Es uno de los provinciales carmelitas de la Madre Teresa. La apoyó en los comienzos de su obra. Hombre de prestigio ante el P. General, Rubeo. Había profesado en San Pablo de la Moraleja el 15.8.1514. Cursó estudios en Salamanca. Prior repetidas veces: en Avila, Salamanca, La Moraleja. En el capítulo provincial de Avila, presidido por el P. General, J. B. Rubeo, fue elegido provincial de Castilla en abril de 1567. Es, por tanto, provincial de fray Juan de la Cruz. Y no sólo le otorga su consentimiento para iniciar vida nueva en Duruelo (F 13,6), sino que él mismo preside la inauguración del convento (1568), lo visita de nuevo, asiste a su traslado a Mancera (1570), y presta su consentimiento para la fundación de Pastrana (F 17,11). Al poner Rubeo a las Descalzas bajo su directa jurisdicción, designa al P. Alonso como comisario suyo en ese cargo (MHCT 1,76). Luego, al iniciar su tarea de Visitador apostólico el P. Pedro Fernández, el P. Alonso, nombrado por el General defensor de los derechos de la Orden (R.R. 101), se mantiene en buenas relaciones con el Visitador dominico. Tiene, sin embargo un tropiezo en sus relaciones con el Carmelo de Medina del Campo, primero a causa de la dote de Isabel de los Angeles (sobrina del célebre banquero Simón Ruiz), y luego nombrando por propia cuenta como priora de la comunidad a una monja de la Encarnación de Avila, Dª Teresa de Quesada, e imponiendo a la Santa la orden de alejarse inmediatamente de ese Carmelo y regresar al de Avila. Según cuenta Ribera, ‘envíalas [a la Santa y a Inés de Jesús] el provincial un mandato con graves censuras, que luego el mismo día salgan de Medina y quede por priora Dª Teresa de Quesada, aunque esto duró poco tiempo, porque ella [T. de Quesada] no se hallaba bien y se volvió presto a la Encarnación. Y ansí estuvo el monesterio de Medina sin priora casi medio año’ (La vida de la Madre T, 3, c. 1, p. 222). Todavía a finales de 1575, ya en Sevilla, recordará la Santa al obispo carmelita Diego de León ‘lo de Medina’, desaprobándolo (cta 96,1). Se había creado en 1571 una cierta tensión entre ella y el P. Alonso. Es sintomática la queja de la Santa: se trata de las vocaciones del Carmelo de Valladolid, acerca de las cuales ella se entiende mejor con el visitador que con el provincial, porque éste, ‘el padre provincial, aunque más le escribo, no me quiere responder’ (cta 34,3: de junio 1571). Nada de esa correspondencia epistolar entre los dos ha llegado hasta nosotros. Queda en pie el rápido perfil que ella trazó del P. Alonso en las Fundaciones:’Fray Alonso González era viejo y harto buena cosa y sin malicia’ (F.13,6).
BIBL.Pablo M. Garrido. Provinciales de Castilla contemporáneos de S. T, en ‘Carmelus’ 40 (1993) 153-156.