Clérigos con especial cargo o prebenda en el cabildo catedral. La Santa los aprecia, en general, por su condición de letrados. Se relaciona con ellos en casi todas sus fundaciones. En Avila estarán presentes en la famosa ‘junta grande ‘ del 30 de agosto de 1562 (V 36,18). Más tarde, será T misma quien suplique a don Alvaro de Mendoza que otorgue una canonjía al amigo de ambos, Gaspar Daza (cta 206,8). En Toledo cuenta pronto con la ayuda del arcediano, del deán ‘y otros canónigos, que ya voy teniendo otros amigos’ (cta 161,9). Pero sobre todo iniciará ahí una relación espiritual especialísima con el canónigo A. Velázquez, que a partir de 1576 pasará a ser ‘padre de su alma'(cta 117,1; cf F 28,10; 30,1), al que dirigirá la última de sus Relaciones (R 6). También en Toledo entablará relación con don Pedro Manrique, tío de la famosa Casilda de Padilla, ‘muy siervo de Dios, y lo es, que aún es vivo…’ (F 15,4). En cambio, en Segovia, tendrá frente a sí a los canónigos de la ciudad a causa del censo que grava sobre las casas adquiridas para fundar. ‘Me traen cansada estos canónigos’ (cta 70,4); ‘a todas nos han mortificado estos canónigos. Dios los perdone’ (cta 71,3-4). Pero a la vez se conquista la benevolencia incondicional de don Juan de Orozco y Covarrubias, ‘sobrino del obispo…, que era prior y canónigo de aquella iglesia’ y que ‘hacía todo lo que podía por nosotras’ (F 21,10), futuro obispo de Guadix. Es interesante el episodio inesperado de Sevilla: también ahí tiene un canónigo, amigo de la familia Cepeda, el licenciado Cueva y Castilla, al que avisa Lorenzo de Cepeda a su llegada de América a Sanlúcar, para que pase la noticia a los familiares (cta 87,1; cf. 85,1). En Roma presta buenos servicios a T ‘el canónigo del rey’, Diego López de Montoya (cta 286,1), precisamente en los momentos más difíciles de su obra de fundadora, hasta que Montoya regresa a España para ‘traer el capelo del arzobispo de Toledo’, Quiroga (cta 309,8: del 27.7.1579; cf ctas 287,5; 290,4; 295,5). Sin duda, donde la Santa contó con el apoyo de los mejores canónigos amigos fue en las fundaciones de Palencia y de Burgos. En Palencia, con Jerónimo Reinoso, Francisco Reinoso, Alonso de Salinas y Juan Rodríguez (F 29-31). Y en Burgos, Pedro Manso, futuro obispo de Calahorra (F 31,24). En definitiva, esa serie de nombres constituye un espécimen de la red de relaciones amistosas que la Fundadora va tejiendo en Avila, Valladolid, Toledo, Segovia, Sevilla, Palencia, Burgos y Roma. Cabildo.
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