En tiempo de la Santa, casta según el Tesoro de la Lengua de Cobarruvias ‘vale a linaje noble y castizo, el que es de buena línea y descendencia… Castizos llamamos a los que son de buen linaje y casta’. Casta es una de las categorías implicadas en el problema de la raza, vocablo este último ausente de los escritos teresianos. Ella habla más bien de casta, linaje, limpieza de sangre… Pero aun estos vocablos tienen acepción figurada en la casi totalidad de los casos. Por ejemplo, ‘limpieza de conciencia’ (V 7,16; 9,9…; M 6,8,4; 6,8,10…), ‘alma en limpieza’ (V 38,13), ‘limpieza de claridad’ en el espejo de la divinidad (V 40,10)…
Para ella cuenta en realidad la casta espiritual, descender de los santos antepasados del Carmelo: ‘De esta casta venimos, de aquellos santos Padres nuestros del Monte Carmelo…’ (M 5,1,2); reiterado en las Fundaciones: ‘pongan siempre los ojos en la casta de donde venimos, de aquellos santos profetas…’ (F 29,33).
Igualmente, para ella cuentan más las virtudes que el linaje: ‘siempre he estimado en más la virtud que el linaje’ (F 15,15). ‘Cuánto más (valor o ánimo) tienen para grandes cosas los siervos de Dios que los de grandes linajes, si les falta esto (virtud)’ (F 31,30).
Lo cual, sin embargo, no quiere decir que ella no sea hija de su tiempo. También cuenta en su haber la ‘limpia sangre’ de Teresa Láyz, fundadora del Carmelo de Alba (F 20,2), o la ‘limpieza de linaje’ de Catalina de Tolosa (F 31,30).
Hasta qué tanto penetraron en el ánimo de la Santa esas categorías sociales de su época, puede rastrearse en parte por el singular episodio de la fundación del Carmelo de Toledo. Intervienen en el pequeño drama personas de los más extremos estratos sociales: el ‘muy santo’ fray Martín (F 15,6), el joven Andrada, malvestido y ‘nonada rico, sino harto pobre’ (ib.), el esquivo gobernador de la diócesis, G. Tello Girón, en ausencia del arzobispo Carranza (n. 4), y los fundadores Alonso Alvarez y Diego Ortiz, ‘harto buenos en su estado’, pero ‘que no eran ilustres ni caballeros’ (n. 4), razón esta última por la cual los amigos de Teresa le desaconsejan concederles el patronato de la fundación. En contra de ellos surge, además, algún caballero ’persona principal’ que pretende el patronato de la capilla mayor. Acosada por ‘tantos pareceres’, la Santa no sabe por quién inclinarse. Es el momento en que interviene el Señor:
‘Nuestro Señor me quiso dar luz en este caso, y así me dijo una vez cuán poco al caso harían delante del juicio de Dios estos linajes, y me hizo una reprensión grande porque daba oídos a los que me hablaban en esto, que no eran cosa para los que ya tenemos despreciado el mundo. Con estas y otras razones yo me confundí harto, y determiné concertar lo que estaba comenzado de darles la capilla, y nunca me ha pesado’ (F 15,16-17).
El correctivo de lo alto impresionó tan hondamente a la Santa, que lo dejó consignado en uno de sus papeles íntimos: ‘Estando en el monasterio de Toledo y aconsejándome que no diese el enterramiento de él a quien no fuese caballero, díjome el Señor: Mucho te desatinará, hija, si miras las leyes del mundo. Pon los ojos en mí, pobre y despreciado de él. ¿Por ventura serán los grandes del mundo, grandes delante de mí? ¿O habéis vosotras de ser estimadas por linajes o por virtudes?’ (R 8).
De hecho, ya antes ella misma, en las Constituciones de las descalzas había omitido la cláusula vigente en tantos otros textos constitucionales de su tiempo que exigían ‘limpieza de sangre’ para ingresar en la vida religiosa, o para ocupar en ella puestos de responsabilidad. Para la comunidad de Sevilla, la Santa decidirá sin titubeos la admisión de dos jóvenes hermanas de color: ‘la esclavilla’ y su hermana (cta 198,5). Escribirá a la priora diciéndole ‘que tome la negrilla enhorabuena’ (cta 202,4).
En un balance sumarísimo habría que concluir que ciertamente los vocablos y la categoría del ‘linaje y la limpieza de sangre’, típicos de aquella sociedad, están presentes en la mente y los escritos de Santa Teresa. Pero ninguna de esas categorías sociales logró penetrar en su ánimo ni imponerse a su conducta o a su ideología. Entre las líneas pedagógicas de su Camino de Perfección, hay un capítulo titulado: ‘…lo mucho que importa no hacer caso del linaje las que de veras quieren ser hijas de Dios’ (epígrafe del c. 27). Pasaje muy anterior al episodio del Carmelo de Toledo. Dentro del capítulo, la autora refrendará su tesis anticlasista con la simpática leyenda del apóstol Bartolomé: ‘¡Oh Colegio de Cristo, que tenía más mando san Pedro, con ser un pescador y le quiso así el Señor, que san Bartolomé, que era hijo de rey! Sabía Su Majestad lo que había de pasar en el mundo sobre cuál era de mejor tierra, que no es otra cosa que debatir si será buena para adobes o para tapias’ (C 27,6): la redacción primera concluía plásticamente: ‘…si será para bodoques buena o para adobes’ (45,2). Honra / Hidalguía, pleito de.
BIBL. J. L. Gutiérrez Nieto, El proceso de encastamiento social de la Castilla del siglo XVI, en «Actas del Congreso Internacional Teresiano» (Salamanca 1983), pp. 103-120.
T. Alvarez