T. A.