Nicolás Doria nació en Génova el 18 de mayo de 1539 de una familia de la burguesía mercantil que, según las costumbres del tiempo, intervenía en la vida política de la ciudad. Su padre, Domingo, ejerció diversas magistraturas. Entre sus hermanos, Juan Bautista fue embajador de la República de Génova en Madrid, de 1586 a 1590; Héctor fue carmelita descalzo, con el nombre de Tomás de Jesús María, en Génova y en Lérida, de 1592 a 1598, año de su muerte. Francisco, mercader, y Horacio († 1627), canónigo de Toledo, se relacionaron con Teresa de Jesús, a los que recuerda en su epistolario (cta a Nicolás Doria, 21.12.1579 y 13.1.1580; a María de San José, 5.9.15,81 y 8.11.1581).
No existe información sobre la juventud y formación de Nicolás. La primera noticia documentada de su presencia en España se remonta a octubre de 1567 y se refiere a la adquisición de unos juros efectuada en Sevilla. Su familia tenía en la península ibérica intereses económicos al menos desde 1560.
Una crisis religiosa, sin fecha precisa, lo llevó a abandonar su profesión y dirigirse al estado eclesiástico. Estudió arte y teología en el colegio de Santo Tomás de Sevilla, dirigido por los dominicos. Llegó a ser administrador del arzobispo Cristóbal de Rojas y Sandoval (1571-1580).
Durante una estancia en Madrid, por motivos de negocios, probablemente en 1575, solicitó y obtuvo ser admitido en la Compañía de Jesús. Llamado a Sevilla por el arzobispo, pidió hospedaje entre los carmelitas descalzos, conocidos anteriormente, que lo recibieron en el convento. Tuvo lugar esto, con probabilidad, en mayo de 1576. Durante el otoño de este año fue ordenado de sacerdote en Cádiz.
En marzo de 1577 iniciaba el noviciado en el convento de Los Remedios de Sevilla y el 25 de marzo de 1578 hacía la profesión religiosa. La comunidad, poco después, lo eligió vicario. Hacia la mitad de 1579 llega a ser prior de Pastrana, cargo en el que le confirma el capítulo provincial de Castilla, celebrado en San Pablo de la Moraleja en el mes de noviembre, designándolo además lector de los casos de conciencia para el mismo convento.
En 1581 participó en el primer capítulo provincial de los descalzos reunido en Alcalá de Henares, en el que fue elegido primer definidor, recibiendo un voto para provincial Jerónimo Gracián, designado provincial, lo escogió como socio. A principios de 1582 es nombrado prior de Pastrana. Durante el verano viajó a Italia para presentar las constituciones a la curia romana y prestar obediencia al nuevo general. Este lo nombró su procurador para los asuntos de la provincia, cargo en el que fue confirmado por el capítulo provincial de 1583. En la misma circunstancia se le encargó fundar en Italia. A pesar de las dificultades surgidas por parte de la curia romana y del general de los carmelitas, el 1 de diciembre de 1584 se establece en Génova el pequeño convento con el título de Santa Ana.
El 11 de mayo de 1585 el capítulo reunido en Lisboa, a propuesta del P. Gracián, lo elige provincial con amplia mayoría. Desde ese momento, siguiendo la línea marcada por su predecesor, Nicolás Doria se empeña en la expansión de la reforma teresiana y en conseguir la autonomía, en colaboración con la corte de Felipe II. El 10 de julio de 1587, con el breve Cum de statu(MHCT 3, 168-178), Sixto V, erige la provincia de los descalzos en congregación, dependiendo directamente del general. Con ocasión del capítulo iniciado en Madrid el 17 de junio de 1588, Nicolás Doria es elegido vicario general.
En el capítulo general reunido en Cremona en 1593, los descalzos obtienen la completa separación de la antigua orden. La decisión fue ratificada por Clemente VIII con el breve Pastoralis officii, de 20 de diciembre de 1593 (MHCT 4, 539-547), que nombró Prepósito General a Nicolás Doria y ordenó convocar capítulo general para Pentecostés de 1594 (29 de mayo). Mientras se dirigía a Madrid, lugar previsto para la asamblea, Nicolás Doria moría en Alcalá de Henares el 9 de mayo de 1594.
