Importante medio de transporte en la sociedad coetánea de T. Correo era ‘el que lleva y trae mensajes, corriendo o por la posta’. Postas eran ‘los caballos que de público están en los caminos cosarios para correr en ellos y caminar con presteza… Dijéronse postas por estar expuestas y prevenidas para cualquier hora y tiempo. Los cosarios que las corren se llaman correo; los que guían con ellas postillones’. Porte, ‘lo que se da por llevar alguna cosa de un lugar a otro’. Estafeta, ‘el correo ordinario de un lugar a otro, que va por la posta, y tomó el nombre de la estafa, que es el estribo. Y en cuanto éste va acaballo y corre la posta, se diferencia del correo de apié y del que lleva recua, que también se llama ordinario, pero no estafeta’ (Covarrubias). Correo mayor, es el encargado oficialmente de organizar el servicio de estafeta entre ciudad y ciudad, mediante concierto con particulares: generalmente se pactaba la rapidez de la estafeta, no inferior una legua por hora y los puntos de entrega de una estafeta a la otra. T conoció y utilizó prácticamente todas esas formas de correo. Normalmente recurre a la estafeta (cta 439,1), que ella indica como ‘la vía del correo’, o ‘correo ordinario’ (ctas 143,7; 188,14; 190,1; 357,7; 359,1…). Se hace amiga del ‘correo mayor’ en las ciudades principales de sus correrías de fundadora: Roque de Huerta, en Madrid; Casademonte, en Medina; Figueredo, en Toledo; Diego de Reinoso, en Palencia, Francisco de Cuevas en Burgos… Conoce y utiliza el correo de Indias con sus puntos extremos en Sevilla y en Lima ‘la Ciudad de los Reyes’ (ctas 357,7; 366,8…). Está al corriente del correo regio (diplomático) entre Madrid y Roma (cta 350,6). Se sirve del correo ordinario de los ‘arrieros’: con frecuencia escribe de prisa, porque el arriero espera impaciente a la puerta del Carmelo. Sabe que si ella o su corresponsal paga los portes por anticipado, se arriesgan a que la carta no llegue a destino: ‘como es arriero [el portador], puédese enviar aquí el porte; cuando no, ya sabe lo que suelen hacer, que es poner a peligro las cartas’ (cta 129,12). ‘No envíe cuentas por el ordinario correo, ni por pensamiento…, que no llegará acá cosa’ (143,7). Pone especial cuidado en el correo que ha de llevar a Montilla el autógrafo de Vida: ‘Suplico a vuestra señoría [Dª Luisa de la Cerda] se le envíe [a san Juan de Avila] con mensajero propio, sellado’ (cta 8,9). Lo mismo que en este caso, también en otros importantes no duda en recurrir a un ‘propio’ o ‘mensajero propio’, pese a la cuantía de los portes (ctas 420,3; 426,2). Dispone de voluntarios serviciales, como Pedro Ríes. Insiste frecuentemente en dos cosas: que se pongan ‘buenos portes’ (‘acá los pagaremos’: 430,2) y, en ocasiones, que se entregue la carta ‘en propia mano’ al destinatario (ctas 194; 287,7; 280,3…). Los ‘carteros’ son toda una franja del mundillo relacionado con T, sin que ello obste para que más de una vez tenga que habérselas con alguno de ellos (cf cta 209,2). Caminos. Juanico. Pedro de Cristo.
BIBL.C. Rodríguez, Infraestructura del Epistolario de Santa Teresa. Los correos del s. XVI. En ‘Actas del Congreso Internac. Teresiano’. Salamanca 1983. I, pp. 65-90.