Nació en Toledo y murió en Madrid en las fechas indicadas. Cursó el derecho en Salamanca, como alumno aventajadísimo. Lo prueba el hecho de que a los veintidós años fue nombrado profesor de la misma asignatura y en la misma universidad. Durante esos años inició sus tareas de escritor, que simultaneó de por vida con sus cargos y responsabilidades, derivados, en parte, de su preparación y solvencia. A ésta se debió que le encomendaran reformar y reorganizar los estudios de la universidad salmantina. Y fue tan acertada que se mantuvo fiel a sus pautas incluso después de su muerte. Otros cargos fueron los académicos, como la cátedra de derecho en la universidad de Oviedo. Y entre los civiles el de juez en Burgos y oídor en la chancillería de Granada. Tanto Carlos V como Felipe II, atentos a la calidad de sus servidores, y en primer lugar tratándose de los obispos, cuyo nombramiento les competía en atención al regio patronato, le tuvieron muy en cuenta. El primero le designó arzobispo de Santo Domingo, aunque nunca residió en la archidiócesis. Diez años más tarde, siendo ya obispo de Ciudad Rodrigo (1560-1564), fue enviado al Concilio de Trento donde colaboró en los debates más afilados y tuvo brillantes intervenciones. Se le confió la tarea, junto con el entonces cardenal Hugo Buoncompagni, futuro Gregorio XIII, de la redacción del decreto de clausura, junto con figuras tan brillantes como los cardenales Lorena y Madruzzo.
Al servicio de Felipe II fue llamado como miembro del Consejo de Castilla en 1572; dos años más tarde se le designó presidente de dicho consejo, a la vez que se le nombraba obispo de Cuenca.
Su inquietud literaria se extendió a numerosos temas como la historia, la poesía y la numismática. Pero sus escritos más numerosos y logrados son los de derecho de variada temática: sobre el matrimonio, de los contratos, testamentos y otros temas de doctrina canónica y moral. Sus obras fueron editadas numerosas veces en España y fuera. La edición más completa, la de Amberes, consta de cinco tomos.
Su físico es conocido por diversos retratos que le hizo El Greco, uno de los mejores el conservado en el Museo de Toledo.
Teniendo en cuenta su fama, la buena preparación y la influencia que se derivaba de sus cargos, no sorprende que también haya sido personaje para Teresa de Jesús. No conservamos ninguna carta o escrito dirigidos personalmente a él. Pero sí numerosas referencias personales por las que se puede deducir que la Santa acudía a él confiadamente, y era altamente apreciado por ella. Dos referencias explícitas en las Fundaciones (21,2.8), en las que afirma que el obispo había dado permiso para fundar en Segovia. Covarrubias lo fue de esa sede los años 1564-1577. En la correspondencia teresiana se repiten las alusiones personales. Pueden verse en la carta a D. Teutonio de Braganza (2.1.1575), en la que habla del ‘Prior Covarrubias’ de quien esperaba respuesta, llamándole ‘prior’ en lugar de Presidente del Consejo de Castilla, como lo era en efecto. En carta a María de San José (11.7.1576) le dice que ’el rey ha mandado a nuestro Padre [Gracián] que acuda para estas cosas de la Orden al Presidente del Consejo’ (Covarrubias). Otra alusión se encuentra en carta a Gracián (13.9.1576), hablando de una información dada ‘al ilustrísimo presidente del Consejo real’, sin ulterior aclaración sobre el motivo. En carta a María Bautista (2.11.1576) pide que encomienden al obispo Covarrubias que ‘está ahora muy malo’, y al nuncio. Finalmente hay un tardío recordatorio de Covarrubias en carta de fines de agosto de 1578 a Bartolomé de Medina, en la que recuerda al presidente Covarrubias que en su momento había defendido la continuación de la visita de Gracián después de la muerte del nuncio Ormaneto. El Presidente se sumó a este parecer atendiendo la opinión favorable de ‘teólogos y legistas de Alcalá y de Madrid y algunos de Toledo’. Y en la oportuna circunstancia de referirse a él por su cargo de Inquisidor le aplicará el consabido criptograma de ‘ángel mayor’ (carta al P. Jerónimo Gracián, 15.10.1578). En otra anterior y al mismo destinatario, Gracián, (17.4.1578) alude al ‘oidor Covarrubias’, pero le confunde con su sobrino, primero obispo titular de Agrigento y posteriormente residencial de Guadix, 1606, donde murió en 1608, rehabilitado de un largo proceso al que fue sometido por la denuncia de algunos escritos suyos. Se llamaba Juan Orozco de Covarrubias.
A. Pacho