Jesuita portugués, nacido en Oporto, 1536. Hijo del médico Simâo Lopes y de Isabel Henriques, conversos del judaísmo, y hermano de otros dos jesuitas. Cursó estudios en Alcalá. Ejerció de profesor en Salamanca (1566-1571). Pasó por varios colegios de la Compañía: Córdoba, Granada, Sevilla. Fue aquí donde se encontró con la Santa, la confesó y asesoró (1575-1576). Es uno de los destinatarios probables de las Relaciones 4ª y 5ª, escritas ahí en Sevilla. Al llegar a esta ciudad los hermanos de la Santa, venidos de las Indias y de Alba de Tormes, el P. Enríquez intima con ellos. Asegura que uno de éstos (¿Pedro, quizás?) intentó ingresar en la Compañía, pero no fue recibido a causa de su edad avanzada (BMC 18, 15). Ante el proyecto de recibir a la sobrina Teresita en el Carmelo de Sevilla, la Santa somete a él su escrúpulo canónico: ‘Llamóse al doctor Enríquez para lo de Teresita, que es de los mejores letrados de la Compañía. Dice que entre otras cosas que le enviaron del Concilio declaradas…, fue ésta: que no se puede dar hábito de menos de doce años, mas criarse en el monasterio sí’ (cta 89,3). El P. Enríquez murió en Tívoli (Roma) el 28.1.1608. Su conocimiento de la Santa y del problema falsamente suscitado en los teólogos por la vida mística de ésta, queda ampliamente documentado en la declaración que él hizo en el proceso de beatificación de Salamanca (26.10.1591: BMC 18,15-18). Es buen conocedor de los escritos teresianos publicados por fray Luis, y de la biografía de Ribera (precisamente Ribera había testificado en el mismo tribunal salmantino, sólo unos días antes: BMC 18, 12-14). Ha cruzado impresiones, a propósito de la vida espiritual de T, con numerosos letrados jesuitas que la asesoraron: San Francisco de Borja, Araoz, Baltasar Alvarez, Rodrigo Alvarez, Gaspar de Salazar… ‘Con este testigo y con el P. Bartolomé de Medina, catedrático que fue de prima en Salamanca, comunicó muchas veces [la Santa] las dificultades y razones de dudar que tenía, y de camino les ponía gran deseo de perfección religiosa’ (ib p. 16). Fue él quien procuró la colaboración del P. Rodrigo Alvarez, que era consultor del Santo Oficio y ‘estaba muy incrédulo de muchas virtudes y dones de la dicha Teresa de Jesús’, y ambos consiguieron que ‘el prelado’ de ésta (J. Gracián) le ordenase dar cuenta meticulosa de palabra y por escrito de toda su vida, y ‘ella dio cuenta a este testigo y al dicho P. Rodrigo Alvarez, y le hacía escribir por menudo todas las cosas que por ella habían pasado, y ratificarse en ellas, examinándola y preguntándola’ (ib, 15). Por esas fechas el P. Enríquez contaba unos 39/40 años; el P. Rodrigo ‘más de sesenta’. En tema de historia teresiana, Enríquez cree estar él al corriente de muchas cosas no referidas ‘en el libro que el P. Francisco de Ribera escribió de su vida con mucho cuidado y acierto’ (ib 16). Siendo de nuevo profesor en Salamanca , escribió su ‘Theologiae Moralis Summa’, que le acarreó serias dificultades (1593-1594), hasta proponerse abandonar la Compañía y pasar a los dominicos, de lo que fue disuadido por su antiguo discípulo Gregorio de Valencia. Jesuitas.
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