La M. Teresa se halla en Toledo (14.11.1576), cuando cree haber puesto fin al Libro de las Fundaciones, tras narrar la erección del Carmelo de Caravaca, capítulo 27 del libro. De ese relato de la Santa extraemos los datos que marcan, una vez más y a la par, el nacimiento del nuevo Carmelo y la vida ajetreada que se lleva la Fundadora. Está ella en San José de Avila (enero de 1575), cuando le llega un ‘mensajero propio’, es decir, un correo de persona a persona, para proponerle la fundación de un Carmelo en la villa murciana (F 27,1). Lo envía una señora de la localidad, doña Catalina de Otálora. Están de por medio los jesuitas, amigos de T. Que la propuesta llegue de tan lejos, emociona a la Madre (F 27,2). Para iniciar la fundación esperan allí tres muchachas jóvenes, que se han recluido en la casa de doña Catalina. Son Francisca de Saojosa, Francisca de Cuéllar y Francisca de Tauste: ‘las tres Franciscas’. En adelante asedian a la Santa con cartas y súplicas sin fin (F 27,7).
Es el momento en que T proyecta fundar un Carmelo en Beas de Segura (Jaén), e inmediatamente duplica el número de monjas fundadoras que llevará consigo, para distribuirlas entre Beas y Caravaca. Pero todo son contratiempos: en lugar de Caravaca, la obligan a fundar en Sevilla; luego, cuando se da cuenta de la lejanía de la villa murciana, manda allá a dos amigos, Julián de Avila y Antonio Gaytán, para que desdigan la promesa de fundación (F 27,3); éstos, en cambio, quedan subyugados por los caravaqueños y apoyan el proyecto hasta dejar firmadas las escrituras (ib 4); pero cuando logran de Madrid el debido permiso para proceder a la erección, el documento de concesión viene en términos inadmisibles, porque Caravaca pertenece a la encomienda de la Orden de Santiago y los Comendadores exigen que el monasterio se funde bajo su obediencia, cosa a que de ningún modo puede acceder la Madre Teresa. Ni con el Patriarca de Valencia, san Juan de Ribera, accederá a fundar fuera de la Orden. Sólo que ahora el proyecto también la ha conquistado a ella, que escribe al rey solicitando el permiso adecuado; y el rey, ‘que es al presente don Felipe…, hízome tanta merced, que, en escribiéndole yo, mandó que se diese’ la licencia (F 27,6). La firmó y expidió ‘en Segovia, a 9 días de junio de 1575 años’ (BMC 6, 257-262). Teresa le escribe agradecida: ‘Por la merced que V. M. me hizo en la licencia para fundar el monasterio en Caravaca, beso a V. M. muchas veces las manos’ (cta 86,4). Entre tanto, el padre de una de las jóvenes, Rodrigo de Moya, ‘de los más principales caballeros de aquella villa’ escribe la Santa puso a disposición casa y hacienda. (Más adelante, la Santa se carteará con él: cta 103).
Desde Sevilla, T hace venir una nueva mesnada de monjas de Malagón y pone al frente de la futura comunidad a una religiosa insigne del Carmelo hispalense, Ana de san Alberto (22.11.1575). Le entrega un breve memorial ‘de lo que se ha de hacer en Caravaca’ (cta 95), y le otorga ‘poderes notariales’ para proceder canónicamente a la fundación (24.11.1575: BMC 6,266). ‘Llegadas allá, fueron recibidas con gran contento del pueblo… Fundaron el monasterio, poniendo el Santísimo Sacramento, día del nombre de Jesús, año de 1576’ (F 27,9), es decir el día primero de ese año. Bautizan la casa con el nombre de ‘San José’. Un detalle de minucia, si bien no historiado por la Santa, es que en el ajetrero de la fundación, alguien ha hecho llegar a sus manos una reproducción diminuta de la famosa ‘Cruz de Caravaca’, y ella la llevará consigo hasta la muerte.
Tanto la priora, Ana de San Alberto, como la nueva comunidad tuvieron la fortuna de ganarse la predilección de san Juan de la Cruz, que se carteará con aquélla (nos quedan cuatro misivas del Santo a la M. Ana), y que para visitar al Carmelo de la villa murciana no se arredrará ante largos y penosos viajes desde Baeza, o desde Beas, Málaga, Granada…, los años 1581, 1585, 1586… La M. Ana será priora de la casa quince años consecutivos y aportará una preciosa declaración en los procesos del Santo (BMC 14, 194-202). También en el epistolario de T nos quedan cuatro misivas a la priora de Caravaca (ctas 95, 200, 243, 323).Avila, Julián de.
Bibl.F. Fernández García, Documentos carmelitanos en el Archivo Municipal de Caravaca, en «Boletín homenaje a San Juan de la Cruz», 1986; Documentación original sobre la fundación del Carmelo de Caravaca puede verse en la BMC 6, 257-267. F. Domingo