Es uno de los atributos de Dios que más admiración y emoción causan a Teresa. Su bondad es misericordia, largueza y magnificencia con nosotros, sus criaturas. Resplandece en toda la relación de Dios con ellas. Pero especialmente en la historia de salvación: no sólo en habernos dado a su Hijo (C 27,1; 32,2), sino en el historial de gracia y misericordia que ha tenido con Teresa. Ella lo ha pensado tantas veces, que esa bondad se ha convertido en uno de los rasgos fisonómicos del rostro de su Dios: ‘Muchas veces he pensado, espantada de la gran bondad de Dios y regaládose mi alma de ver su gran magnificencia y misericordia…’ (V 4,10). Esa bondad de Dios la provoca constantemente al amor, a la confianza, al asombro… Al amor: ‘Oh bondad infinita de mi Dios… que toda me querría deshacer en amaros’ (V 8,6). A la confianza: ‘Fíe de la bondad de Dios, que es mayor que todos los males que podemos hacer… Nunca se cansa de dar ni se pueden agotar sus misericordias: no nos cansemos nosotros de recibir’ (V 19,15). Al asombro: ‘¡Oh Señor mío, qué bueno sois!… ¡Oh largueza infinita, cuán magníficas son vuestras obras! Espanta a quien no tiene ocupado el entendimiento en cosas de la tierra… (V 18,3; cf C 22,6). A la alabanza y gratitud: ‘amar una bondad tan buena y una misericordia tan sin tasa’ (M 1,1,3).
Para ella es importante conocer por experiencia esa bondad de Dios, sobre conocerla por fe: porque ‘es gran cosa haber experimentado la amistad y regalo con que (El) trata’ a sus amigos (C 23,5). Desde esa experiencia, tan intensamente vivida por ella, Teresa se hace eco de la palabra de Jesús al joven: ‘nadie es bueno sino solo Dios’ (Lc 18,19): ‘veo que no puedo hacer nada que sea bueno si no me lo dais Vos’ (E 1,1).
También en el hombre la bondad es fruto maduro de ese amor de Dios: ‘Quienes de veras aman a Dios, todo lo bueno aman , todo lo bueno quieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno loan, con los buenos se juntan siempre, y los favorecen y defienden. No aman sino verdades y cosa que sea digna de amar…’ (C 40,3).
‘Bendito sea El, que de todas las cosas saca bien, cuando es servido, amén’ (V 39,14). ‘Bendito sea el Señor, que tan bueno es’ (V 20,16). Virtudes.
T. A.