Es el primer Carmelo fundado por T (1562). Lo historía ella repetidas veces: en Vida, 32-36, preparativos y erección (narración que ella desearía transmitir a la posteridad, en caso de que arrojasen al fuego el resto del libro: V 36,29); en Fundaciones c. 1, idilio y fervores del primer quinquenio; de nuevo en Fundaciones, epílogo, cambio de jurisdicción, de la diócesis de Avila a la Orden del Carmen.
a) La fundación.T emprende la fundación hacia 1560, por inspiración divina dice ella (V 32): punto de partida de toda su obra fundadora. La asesoran en el proyecto su confesor, el dominico Pedro Ibáñez, y san Pedro de Alcántara. Son muchos otros los que intervienen en la empresa, por amistad o por solidaridad con T: su hermano Lorenzo de Cepeda, con ayuda económica desde Quito (V 33,12; cta 2), los sacerdotes abulenses G. Daza y J. de Avila; el ‘caballero santo’ F. de Salcedo, D.ª Guiomar de Ulloa y su madre D.ª Aldonza, la familia Ovalle, de Alba, el provincial de los carmelitas Angel de Salazar (V 32,13), otro dominico insigne, D. Báñez (V 36,15), la beata María de Jesús, también fundadora del Carmelo de Alcalá de Henares, y finalmente el obispo de la ciudad, don Alvaro de Mendoza. ‘Día de san Bartolomé [24.8.1562]… se puso el Santísimo Sacramento y con toda autoridad y fuerza quedó hecho nuestro monasterio del gloriosísimo Padre nuestro san José…’ (V 36, 5). Habían precedido numerosas dificultades, a las que se sumarán otras mayores.
b) Licencias de erección.No parece que la Santa haya cuidado de obtener licencias urbanas, de donde le vendrán ingentes dificultades. Las ha obtenido muy cumplidas de la autoridad eclesiástica. En vista de que el provincial carmelita retira sus poderes, T recurre a Roma, de donde le llegan dos breves de la sagrada Penitenciaría (el primero con fecha del 7.2.1562; el segundo emitido el 5.12.1562), seguidos de una bula papal (del 17.5.1565: cf MHCT, 1, pp. 9 y siguientes). La autorización para trasladarse ella misma desde La Encarnación a San José, se la otorga el provincial probablemente ese mismo año 1562, licencia refrendada por el nuncio papal A. Crivelli el 21.8.1564 (cf MHCT 1, 31). Ella misma desempeñará el cargo de hermana ‘mayor’, y será luego la primera priora de la comunidad.
c) La casa.La nueva fundación se erige en unas pobres casas, apresuradamente adaptadas, extramuros de la ciudad. Aprovechan una exigua conducción de agua del servicio urbano. Dedican a San José el nuevo monasterio. Y erigen en la huerta una serie de ermitas, dedicadas las principales al Santo Cristo, a san Agustín, a santa Catalina, a la Virgen de Nazaret… Pero el lugar entero está repleto de recuerdos teresianos: su celda, la sala de recreación, el capítulo, el coro, la pobre cocina y el refectorio, la ‘escalera del diablo’ donde T se dislocó el brazo en la noche del 24.12.1577, numerosos cuadros, objetos y libros, pobreza ambiente. En este convento de San José recibió ella numerosas gracias místicas (cf V 20,5; 36,24; F 1,8: R 67…). Aquí escribió la mayor parte de su legado doctrinal: el Libro de la Vida, dos redacciones del Camino de Perfección, gran parte del Castillo Interior, parte de las Fundaciones, etc. y numerosas cartas (desde la cta 3: ‘a los Señores del Concejo’).
d) Las fundadoras.Fundadoras o promotoras externas de la nueva casa son dos amigas generosas de la Santa: D.ª Guiomar de Ulloa y su madre doña Aldonza, a quienes vienen dirigidos los primeros documentos romanos que facultan la fundación. Aquélla había ofrecido, desde el primer momento, su ayuda económica para la casa (V 32, 10). Fundadoras internas, o pioneras del nuevo Carmelo fueron Antonia del Espíritu Santo, María de la Cruz, Ursula de los Santos y María de san José, hermana de Julián de Avila, el cual sería pronto capellán de la comunidad. A las cuatro jóvenes les impuso el hábito, en nombre del obispo diocesano, el sacerdote Gaspar Daza: ‘estuve yo [T] a darles el hábito y otras dos monjas de nuestra casa misma [carmelitas de la Encarnación] que acertaron a estar fuera’. Eran D.ª Inés y D.ª Juana de Tapia, que luego pasarían al Carmelo teresiano y serían prioras de los Carmelos de Medina y de Salamanca. Priora insigne de San José fue María de san Jerónimo, que en 1574 cedió el puesto prioral a T, y en 1582, sucedió en el priorato a ésta, una vez muerta.
El pequeño carmelo de San José fue definido por T ‘rinconcito de Dios’, ‘esta bendita casa’ (V 35,12; 40,21). ‘Me dijo [el Señor] que era esta casa paraíso de su deleite'(V 35,12). ‘Esta casa es un cielo, si le puede haber en la tierra…’ (C 13,7).
Bibl.Libro de la Vida, de T, cc. 32-36; Anónimo, San José de Avila. Rinconcito de Dios, paraíso de su deleite, Burgos 1998; Tomás Sobrino Chomón, San José de Avila. Historia de su fundación, Avila 1997; E. Ruiz Ayúcar, El municipio de Avil ante la fundación de San José, Avila, 1982.
Fernando Domingo