Es una parte del hábito carmelitano, vestido por T joven de 21 años al hacer su ingreso oficial en el noviciado de la Encarnación. A pesar de su importancia espiritual, sólo se hacía alusión somera a él en el rito de ‘vestición’, tal como aparece en las llamadas Constituciones de la Encarnación (BMC 9, 516-523). Tampoco se alude a él en el breve rito de ‘la profesión a las monjas descalzas carmelitas’, editado por Gracián al final de las Constituciones de las monjas… (Salamanca 1581, pp. 70-78). En los escritos de T se lo menciona únicamente en las Constituciones (4,2; 17,10): será ‘cuatro dedos más alto que el hábito’. En cambio, al final de su vida T se interesará por la difusión del pequeño escapulario del Carmen, entregado a cofrades y devotos. Gracián le envía desde Salamanca un lote de escapularios, tan ‘de edificación’ que ‘ponen devoción’ (cta 426,1.7), de los cuales Teresita, su sobrina, enviará uno a Francisco de Cepeda, hermano de ésta y también sobrino de T, en Madrid. Hábito.
T. A.