Pedro de la Banda (o Vanda): caballero salmantino sumamente difícil en sus tratos con la Santa los años 1570-1582. Vende a ésta una casa para que se traslade a ella la comunidad de carmelitas desde el caserón de los estudiantes, donde habían residido unos ‘tres años’ (F 19,6). La Santa y Pedro de la Banda firmaron el contrato de compraventa el 6.10.1573. Por ser mayorazgo dicha casa, hubo que solicitar la licencia regia. En espera de ésta, T deposita mil ducados en poder del caballero salmantino Jerónimo de Carvajal. A primeros de agosto de 1573, la Santa está en Salamanca y presenta al vendedor ‘la cédula del rey… para hacer luego la probanza’ (cta 54,1). El 28 de septiembre traslada la comunidad a la nueva casa, en espera de la licencia real (F 19,9). Pero ocho días después se les presenta ‘el caballero cuya era la casa [don Pedro] tan bravo, que yo no sabía qué hacer con él’ (F 19,10). La tensión entre vendedor y compradoras no remite. El 8.10.1573 le escribe T una carta razonando las cosas (cta 56). Al año siguiente, ‘este negocio de Pedro de la Banda nunca se acaba’, escribe ella a Báñez (58,5). Cuando en 1576 la Santa historía la fundación, aún duda ‘si quedará allí el monasterio… o en qué parará’ (F 19, 11). Poco después opta por emprender la retirada y abandonar la casa en cuyo arreglo ha invertido un dineral (BMC 20,34-35). A 12 de septiembre de 1579, el Obispo de Salamanca, D. Jerónimo Manrique, firma la licencia para que ‘la religiosa Teresa de Jesús… pueda trasladar y mudar… el convento a otra casa desta ciudad, donde le pareciere a propósito’ (BMC 6,152). Ella pone el asunto en manos de su amigo García Manrique (cta 361). Y, entretanto, tramita la adquisición de las casas de un indiano-salmantino, residente en Lima, del que no hay noticias de si vive o si está muerto: ‘estoy concertada escribe ella con quien las hereda [las casas], muerto él’, porque ‘es la mayor lástima del mundo lo que padecen [las monjas] en las [casas] que están, que no sé cómo no son muertas’ (cta 347, 18: del 4.7.1580; cf 350,3). Trámites en vano, mientras sigue el acoso de Pedro de la Banda. Todavía un mes antes de morir, durante el viaje de Burgos a Alba, la Santa se encuentra con él en Valladolid, y ambos renuevan el contrato de la casa, pero por solo un año (cta 465,8). En definitiva, no hubo avenencia posible con don Pedro, y la comunidad abandonará su edificio en 1582. ‘Lo que sé es que en ningún monasterio de los que el Señor ahora ha fundado de esta primera Regla no han pasado las monjas, con mucha parte, tan grandes trabajos’ (F 19, 12). La M. Fundadora morirá sin resolver el problema. Aparte las dos cartas de la Santa a don Pedro (nn. 54 y 56), el epistolario teresiano abunda en alusiones a él y a su embrollada venta. Agustín de los Reyes. Cf BMC 6, 143.152.
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