Sacerdote, amigo y asesor de T, especialmente por los años 1576-1577. Es pariente y discípulo de san Juan de Avila. Entabla relaciones con la Santa ya antes del viaje de ésta a Andalucía (1575-1576). En junio de 1574 obtuvo de Rubeo licencia para fundar en Almodóvar (Ciudad Real) conventos de descalzos y descalzas. Las patentes expedidas por el padre general comenzaban: ‘Nobis expositum fuit Reverendum D. Joannem Díaz, pietatis spiritu ductum erga hunc sanctissimum institutum Carmeliticum… peroptare sibique esse in animo…’ (MHCT 1,186). La Santa le consulta asuntos de su tarea de fundadora: la casa de Toledo (cta 114,5), alguna vocación (122,6), el delicado tema de la fundación de descalzos en Salamanca (135,12), asuntos de la corte (176,6), o para que medie en el pleito del Carmelo de Caravaca (181,10), o bien para hacerlo mensajero de cartas delicadas (183,5; cf 194,3; 391,3). En la primavera de 1581, se presenta a T con deseos o con dudas de ingresar jesuita o carmelita. Ella informa a Gracián: ‘…un negocio del padre Juan Díaz, que me encomendó muy mucho.., no vino acá a otra cosa. Ello es que está casi determinado a mudar estado en nuestra orden o en la Compañía, y dice que de unos días acá se inclina más a nuestra orden, y quiere el parecer de vuestra reverencia y el mío. Lo que yo en este caso siento y le dije es que a él le estaría muy bien si persevera, y que si no, sería mucho daño perder crédito para las impresiones en que él anda y así lo digo ahora… Dice que dará todo lo que tiene del maestro Avila adonde entrare, que, a mi parecer, si es como un poco que me dio a leer, serían de gran provecho los sermones…’ (cta 390,3-4). La alusión a ‘las impresiones en que anda’ Díaz, se refiere a la publicación de los escritos de san Juan de Avila. Juan Díaz preparaba la primera edición de las obras de éste (1588) y promovía su causa de beatificación. Gracias a él nos han llegado los manuscritos del Santo apóstol de Andalucía. El episodio referido por la Santa pone de relieve su acierto de lectura, aunque fuese rápida y somera. Ese mismo año (enero de 1581), Juan Díaz andaba por Salamanca, y T lo hace transmisor de unas misivas (‘esas cartas’) para los dominicos de San Esteban (cta 368,6). Tras la muerte de la Santa, Gracián proseguirá sus buenas relaciones con Juan Díaz, y cuando en 1591 aquel se halle encarcelado y bajo proceso en el convento de San Hermenegildo de Madrid, intentará ponerse en comunicación con el amigo Juan Díaz (‘conviene sobre esto hablar a Juan Díaz…’) para abrir paso a la verdad de la propia causa (MHCT 9, 107).
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