Sus años de gobierno se caracterizan por una primera estructuración del Carmelo teresiano, sobre todo el masculino, y por una fuerte expansión, con el florecer de 42 conventos de frailes en nueve años. En especial, promueve en 1590 la fundación de las carmelitas descalzas en Génova, siendo cuna de gran número de monasterios de la futura congregación italiana. Sin embargo no faltan sombras en su actuar, que se evidencian en las vicisitudes del breve Salvatoris(3 de junio de 1590; MHCT 4, 39-116), sobre el proceso de Gracián, que termina con la expulsión de la orden, durante los últimos meses de la vida de Juan de la Cruz. Con motivo de las discordias surgidas, durante los diez años siguientes a su muerte, gran parte de su obra sufrió cambios importantes.
Nicolás Doria conoció a Teresa de Jesús durante el verano de 1576. Según Ana de san Bartolomé, Nicolás fue a Toledo para encontrarse con ella, atraído por su fama. Teresa solicitó su ayuda para la comunidad de Sevilla, que tenía que pagar al fisco la multa de 300 ducados, debido a las irregularidades en el contrato de la adquisición de la casa. A partir de este momento, durante los años siguientes, el epistolario de Teresa se convierte en fuente principal de noticias sobre Nicolás Doria.
Por aquellas fechas Nicolás estaba en relación con las monjas de Sevilla: Teresa trató con él problemas financieros y administrativos del monasterio y Nicolás encauzaba postulantes al convento (cta a María de san José, 7.9.1576; 9.9. 1576). En octubre de 1576, Teresa notificó a María de san José la predicción de su hermano Lorenzo de Cepeda, según el cual Nicolás Doria, ordenado de sacerdote hacía poco tiempo, había de confesar a la comunidad (cta 31.10.1576). A principios de 1577, se mostró interesada por su vocación (cta a Ambrosio Mariano, mediados de 1577) y se alegró de su entrada en religión en marzo de 1577 (cta a María de san José, 9.4.1577). Incluso durante el noviciado, Nicolás continuó siendo consultado: sobre la dote de Bernarda de san José (cta a María de san José, 6.5.1577), e interviniendo, por consejo de Teresa, ante el arzobispo para que no forzase a las monjas a aceptar a una postulante contra su voluntad (cta a María de san José, 11.7.177).
En 1578 se comienza a encaminar la solución de las tensiones acumuladas entre calzados y descalzos, favorecidas por la postura del nuncio Felipe Sega (1577-1581), encargado de apoyar la jurisdicción de los superiores regulares y por consiguiente poco propicio en lo relativo a los descalzos. Teresa tiene que retirarse a uno de sus monasterios y a Gracián se le suprimen los poderes de visitador. En mayo de 1578 Teresa insistía para que fuesen enviados a Roma dos religiosos, uno de los cuales quería fuese Nicolás Doria, para que el general recibiera también información de los descalzos, como se había determinado en el capítulo reunido en Almodóvar (cta a Jerónimo Gracián, 22.5.1578).
Se intensifica en este período la correspondencia entre Nicolás Doria y Teresa de Jesús. El epistolario teresiano ofrece abundantes referencias a las comunicaciones recíprocas. Se conservan cuatro cartas de Teresa dirigidas a Nicolás, llamado por ella generalmente ‘Nicolao’: la primera escrita en Avila, 10 de febrero de 1579; otras dos en Malagón, 21 de diciembre de 1579 y 13 de enero de 1580; la cuarta a finales de marzo de 1582. Un cumplido elogio de su persona aparece en la carta dirigida a Jerónimo Gracián y escrita en Valladolid el 7 de julio de 1579: ‘El padre Nicolao estuvo conmigo en Avila tres o cuatro días. Heme consolado mucho de que tiene ya vuestra paternidad alguna persona con quien pueda tratar cosas de la Orden y le pueda ayudar, que a mí me satisfaga; que ha sido mucha la pena que me daba verle tan solo en esta Orden de esto. Cierto, me ha parecido cuerdo y de buen consejo y siervo de Dios, aunque no tiene aquella gracia y apaciblimiento tan grande que le dio Dios a Pablo que a pocos da junto tanto, mas, cierto, es hombre de sustancia y muy humilde y penitente y puesto en la verdad y que sabe ganar las voluntades; y conocerá muy bien lo que vale Pablo, y está muy determinado de seguirle en todo, que me ha dado gran contento. Porque para muchas cosas (si Pablo se aviene bien con él, como creo lo hará, aunque no sea sino por darme a mí contento), será de gran provecho estar entrambos siempre de un voto, y para mí grandísimo alivio. Porque cada vez que pienso lo que vuestra paternidad ha pasado en sufrir a los que le habían de ayudar, le tengo en parte por uno de los grandes que ha tenido. Así, mi padre, que vuestra paternidad no se extrañe con él, que, o yo estoy muy engañada, o ha de ser de gran provecho para muchas cosas. De hartas hablamos y trazamos’ (cta 302,4).
