En tiempo de T, Argel era una de las ciudades guarida de piratas y mazmorra de cautivos cristianos. Por los años en que Cervantes se halla cautivo en Argel (1575-1579), T escribía a las carmelitas de Sevilla, gravemente atribuladas: ‘entre sus hermanas están y no en Argel’ (carta a la comunidad hispalense: 21.1.1579, n. 4). Por esas mismas fechas recordaba en los Conceptos del Amor de Dios(cta 3, n. 8) el caso de un amigo franciscano, Alonso de Cordobilla, que ‘después de muchas importunaciones recaudó licencia de su General’ para ‘ir a trocarse por un cautivo… y estando cuatro leguas de Argel le llevó el Señor consigo’.
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