1.Premisas biográficas.La primera biografía de T se debe a ella misma. Se halla en su autobiografía, escrita a los 50 años de edad (T vivirá 67), y parcialmente prolongada en el libro de las Fundaciones, concluido unos meses antes de su muerte. Abundan otros retazos biográficos, debidos a su pluma. Sus cartas albergan el mayor arsenal de datos históricos sobre la autora. Quizá más con talante de autorretratos que de autobiografía, ella misma nos legó una serie de Relaciones (seis relatos extensos y unas sesenta instantáneas más breves, o brevísimas) que abarcan el arco más extenso de sus últimos años: desde 1560 hasta 1581. Autorretrato y autobiografía introspectiva son géneros literarios de amplio cultivo en sus escritos. Incluso en sus poemas. Cada uno de los soliloquios de sus Exclamaciones es una estampa de su alma y un jirón de su vida. Teresa es insistente en esa actitud de pensarse y relatar lo vivido: redactó al menos dos veces su autobiografía. También dejó doble redacción de alguna de sus Relaciones.
Antes que ella, se había ocupado de su vida un teólogo amigo, el dominico Pedro Ibáñez. A él debemos dos piezas excepcionales, titulada la primera Dictamen, la segunda Informe. Escritas ambas hacia 1561, cuando Ibáñez conoce ya alguna de las Relaciones autobiográficas de T, y probablemente su primera redacción de Vida. Ninguna de las dos piezas sigue el curriculum de T. Se limitan a reseñar la situación que ella vive en el paso de lo exterior a lo interior, de la lucha ascética al remanso de la experiencia mística. Y tienen el mérito histórico de conectar en directo con la vida en marcha, y con la versión que T misma da de su aventura humana. Las dos piezas ofrecen no tanto hechos cuanto claves de lectura, se apoyan en documentación de primera mano y han sido escritas para confrontarlas con la evaluación que otros letrados hacen de la vida de T. Quizá para remitirlas a ella misma, como espejo crítico de la propia versión de los hechos.
En vida de T, hubo todavía otras dos revisiones de lo narrado por ella en su autobiografía, el Libro de Vida. De mano maestra las dos. En 1568, el Maestro de entonces, san Juan de Avila, evalúa por escrito la autobiografía teresiana (carta a la Santa, del 12.9.1568). Pero él no ha podido confrontar ese autorrelato con la persona y la vida de T, a quien jamás ha visto. Esa labor de confrontación entre el autorretrato y la persona real la hará en cambio el teólogo salmantino Domingo Báñez, en 1575. El profesor dominico lee el autógrafo de Vida, y lo confronta con la persona y la vida que él conoce de cerca. No lo destina a la encausada, sino a los extraños señores de la Inquisición. Balance señero y sereno, válido aún para el biógrafo crítico de nuestros días. Ese escrito de Báñez se conserva todavía hoy, añadido a las últimas páginas del autógrafo de Vida.
2. Esos datos nos sitúan ante una figura histórica, Teresa, que no sólo ha escrito la propia biografía y la ha hecho contrastar con evaluaciones ajenas, sino que durante años ha mantenido una constante y tensa actitud de relectura e interpretación de lo vivido. Hecho determinante a la hora de elaborar hoy su biografía. Cierto, habrá que enmarcarla en la historia de su tiempo. Pero por otro lado, mucho más radical y decisivo, habrá que tener en cuenta que ella ha anticipado ya un guión de su propio curriculum, y que la clave interpretativa de lo vivido la ha fijado en los acontecimientos interiores, psico-religiosos. Es decir, en el caso de T hay una historia interior, sin la cual no se puede escribir su biografía.
