Teresa no recurre a la criptografía propiamente dicha. En cambio, sí hace uso de criptónimos en ciertos períodos de su carteo. Se ha designado con ese vocablo a los nombres cifrados con que la Santa designa a ciertas personas que intervienen en el contrastado drama de sus fundaciones.
El período en que T recurre a ese pequeño cifrario son los años 1575-1579. Generalmente lo utiliza en el carteo con Gracián. Rara vez con otros, incluso con amigos seglares (P. Casademonte, Roque de Huerta, Luisa de la Cerda), con el jesuita Gaspar de Salazar, etc.
a) Los criptónomos más frecuentes corresponden a Teresa (Angela, Laurencia, Lorencia) y Gracián (Pablo, Eliseo, Cirilo, el de la Cueva, Sancta Sanctorum).
b) Otros criptónomos de personas son:
Ardapilla: Juan Calvo de Padilla
Carrillo: Gaspar de Salazar
Clemente: Elías de San Martín
David: personaje dudoso
Elías: Juan evangelista
Egipto: gente de Egipto, los de Egipto: Carm. Calzados
Esperanza: Gaspar de Salazar
Gato: Antonio de la Madre de Dios
Gilberto: el nuncio Nicolás Ormaneto
Infante: Juan de las Infantas
Joanes: Juan de Jesús (o quizás Gracián)
José Bullón: Juan de Jesús, Roca
Josef: Jesucristo
Macario: Antonio de J., Heredia
Matusalén: el Nuncio N. Ormaneto
Melquisedec: el provincial Angel de Salazar
Padre Eterno: el jesuita Pablo Hernández
Patillas: el diablo
Peralta: Jesucristo
Peralta: el carmelita Jerónimo Tostado; otras veces el cardenal G. de Quiroga
Perucho: Alonso de Valdemoro
Santelmo: Francisco de Olea
Séneca: fray Juan de la Cruz
Los del paño: carmelitas calzados
c) Criptónomos de ciertos grupos:
águilas: las carmelitas descalzas
ángel / ángeles: el inquisidor o los inquisidores
ángel mayor: el presidente del Consejo real; otras veces, el Inquisidor Mayor, Gaspar de Quiroga.
aves nocturnas: las carmelitas calzadas
cigarras: las carmelitas de Paterna
cuervos: los jesuitas (? cta 230, 10)
gatos: los carmelitas calzados
mariposas: las carmelitas descalzas
d) A veces recurre a una simple deformación del nombre o apellido seglar o religioso, de la persona:
La mi Bela: la niña Isabel (Isabela) Gracián Dantisco
La Delgada: Inés Delgado
Fanegas: María de los Santos, Vanegas
La San Francisco, o bien, San Francisco: Isabel de san Francisco
La mi Gabriela: Leonor de san Gabriel
San Jerónimo: Isabel de san Jerónimo
Josefa: María de san José (Salazar)
Madaleno: Juan Gutierrez de la Magdalena
Maruca: María de Tolosa
La Parda: María de Jesús, Pardo
El Pausado: el Presidente del Consejo Real, Antonio M. de Pazos, tildado de lentitud por la Santa.
Periquito: Pedro Gracián.
e) Por fin, una serie de remoquetes cariñosos o humorísticos, que apenas pueden considerarse criptónimos:
La mi Gordilla: es una de las hijas de doña Catalina de Tolosa, la futura Elena de Jesús y regordeta
La Lloraduelos: compañera de ‘La Parda’ (María de Jesús. Pardo), tan llorosa al separarse de ésta ‘que no pensé que acabara’
Maestro de Ceremonias: es Jerónima de Aranda, la ceremoniática doméstica de don Lorenzo Cepeda
Sabandijita: es Mariana Gaytán, hija de Antonio Gaytán, admitida muy niña en el Carmelo de Alba llamada otras veces ‘ el angelito’
Maribobales: Catalina de la Concepción, remoquete familiar, debido a su inagotable humor
Hurguillas: Ana de la Trinidad, así llamada por T a causa de su curiosidad respecto a la persona y virtudes de la Santa. (Ni este apodo ni el anterior figuran en el epistolario teresiano. En cambio en carta a Lorenzo 27-7-1579 propina el remoquete ‘Hurguillas’ a la priora de Valladolid, María Bautista).
Esa su poca cosa: remoquete de María Bautista, que tal vez se había autodefinido así, con un gesto de excesiva modestia que no cuadraba del todo a su genio
Mi priora: es la Virgen Santísima, cuya estatua ella había colocado en la silla prioral del coro de la Encarnación
El casamentero: Dios o Jesucristo, que ha bendecido definitivamente el afecto de la Santa a Gracián (99,5).
El Vidriero: Jesucristo, indicado como joyero misterioso que ha concurrido a la elaboración del libro de las Moradas.
En el carteo de la Santa, el recurso a los criptónimos se debe, en general, a la necesidad de tutelar el aspecto confidencial de la propia correspondencia, no siempre segura en manos de los carteros. En otros casos se debe al típico sentido del humor de la autora. Cartas.
BIBL. C. Cuevas García, Los criptónimos en el epistolario teresiano, en «Actas del Congreso Internacional Teresiano» II (Salamanca 1983), pp. 557-580.
T. Alvarez