Nombre con que designa la Santa a las religiosas carmelitas no coristas o ‘de velo blanco’. (Las coristas llevaban velo negro a partir de la profesión).
Al fundar el carmelo de San José (Avila), la Santa no quiso esa distinción de clases en el monasterio. Más tarde accedió a recibir a quienes, por ser analfabetas o por otros motivos, no podían rezar el oficio coral. En las Constituciones de la Santa se indican las cualidades requeridas para la admisión y la duración del período de formación de las freilas (un año de postulantado y dos de noviciado: Cons 6,5) y la igualdad de trato respecto de las coristas: ‘sean tratadas con toda caridad y hermandad, y provéanlas de comer y vestir como a todas’ (ib). Con todo, las freilas carecían de voz y voto en el capítulo (Cons 12,2).
En las Constituciones de Alcalá (c. 2,8) se prescribe que en el monasterio ‘no pueda haber más de tres freilas’, limitación en que insistirá el Modo de visitar los conventos (n. 27).
La primera religiosa no corista admitida por la santa parece haber sido Ana de san Bartolomé, que más tarde aprendió a escribir directamente de la Madre Fundadora, llegó a ser su amanuense para el carteo por los años en que Teresa tiene dislocado el brazo (fines de 1577 ), por esas mismas fechas comienza su servicio de enfermera de la Santa, y más tarde (1605) recibe el velo negro y pasa a ser corista y es nombrada priora de varios carmelos en Francia y Bélgica, así como autora de numerosos escritos.
En tiempo de la Santa son varias las ‘freilas’ de alta calidad (cf carta a Gracián, 13 de diciembre 1576, n. 7).
T. A.