Por ese motivo conviene notar ante todo cuáles fueron los flecos biográficos más cotizados por ella al contar su vida. Sin duda, T hizo siempre una narración selectiva. Nunca intentó hacer un relato global, abierto a todo lo vivido. Se historía en clave religiosa. Y mística. Hace una narración sesgada hacia eso que en historiografía bíblica suele llamarse historia de salvación. No desconecta el hecho religioso de su arraigo en la vida concreta. Pero es aquél el que vertebra su relato. Sobre esa base podemos apuntar los aspectos que ha preferido al historiarse. Son más o menos los siguientes:
a) Le ha interesado el hecho familiar. Teresa comienza su autobiografía por la vida de hogar. (En contraste, por ejemplo, con san Ignacio de Loyola, que inicia la propia autobiografía con el asedio de Pamplona, y el tiro de bombarda que lo deja malherido). Teresa opta por no casarse. No funda nueva familia. Se hace religiosa. Pero toda su vida seguirá vinculada al drama familiar: su padre, hermanos, cuñados, sobrinos, parientes lejanos… Así, hasta el complejo episodio final de Teresita, que la acompaña en el viaje de Avila a Burgos, y de Burgos a Alba, donde la Santa muere.
b) Teresa tiene una larga historia de amigos y amistades. También su autobiografía comienza refiriéndose a ellos. Poco a poco el crucigrama de amigos y amigas se le irá adensando. Con implicaciones en su vida interior, en su peripecia de fundadora y escritora, incluso en su vida mística. En ese entramado relacional, T subraya su condición de mujer. Ella vive en grupo de mujeres. Escribe todos sus libros desde un yo femenino. Casi todos, para lectoras mujeres. En clima y contexto antifeminista. Vigilada de cerca por los dueños del saber, que son siempre varones letrados.
c) A Teresa le interesa su condición de monja. Su vida es, también, la historia de una vocación religiosa. No sin altibajos y crisis en los primeros años. Luego, con apertura de horizontes. Horizontes que se le abren hacia un pasado lejano: ella se siente venir de la casta de los profetas bíblicos. Y a la vez abre horizontes hacia una nueva interpretación de la vida religiosa, en la que enrola a seguidores como fray Juan de la Cruz y Jerónimo Gracián. Esa su inserción en las estructuras de la vida religiosa le originará enfrentamientos y períodos borrascosos al final de su vida. Pero pondrá en evidencia su temple de líder. Ella misma cuenta la historia de ese liderazgo en el último de sus libros, las Fundaciones.
d) Aunque aparentemente lo soslaye en sus relatos autobiográficos, T tiene su sentido de inserción en la historia circundante. Inserción en la cultura: ella misma historía sus lecturas y hace el balance de sus letrados (R 4). Anota los acontecimientos profanos que la impactan: guerra de los moriscos en la serranía andaluza, guerra de Castilla y Portugal; guerras de religión en Francia. Tiene la mira puesta allende el Atlántico: las Indias Occidentales le interesan por motivos múltiples. Entran en su historia interior y exterior. Más que todo eso le interesa la Iglesia: el Concilio, la Inquisición, el Papa y sus Nuncios y Comisarios, el P. General Rubeo, el Obispo de Avila y los obispos de Toledo, de Sevilla, de Burgos…
e) Pero sobre todo, T tiene en su historia un filón interiorlleno de episodios. Lleno de sentido. Zona de anclaje de cuanto le sucede en superficie. En última instancia, es ése el sector que a ella le interesa. Al futuro biógrafo, la suma de datos referentes a ese sector lo introducen en la interioridad de Teresa y lo elevan a la esfera de lo místico. Lo místico es la irrupción de lo trascendente en el tejido histórico de esta mujer. Ella dialoga con el Señor de la trascendencia. Con absoluto realismo cuenta hechos místicos fulgurantes: éxtasis, gracia del dardo, órdenes expresas de lo alto, visiones y previsiones de futuro. Todo en el espacioso tablado de su alma. El futuro biógrafo, cualquiera que sea su ideología, no podrá prescindir de esa secuencia de hechos transpsicológicos o trascendentes. Son ellos el resorte motor de la escritora, la andariega, la fundadora. Fuerza secreta de la enferma crónica que es T.
3. Síntesis biográfica.Señalaremos las etapas y los hechos más destacados de su biografía. Teresa nace en Avila el 28.3.1515. Vive algo más de 67 años. Muere en Alba de Tormes el 4/5.10.1582, al término de su postrer viaje, de Burgos a esa villa. En su curriculum se distinguen netamente tres jornadas: 20 años de vida en familia (1515-1535); 27 años de vida carmelita en la Encarnación de Avila (1535-1562); y otros 20 años de fundadora (1562-1582).
