Es un brevísimo escrito que contiene ‘la respuesta a un desafío espiritual’. Especie de versión literaria, a lo divino, de los torneos o justas caballerescas de antaño, todavía vigentes en tiempo de la Santa. La versión espiritual del torneo surgió en los primeros años de la familia teresiana y en ella perduró hasta nuestros días, con múltiples variantes.
El episodio del desafío. La presente respuesta al Desafío data de los años 1572 ó 1573, siendo la Santa priora de la Encarnación y fray Juan de la Cruz padre espiritual de la comunidad. Aquélla redacta lo que serán las ‘bases’ de la liza (nn. 1-4). Siguen las contrarréplicas de cada monja. La Santa adopta, en tono burlesco, el típico lenguaje de los torneos caballerescos. Lo hará igualmente fray Juan de la Cruz , presentándose a sí mismo como caballero ‘venturero’ que mide armas con el ‘maestre de campo’ del otro bando.
Ocurrió que un ‘caballero’ no fácil de identificar, quizás el padre Gracián, entonces joven novicio en Pastrana, secundado por otros ‘caballeros e hijas de la Virgen’, envía un ‘cartel’ de desafío a las carmelitas de La Encarnación de Avila. Estas aceptan el ‘reto’, dispuestas a entrar en liza, previas algunas condiciones; entre ellas, un cambio táctico de ‘armas’, y que el ‘mantenedor’ no vuelva las espaldas sino que baje a la misma arena de la vida cotidiana donde ellas viven y luchan.
El texto. Desconocemos el texto del cartel de reto, pero sin duda contenía arrogantes y esforzadas penitencias, ajenas al humanismo y estilo pedagógico de la Santa. La contrarréplica de las respuestas se sitúa en otra línea ascética, menos espectacular, pero más auténtica. Son 24 las que responden: 22 de ellas son monjas de La Encarnación; la última, la más humorística de la serie, es la respuesta de la priora, Teresa de Jesús (n. 28). La precede, un par de números antes, ‘un venturero’ que con toda probabilidad corresponde a fray Juan de la Cruz.
Hasta entrado el siglo XVIII, el texto autógrafo se conservó en las carmelitas descalzas de Burgos y en las de Guadalajara. Perdido en fecha y circunstancias desconocidas, se conserva una copia en el ms. 6615 de la Biblioteca Nacional de Madrid, obtenida del original ya incompleto, como indica la misma copia al final de la respuesta n. 9: ‘aquí termina la foxa 2 del original, y pasa a la 8, donde se ve el mucho número de señoras de aquel religioso monasterio, que a exemplo de su prelada santa Teresa, entraron en este espiritual desafío». Es decir, que el número de respuestas fue dos o tres veces mayor.
Contenido. El pequeño escrito es un auténtico ejemplo de lo que hoy llamamos dinámica comunitaria. Con la gran ventaja de estar organizado por la animadora de la comunidad, Teresa de Jesús, quien deja libertad de participación a las demasiado numerosas monjas del monasterio. A veces, ella misma se presta a escribir al dictado la ‘respuesta’ de una u otra enferma, añadiendo a su dicho una nota de elogio o de solidaridad. En conjunto, el texto refleja fielmente los dos aspectos de la vida espiritual fomentados por fray Juan de la Cruz y la Madre Teresa en la comunidad de La Encarnación: por un lado, la motivación cristológica de lo espiritual, ‘mirar el Crucifijo’ (8), ‘considerar la pobreza en que Jesucristo nació y murió’ (10), ‘acompañar al Señor las tres horas que estuvo en la cruz vivo’ (11)…, ‘pedir a la Virgen el amor suyo’ (17), o ‘parte del sentimiento que tuvo al pie de la cruz’ (20), o ‘acordarse de sus angustias’ (27)…; por otro lado, la propuesta de una serie de humildes virtudes para la vida cotidiana: ‘no hablar sin advertencia’ (5), ‘vencer una gran pasión que le atormenta el alma’ (8), ‘paciencia y conformidad para sufrir la enfermedad’ (9), ‘humildad y obediencia’ (14), ‘amor de Dios’ (17) o ‘amor de Dios perfecto’ (18)… Dentro del doble marco de autenticidad y humorismo, el pequeño escrito es toda una estampa de vida comunitaria empeñada en el realismo espiritual. Tiene, además, el mérito de incluir uno de los primeros escritos de fray Juan de la Cruz. Humorismo. Vejamen.
Cf. Tomás Alvarez, Una instantánea de dinámica comunitaria…, en Estudios Teresianos, II, pp. 287- 312.
T. Alvarez