La idea de que la vida cristiana es lucha y que hay armas espirituales para combatir ‘la buena batalla’, le viene a Teresa del Nuevo Testamento, cuyos textos más típicos leyó ella con suma frecuencia (¿semanalmente?) en la Regla carmelitana, una de cuyas rúbricas comenzaba: ‘Y porque la vida del hombre sobre la tierra es toda tentación, y los que piadosamente quieren vivir en Cristo han de padecer persecución (2Tim 3,12), y vuestro adversario el demonio anda a la redonda, como león rugiente, buscando a quién tragar (1Pet 5,8), procurad con toda solicitud vestiros las armas de Dios para que podáis resistir a las asechanzas del enemigo’ (Ef 6,11).
A continuación, la Regla carmelitana extraía de la panoplia bíblica, especialmente de san Pablo, una serie de armas simbólicas: ‘el cinto de la castidad’ (Ef 6,14), el pectoral de ‘los buenos pensamientos’ (Prov 2,11), ‘la loriga de la justicia’ y ‘el escudo de la fe’ (Ef 6,16), ‘el yelmo de la salud y gracia’ (Ef 6,17), ‘la espada del espíritu, que es la palabra de Dios’ (Ef 6,17). De hecho, T no mencionará ninguna de esas piezas de la armadura bíblica. Retiene únicamente el simbolismo general. Militamos bajo Cristo, que es ‘el capitán del amor’ (C 6,9); sus armas fueron ‘cinco llagas’ (F 10,11). Las nuestras, ante todo, ‘la pobreza’ y ‘la oración’: ‘estas armas han de tener nuestras banderas : (pobreza) en casa, en vestidos, en palabras y mucho más en el pensamiento Que, como decía santa Clara, grandes muros son los de la pobreza. De éstos decía ella y de humildad quería cercar sus monasterios’ (C 2,8). Para ‘pelear con todos los demonios, no hay mejores armas que las de la cruz’ (M 2,6). A ella dedicará uno de sus poemas (Po 18).
‘Cruz, descanso sabroso de mi vida,
vos seáis la bienvenida.
Oh bandera, en cuyo amparo
el más flaco será fuerte.
Oh vida de nuestra muerte,
Qué bien la has resucitado:
Al león has amansado ’
En ese su armamentario, entra también la ‘determinada determinación’ (M 2,6) que ella cree arma decisiva en la lucha ascética por varias razones que enumera en C 23.
En otro de sus poemas (22), dedicado a san Hilarión que de soldado pasó a la vida monástica enumera, en bello desorden poetico, las armas con que este ‘guerrero ha vencido al mundo y a sus valedores’. Son éstas. Soledad (ya antes había escrito de la clausura: ‘encerradas peleamos’: C 3,5), pobreza, destreza, penitencia y paciencia, la cruz y el amor, virtudes con que ‘ya ha ganado la corona / y se acabó el padecer’ (Po 22).
En ese cruce de imágenes, entran en juego el gran simbolismo del ‘castillo’ con su ‘artillería y baterías’, la figura del ‘gran adversario nuestro’ el diablo, la tesis de que ‘venimos a morir por Cristo’ (C 10,5), o la consigna de ‘antes morir’ que cejar en la demanda (C 23,5).
En la pedagogía de T, precisamente mientras se halla bajo la dirección espiritual de fray Juan de la Cruz, tiene relieve especial la vuelta a lo divino de la justa o torneo profano, en la piececita titulada ‘Respuesta a un desafío’. Este pequeño escrito no es composición exclusivamente suya, sino más bien trabajo de grupo, obra de unas 23 monjas y de fray Juan de la Cruz. Refleja en cierto modo la ascesis comunitaria, con las típicas ‘virtudes de la lucha espiritual’. En el grupo hay un ‘mantenedor’, encargado, como en las justas, de ‘mantener la tela’ (expresión que indicaba la tarea principal de la justa). ‘Mantener la tela’ en la propia vida espiritual, es tarea de la voluntad (cf V 18,12). En la ascesis comunitaria, es tarea de quien está al frente del grupo (D, nn. 1-4).
Para una elemental evaluación de este enfoque combativo de la ascesis teresiana, hay que tener en cuenta ante todo su inspiración bíblica paulina, así como el entronque de esa temática en la primordial espiritualidad del Carmelo, que en sus orígenes estuvo encarnada en una comunidad de ex-cruzados, guerreros pasados de la milicia terrestre a la vida monástica; y sobre todo el hecho de que sea una mística, y por remate una mujer, quien acentúa ese aspecto de militancia combativa, como nota fuerte de la vida cristiana. Ajedrez, ascesis, desafío, simbología bíblica.
BIBL. Tomás Alvarez, Una instantánea de dinámica comunitaria…, en «Estudios Teresianos», 3, pp. 287-312.
T. Alvarez