Teresa de Jesús se refiere a Nicolás Doria mientras fue vicario de Sevilla y prior de Pastrana sobre algunos problemas, bien de tipo económico, bien de relaciones internas, surgidas en el seno de la comunidad. De él recibía informaciones e invitaba a la priora, María de san José, a escuchar su parecer. Así, el 4 de junio de 1578, la recomendaba consultar a Nicolás Doria sobre la pronta entrada de dos postulantes. Al año siguiente, finales de 1579, lo invitó a atender a la comunidad de Sevilla tras el difícil momento transcurrido a continuación de la destitución de María de san José por parte del provincial Diego de Cárdenas (cta 318, a Nicolás Doria, 21.12.1579). Nicolás Doria se interesó además de los problemas financieros de varios monasterios: Sevilla, Valladolid, Avila.
A finales de 1579 Teresa y Nicolás creyeron oportuno retardar el ingreso en religión de Isabel Osorio, dado que su dote podía servir para subvencionar la proyectada fundación del monasterio de Madrid, que por deseo del arzobispo de Toledo habría de ser dotado de rentas (cta a Isabel Osorio, 19.11.1578; 3-4.12.1579).
Durante el mandato del nuncio Felipe Sega, cuando los exponentes más claros de los descalzos fueron puestos por él en cuarentena, Nicolás Doria, en contacto con Teresa, llevó adelante las gestiones para la independencia de los descalzos, de lo que era un convencido defensor. En 1577, aun antes de entrar en el convento, había sugerido de tomar un cardenal como protector (cta a Ambrosio Mariano, 16.2.1577). A principios de 1579, Nicolás Doria, establecido en Madrid en el convento de los calzados, colaboró con el secretario del rey, Juan López de Velasco, en permanente contacto con Teresa de Jesús, que se encontraba en Avila. En relación con esos momentos, Teresa escribe en las Fundaciones: ‘Bien parece le escogió nuestro Señor para que en estos tiempos tan trabajosos de persecuciones ayudase a la orden, que ha hecho mucho. Es tan discreto, que se estaba en Madrid en el monasterio de los calzados, como para otros negocios, con tanta disimulación, que nunca le entendieron trataba de éstos, y así le dejaron estar. Escribíamonos a menudo, que estaba yo en el monasterio de San José de Avila, y tratábamos lo que convenía, que esto le daba consuelo […]. En todos estos tiempos experimenté su perfección y discreción. Y así es de los que yo amo mucho en el Señor y tengo en mucho, de esta Orden’ (F 30,5-6).
Ante la inminencia del capítulo provincial de 1581, Teresa presentó al padre Gracián sus preferencias en cuanto a los candidatos para el provincialato. En primer lugar estaba el mismo Gracián, con Nicolás Doria como su socio; esto en vista de la oposición que en un grupo de descalzos suscitaba la candidatura de Gracián. La segunda hipótesis era elegir a Doria como provincial y a Gracián como socio. La tercera preveía a Juan de Jesús Roca con uno de los dos precedentes como colaborador (cta a Jerónimo Gracián, 17.2.1581; 21.2.15 81).
El segundo tema que preocupaba a Teresa era la redacción de las constituciones de las monjas. No era del agrado de la fundadora que intervinieran los religiosos, excepto Gracián, Doria y Juan de Jesús Roca. A éstos confió el cometido de solicitar al comisario pontificio, el dominico Juan de las Cuevas, presidente del capítulo, para que diera estabilidad al texto legislativo, codificándolo según sus consignas anteriormente expresadas (cta a Jerónimo Gracián, 21.2.1581; mediados de febrero 1581). La elección del capítulo recae sobre el padre Gracián, que escoge como socio a Nicolás Doria. Teresa manifestó al Provincial su satisfacción: ‘¡Oh, que me he holgado harto tenga vuestra paternidad tan buen compañero!’ (cta a Jerónimo Gracián, 23-24.3.1581).
