Jesuita santo, coetáneo y consejero de T. Nacido en Gandía (Valencia), el 28.10.1510, hijo del tercer duque de Gandía, Juan de Borja y de Juana de Aragón, queda huérfano de madre a los 10 años. Recibe excelente formación humanística y teológica (doctor en teología: 20.8.1550). En 1529 se casa con Leonor de Castro, de la cual enviuda el 27.3.46. No mucho después, Borja ingresa en la Compañía. En 1965 es elegido General de la misma. A consecuencia de un penoso viaje a Portugal, por orden de san Pío V, muere a su regreso a Roma el 30.9.1572. Será canonizado en 1672.
Tiene breves pero intensas relaciones con T. En 1559, el Indicede libros prohibidos, publicado por F. de Valdés, incluye en la lista las ‘Obras muy devotas y provechosas para cualquier fiel cristiano, compuestas por don Francisco de Borja, duque de Gandía’ (libro que, aunque llevaba su nombre por obra y gracia del impresor, sólo parcialmente era del Santo). El decreto hubo de ser ejecutado también en los anaqueles de T, que ‘lo sintió mucho’ (V 26,5), y que probablemente tuvo que desprenderse de ese libro, a la par que de los del P. Granada y san Juan de Avila.
Para esa fecha, T había tratado ya con el autor: ‘al Padre Francisco, que fue duque de Gandía, trató dos veces’ (R 4,3). El encuentro más importante (1557) fue para someter al Santo las experiencias místicas de los años difíciles, cuando aún se duda de su genuinidad espiritual: ‘en este tiempo vino a este lugar (Avila), el padre Francisco, que era duque de Gandía…: después que me hubo oído, díjome que era espíritu de Dios’ (V 24, 3: es uno de los poquísimos personajes citados por su nombre en el ‘Libro de la Vida’. Cuando T lo escribe, el Santo se halla ya fuera de España, llamado a Roma por Pío IV). No se trató de una consulta meramente episódica. Entre los dos hubo cruce de experiencias y confidencias. Lo recordará T en 1576, al escribir la Relación 5, n. 5, a propósito de la persistencia de intensa contemplación en plena tarea material, con el alma sumergida en Dios y, a la vez, con ‘las potencias libres para negocios. En fin andan juntas Marta y María. Yo pregunté al padre Francisco si sería engaño esto, porque me traía boba, y me dijo que muchas veces acaecía’.
Volverá a evocar la autoridad y la experiencia del Santo en el Camino de Perfección, al entrar en tema de contemplación. Lo mantiene en anonimato en la primera redacción del texto (CV 31, 5): ‘Yo sé de una persona… [T misma]. Preguntólo a un gran contemplativo [Borja, sin dar su nombre]’. Pero al preparar la obra para su edición (hacia 1578), eliminó el anonimato añadiendo de propia mano una anotación marginal en el códice de Toledo: …gran contemplativo ‘que era el padre Francisco, de la Compañía de Jesús, que había sido duque de Gandía y bien había experiencia’. Se trataba de nuevo del problema de la fusión ‘vida activa y contemplativa… juntas’ (ib n. 5). Desafortunadamente, esa anotación de la Santa no pasó al texto impreso, por la sencilla razón de que el capítulo 31, en su integridad, fue suprimido en la edición príncipe (Evora 1583) y sucesivas, probablemente por imposición de la Inquisición de Lisboa, a causa del título del capítulo, que trataba de la ‘oración de quietud’. Omisión que denunciará el primer biógrafo de la Santa, F. de Ribera (Vida de la M. Teresa,I, c. 10, p. 79), y que embrollará en una infundada polémica a los posteriores apologistas del Santo.
Aparte esa intervención decisiva del ‘padre Francisco’ en el discernimiento de la experiencia mística de T, es probable que ella sufra el impacto de las doctrinas del Santo, en los últimos capítulos del Camino, dedicados a las virtudes gemelas de ‘amor y temor’: ‘de cómo procurando siempre andar en amor y temor de Dios, iremos seguras entre tantas tentaciones’ (c. 31, título). ‘Ser llevados con temor y amor’, será uno de los lemas tópicos de la espiritualidad del Santo (cf J. M. García-Lomas, Con temor y amor: la fisonomía espiritual de S. Francisco de Borja. Roma 1979).
Sabemos que se cartearon los dos (cf BMC 19, p. 78), pero ninguna de las cartas ha llegado hasta nosotros. (cf Enrique Jorge, ‘San Francisco de Borja y Santa Teresa’ en Manresa 45 (1974) 43-64). Sobre la fecha del encuentro de ambos santos en Avila, cf Cándido de Dalmases, Santa Teresa y los jesuitas, en ‘Archivum H.S.J.’, 35, 1966, pp. 359-360. Id., Las obras de s. F. de Borja, en AHSI 30 (1961) 125-179. Id., El padre F. de Borja. Madrid 1983.