Duquesa de Alba. Casada con don Fernando Alvarez de Toledo. Es hija de Diego Enríquez y de Catalina de Toledo. Colaboradora y gran amiga de las carmelitas.
Ya es amiga de la Santa cuando ésta es priora de la Encarnación. El visitador Pedro Ferrnández responde negativamente a la petición de la duquesa, que quisiera tener a su lado en Alba a la Santa (cta del 22.1.1573: MHCT 1,137). La Santa la visitó en su palacio un año después, y en las Moradas (6,4,8) recordará la impresión que le dejó su paso por ‘el camarín’ de joyas y ‘vidrios y barros y muchas cosas’. En el epistolario teresiano queda constancia de varios episodios importantes: T comparte la alegría de los duques por el casamiento de su hijo don Fadrique (cta 278,1), compartirá igualmente el dolor de la duquesa por el encarcelamiento del duque y del hijo y la preocupación por la ida de aquél a la guerra de Portugal (342,2); solicita la intervención de la duquesa a favor de los jesuitas de Pamplona, en grave dificultad (ib 5-9). Durante la prisión del duque, asistido espiritualmente en Uceda (Guadalajara) por el padre Gracián, T está al corriente de los sucesos, gracias a los informes de éste último (cf J. Gracián, Escolias, 366; y MHCT 1,50-51). Afortunadamente, la duquesa había retenido en su poder una copia manuscrita del Libro de la Vida, secuestrado por la Inquisición; en la soledad de su prisión lo leía el duque, y alertada de ello la Santa, obtiene en noviembre de 1581 el manuscrito si bien con no pocas restricciones para hacerlo leer a su amigo Pedro de Castro y Nero. En carta de ese mes agradece a la duquesa el favor: ‘Ha sido tan grande la merced que vuestra excelencia me ha hecho con el libro, que no la sabré encarecer… y cumpliré mi palabra [de restituirlo] como vuestra excelencia manda. Aunque si vuestra excelencia fuera servida (porque no sé cómo irá tan lejos seguro), tenerle hía hasta que vuestra excelencia torne a Alba…’ (cta 419,1). Por fin, será ella, la duquesa madre, quien logre del P. Antonio Heredia el desvío de la Santa en su postrer viaje, para terminar sus días en Alba de Tormes. Después de muerta la Santa, los dos duques serán los actores principales en el proceso de restitución de los restos mortales de aquélla a Alba de Tormes. La duquesa doña María donará la ‘caja nueva, guarnecida de terciopelo carmesí con clavazón dorada’, a la que se trasladó el cuerpo incorrupto de la Santa (MHCT 6,567). Se conservan tres cartas de la Santa dirigidas a la duquesa: 278, 342, 419. Cf MHCT 6.