Entre los acontecimientos de la primera jornada destacan: las lecturas infantiles y su escapada a ‘tierra de moros’; el pleito de hidalguía de la familia paterna (los Sánchez Cepeda), entre los 5 y los 7 años de T (1519-1522: ni a ese pleito ni al origen converso de la rama familiar paterna aludirá T jamás); amistades de Teresa entre adolescencia y juventud; muerta su madre (1528), la internan en Santa María de Gracia; ahí la primera enfermedad de T; desde Avila asiste a la partida de sus primeros hermanos a América, mientras ella queda de ama de hogar; termina venciendo la oposición de su padre con nueva fuga a la Encarnación.Marco socio-geográfico reducido: familia, ciudad de Avila y entorno.
Segunda etapa: T inicia vida carmelita en la Encarnación a los 20 años; profesa dos años después (1537); se identifica plenamente con el nuevo género de vida (V 4,2); pero le sobreviene una grave enfermedad, que la hace viajar a Becedas (1538) y ponerse en manos de una curandera; de regreso a la casa paterna, está cuatro días en coma profundo (agosto 1539); siguen ‘más de ocho meses’ totalmente tullida; recuperación lenta en la enfermería de la Encarnación, durante ‘casi tres años’ (1539-1542). Con la salud, T reanuda amistades de antaño y afloja en la vida monástica. Se rehace de esa mengua de fervor, y al morir su padre (1543) entabla sus primeras relaciones espirituales con letrados dominicos (V 7,17), jesuitas, carmelitas…, con san Pedro de Alcántara, Francisco de Borja, etc. Lectura de las Confesiones de san Agustín (1554). Escribe las primeras Relaciones (1560). Finaliza esa etapa con un viaje a Toledo y permanencia en el palacio toledano de D.ª Luisa de la Cerda (enero-julio de 1562). Marco socio-geográfico más dilatado: Extremadura, Castilla la Nueva…, las Indias. Ya ha reanudado relaciones epistolares con sus hermanos de América. Ya ha comenzado su vida mística.
La etapa tercera (20 años: 1562-1582) es la más intensa y espaciosa. T llega al pleno desarrollo de su personalidad. Al pleno de su experiencia mística. Es el período de la escritora y de la fundadora. Viajera por Castilla, La Mancha y Andalucía: a pie, o a lomo de mula, o en carromato. Funda personalmente San José de Avila y otros catorce Carmelos. Conquista a fray Juan de la Cruz, para fundar el convento de Duruelo (1568). Regresa de priora a la Encarnación (1571-1574). Se dilata su espacio geográfico y social. T entabla relaciones de amistad o de trabajo con profesores de Salamanca y de Alcalá; con obispos, mercaderes e hidalgos; con el P. General Rubeo y los Comisarios papales; con damas de la corte (la princesa de Eboli) y con jóvenes aprendices de descalzas carmelitas; con arrieros, correos regios e inquisidores. Escribe cartas al rey. Soporta calumnias y procesos urdidos contra ella. Reanuda el trato familiar con sus hermanos regresados de América. Soporta de nuevo la intervención de una curandera que le remedia el brazo dislocado (mayo de 1578). Le duelen las guerras de Francia, la muerte del rey portugués en Africa, la inminente guerra con Portugal. Es ahora cuando escribe poemas y cartas, y todos sus libros (Vida en 1565, Camino 1566, Fundaciones a lo largo de 1573-1582, Moradas 1577). Mantiene un penoso tira y afloja con el gran inquisidor Quiroga que ha secuestrado su Libro de la Vida (1575). Mientras fray Luis de León está en la cárcel a causa de su traducción de los Cantares, ella se atreve a escribir su glosa al mismo poema bíblico. T lleva en su breviario una nota autógrafa, pero cifrada, alusiva a su propia muerte. Ya antes ha dado a ésta, a la muerte, una especie de ‘bienvenida de amor’ en el poema que escribe en paralelo con fray Juan de la Cruz, titulado ‘Vivo sin vivir en mí’. En él canta: ‘muerte do el vivir se alcanza / no te tardes que te espero’.
Muy entreverada con estas tres etapas, T vive su jornada interior, la vertiente profunda de su vida. Amores, deseos, temores y crisis, gracias, ideales e impulsos que rara vez rebasan la barrera del sigilo personal, Teresa los ha contado y documentado por extenso.