Poco después del capítulo, el padre Gracián, ocupado en la fundación de los conventos de Valladolid y Salamanca, delegó a Nicolás Doria para acompañar a Teresa. El 26 de mayo de 1581 presenció en Palencia la inauguración del monasterio y el 29 se unió a la comitiva de las monjas, guiada por Teresa de Jesús, que se dirigía a la fundación de Soria. Nicolás Doria interviene en la redacción de las escrituras fundacionales y en las relativas a la dotación económica del monasterio. El 15 de junio preside la elección de la priora, Catalina de Cristo, y de la supriora. Luego partió para atender a otros compromisos (F 30, 6-12). En marzo de 1582 Teresa le recordaba la ayuda prestada en tal ocasión, mientras ella estaba empeñada en la difícil fundación de Burgos (cta a Nicolás Doria, marzo 1582).
Teresa y Nicolás probablemente se vieron por última vez en Avila en el otoño de 1581. A principio de verano del año siguiente, viajó a Italia para prestar obediencia al general en nombre de los descalzos. Era además portador de una carta de Teresa para Diego Montoya, agente de la Inquisición en Roma, que había colaborado con la Madre para la separación de la provincia. Nicolás escribe desde Génova a Teresa, informándola de su encuentro con el general. En la última carta que se conserva dirigida al padre Gracián, del 1 de septiembre de 1582, un mes antes de morir, Teresa le recomienda que tenga a su lado a Nicolás Doria para el gobierno de la Provincia; estaba preocupada porque circulaban rumores de que el provincial no gustaba de traer consigo a ‘persona de tomo’.
Después de la muerte de Teresa, Nicolás Doria conservó el recuerdo de una recíproca amistad. En los pocos escritos que de él se conservan, alude con relativa frecuencia al recuerdo de la ‘buena Madre Teresa’, la ‘santa Madre Teresa’, ‘nuestra santa Madre’, unido a episodios y enseñanzas de su vida. Después de la muerte de Nicolás, sobre su cuerpo fue encontrada una pequeña cruz de madera con un fragmento de carne de Teresa de Jesús (BNM, ms 8502, ad annum 1594).
La iniciativa más importante por él emprendida durante su gobierno fue la de editar los escritos de Teresa. El definitorio provincial de los descalzos, en el que participan Nicolás de Jesús María, provincial, Juan de la Cruz, Gregorio Nacianceno, Ambrosio Mariano y Juan Bautista, se decide el 1 septiembre de 1586 a imprimir sus libros, confiando la ejecución del decreto al provincial. Pocos días después, 7 de septiembre, llega a Madrid Ana de Jesús, procedente de Granada, para fundar un monasterio de la capital. A ésta encomendó Nicolás recoger los autógrafos de Teresa, en especial el libro de la Vida, en poder de la Inquisición. Los autógrafos de la Vida, Camino de Perfección y Moradas fueron presentados al Consejo de Castilla, quien encargó a Luis de León preparar la edición. Al año siguiente, 28 de noviembre de 1587, el definitorio provincial, presidido por Nicolás Doria, concedió la debida autorización para la edición. El mismo provincial, teniendo en cuenta el constante apoyo recibido por parte de la emperatriz de Austria, hermana de Felipe II y viuda del emperador Maximiliano II, establecida en el monasterio de las Descalzas Reales, le dedicó el libro, publicado en Salamanca en 1588, con una carta fechada el 10 de abril del mismo año: ‘Nuestra santa Madre Teresa de Jesús, movida por Dios, escribió para enseñamiento de los monasterios que fundó de la primera regla de la Orden, algunos tratados llenos de doctrina y espíritu […]. Estos ofrecemos agora a V. M., como la más preciosa joya que tenemos’ (BMC 1, p. LXXXI, nota 2; cf. BMC 18, p. 485).
BIBL.Francisco de Santa María, Reforma de los descalzos de nuestra Señora del Carmen de la primitiva observancia, 1-11, Madrid 1644-1654;?Silverio de Santa Teresa, Historia del Carmen descalzo en España, Portugal y América, IV, Burgos, 1937; Hipólito de la Sagrada Familia, Hacia la independencia jurídica del Carmelo teresiano. Actuación del padre Nicolás Doria (1582-1586), EphCarm 18(1967) 314. 347. Documenta Primigenia, vv.2-4 (MHCT 2-4), Roma 1973-1985; Anastasio Roggero, Genova e gli inizi della riforma teresiana in Italia (1584-1597) (Institutum Historicum Teresianum. Studia 3), Roma 1984; Silvano Giordano-Claudio Paolocci, Nicoló Doria. Itinerari economici, culturali, religiosi nei secoli XVI-XVII tra Spagna, Genova e I`Europa (Institutum Historicum Teresianum. Studia 7), Roma 1996.
Silvano Giordano