1. La grafía de T ha sido estudiada, en su materialidad y relativa originalidad, en las introducciones a las ediciones facsimilares de los autógrafos del Camino de Perfección (Roma 1965) y del Libro de la Vida (Burgos 1999). En ambas se ofrece la tabla gráfica del alfabeto teresiano (en Camino, II, p. 143; y en Vida II, p. 601). En la introducción al Camino, p. 149) se ofrece además un muestrario de las peculiaridades de la escritura teresiana. Al estudioso le interesarán especialmente dos datos:
1º, que las principales singularidades de la escritura semicursiva de T se reducen a la configuración o al uso de ciertos grafemas: regularidad en la diferencia de ‘g’ y ‘j’; la ‘g’ siempre y sólo para los fonemas guturales suaves; la ‘j’ para los fuertes (a la manera típica adoptada por Juan Ramón Jiménez); uso indiferenciado de ‘b’ y ‘v’; doble grafía de la vocal ‘i’ (‘i-j’: la segunda diferenciada de la consonante ‘jota’: esta última siempre sin tilde); equivalencia de ‘i’ e ‘y’ (en inicial de vocablo, casi siempre ‘y’); ausencia casi total de la ‘h’; libre uso del triplete ‘c-ç-z’; especial configuración de la doble ‘rr’, utilizada siempre al comienzo de grafema. Adopta las abreviaturas más normales en su tiempo. Rarísima presencia de mayúsculas. Total ausencia de acentos. Puntuación elemental, casi limitada al trazo transversal, sencillo (/) o doble (//).
2º, que los autógrafos teresianos corresponden a las dos postreras décadas de la autora (1561-1582), con la única excepción de un mínimo billete de 1546 (c. 1). Los autógrafos de Vida y de Camino representan a la Teresa ‘junior’; los de Moradas y sección final de Fundaciones, a la Teresa ‘senior’. Entre ellos hay escritos de redacción directa (a modo de borradores): tales son el Camino E y el Castillo Interior. Otros, en cambio, son autocopias, en que T transcribe el propio texto: tales son el Camino V y gran parte de Vida. De ahí las netas diferencias grafológicas de los autógrafos de la Santa, que en su variedad reflejan no sólo la evolución de sus últimos veinte años, sino la riqueza psicológica de la autora, más y mejor que el análisis minucioso de una página aislada. En todo caso, la grafía teresiana permite seguir con cierta inmediatez las alternativas de salud y de ánimo de la autora, año tras año. Sobre todo en la serie de cartas autógrafas.
2. Grafología teresiana. Dado el gran número de autógrafos que nos trasmitió T y sus numerosas reproducciones facsimilares, son numerosos los ensayos de los especialistas de grafología. Los dos más importantes han sido el de Suzanne Bréssard, en Francia (1946), y el de Girolamo Moretti, en Italia (1975). El de S. Bréssard fue publicado por el P. Bruno de Jésus Marie en LEspagne Mystique au XVIe siècle (París), yuxtaponiendo la grafía de la Santa a la de san Juan de la Cruz (pp. 34-35). Desafortunadamente, el estudio de la grafóloga parisina se basó en el análisis del pseudoautógrafo de la Relación 14, conservado en Jupille (Bélgica), y retenido auténtico todavía en la versión francesa de las Obras de la Santa (París 1907, t. II, pp. 199 y 227). Estudio desatendible, por eso mismo.
En cambio G. Moretti (‘I santi dalla loro scrittura’. Roma 1975) fundó su ensayo en una página del prólogo de Vida. Hace un doble balance: inteligencia y carácter. Extractamos: ‘Inteligencia: cuantitativamente superior, o bien, por encima de la media; cualitativamente original, capaz de penetrar en el alma y penetrar las profundidades especulativas y prácticas del sentimiento humano, capaz de combinar las fuerzas por el movimiento espontáneo de la vida en sus varios aspectos, no a fuerza de razonamiento, sino por la rapidez y amplitud de intuición, con análisis austero, con claridad conceptual y expresiva, con sentimiento apasionado… Su inteligencia es fecundísima, por lo fuerte, espontánea y exuberante, por el gusto de la originalidad y por su modo de verter sobre sí misma y sobre los otros su especial visión introspectiva. Carácter: El suyo es un carácter basado en la firmeza, merced a la cual, tomada una resolución tiende a actuarla hasta alcanzar la meta prefijada. Con todo y no obstante esta extraordinaria firmeza, rayana casi en el grado sumo, y no obstante la tendencia a imponer su voluntad a sí misma y a los demás, la parte inferior de su ser se eleva, con asiduidad y fuerza nada comunes, haciendo a los sentidos, que secundan el hambre de la especie, aptos y bien dispuestos a la ternura sexual…’ (pp. 104-107). Si bien Moretti hace un meticuloso y fundamentado análisis de la grafía teresiana, sin incurrir en el traspié de S. Bréssard, sus conclusiones quedan científicamente condicionadas, por no estar hechas sobre el autógrafo ni sobre la fotografía del mismo, sino sobre una edición facsimilar del siglo pasado, altamente manipulada por el ‘artista’ y el ‘panicógrafo’ que prepararon la edición de Lafuente (1873).
BIBL. I. Bengoechea, El documento más antiguo con la firma de «Teresa de Jesús», en MteCarm. 90 (1982), 305-313; T. Alvarez, Primeras reproducciones en facsímil de la grafía teresiana, en «Estudios Teresianos», 2 (Burgos 1996), 563-566; Id., Exaltación de los autógrafos teresianos hace un siglo, Ib, p. 567-584.
T. Alvarez