Ella tiene la psicología de los convertidos: ha tenido que cambiar el rumbo de la vida, como Pablo o Agustín. Se ha convertido a los 39 de edad. Poco a poco se ha adentrado en la experiencia mística. Primeros fenómenos fuertes a partir de sus cuarenta años. Para T ha sido determinante el encuentro místico, pero personalísimo, con Cristo Señor, hacia los 44 de edad. Lo refiere en los capítulos 27-29 de Vida. Bajo la dirección de san Juan de la Cruz, le acontece otro hecho decisivo que la introduce en la etapa mística final (Relación 35: año 1572): ingreso en las séptimas moradas de su castillo (M 7,2). Cinco años después (1577), T escribe el libro de las Moradas, que le permite una visión retrospectiva de su recorrido por las estancias del propio castillo interior, sinopsis del largo viaje del alma a su propio centro. Y en él, a Dios.
4.Biógrafos de T.Poco después de su muerte, T tiene la fortuna de un primer perfil biográfico por obra de una de sus discípulas íntimas, María de san José, priora de Sevilla y luego de Lisboa. María había conocido a T en el palacio toledano de D.ª Luisa de la Cerda, y posteriormente en Malagón, Beas y Sevilla. Había recibido de ella más de un centenar de cartas, y confidencias únicas. A base de todo eso traza el retrato y la semblanza biográfica de la Santa en el Libro de recreaciones (recr. 8ª). T tiene luego la fortuna de dos grandes servicios biográficos. Primero, una biografía integral en el estilo de la época, obra de un buen conocedor, amigo y admirador suyo, Francisco de Ribera, jesuita y profesor en Salamanca. Publicada en esa misma ciudad el año 1590, aunque redactada varios años antes. En segundo lugar, ese mismo año 1590 se inician, también en Salamanca, los procesos de canonización de Teresa: más de 300 testigos comparecen ante los tribunales para pasar por el cedazo de un largo interrogatorio (más de cien preguntas en el llamado ‘Rótulo’ del proceso) la vida y obra de la procesada. Esa amalgama de respuestas de valor histórico muy desigual han sido recogidas por el P. Silverio de santa Teresa en tres volúmenes de la BMC (18-20) con un total de 1.660 páginas. Aunque disten mucho del valor documental e informativo de los escritos de T misma, especialmente del arsenal contenido en sus cartas, ese rimero procesal ha servido para perfilar la figura histórica de T a diversos niveles.
En el siglo siguiente (XVII), la Santa tuvo un nuevo biógrafo en el libro atribuido a su antiguo confesor Diego de Yepes (‘Vida, virtudes y milagros de la bienaventurada virgen Teresa de Jesús…’ Zaragoza 1606, 870 pp.), si bien obra del carmelita Tomás de Jesús.
Son del último siglo las mejores biografías de la Santa. Indicamos sólo las cuatro más notables por su documentación: a) Miguel Mir, Santa Teresa de Jesús, su vida, su espíritu, sus fundaciones. Madrid 1912. Dos volúmenes. b)Silverio de Santa Teresa, Vida de santa Teresa de Jesús. Burgos 1935-1937. Cinco volúmenes. c)Efrén de la Madre de Dios-Otger Steggink, Tiempo y vida de Santa Teresa. Madrid 1968. d)Los mismos, Santa Teresa y su tiempo.Salamanca 1982-1984. Tres volúmnes.
Fuera de España, la Santa había tenido una excepcional biografía por obra del bolandista José Vandermoere,que le ha consagrado el correspondiente volumen del ‘Acta Sanctorum’, Bruselas 1845.
Otros biógrafos extranjeros: en Francia, Marcelle Auclair, La vie de Sainte Thérèse dAvila, la dame errante de Dieu. París 1956; en Italia, Giorgio Papàsogli, Fuoco in Castiglia. Santa Teresa dAvila. Milán 1962; en Inglaterra y USA, E. Allison Peers, Mother of Carmel. Londres 1945; W. Thomas Walsh, Saint Teresa of Avila. Milwaukee 1943. Más recientemente: Cathleen Medwick, Teresa of Avila. The progress of a soul. New York 1999 Teresa de Jesús.
BIBL.T. Egido, Santa Teresa y las tendencias de la historiografía actual, en «Teresianum» 33 (1982), 159-180.