Carmelita primitivo, muy apreciado por la Santa. Nació en Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real) en 1548. Su nombre seglar, Gregorio Martínez López. Cursó estudios en Alcalá. Se ordenó de sacerdote en 1573. Tuvo dos hermanas carmelitas: Catalina de san Cirilo y Lucía de san José. Recibió el hábito de manos del P. Gracián en presencia de la Santa, en Beas, abril de 1575: ‘di el hábito de carmelita descalzo allí en el locutorio de las monjas [a]…fray Gregorio Nacianceno, que después fue provincial, de quien habrás oído decir muchas cosas muy buenas’ (relatos gozosos de Gracián en la Peregrinación de Anastasio: MHCT 19,242; y en 3, 572). Acompañó a la Santa en la fundación de Sevilla (F 24,5), realizando el noviciado en el convento de Los Remedios (Sevilla), donde profesó el 27.4.1576. Acompañó de nuevo a T y su comitiva en el viaje de regreso a Castilla (junio 1576). Sucesivamente ocupó puestos de gobierno entre los descalzos: maestro de novicios en Los Remedios; fue él quien recibió la profesión de Nicolás Doria (25.3.1578); luego, superior de La Roda (1580); en 1581 acompañó a Juan de Jesús Roca en la fundación de descalzos en Valladolid, quedando ahí de prior. Todavía después de muerta la Santa, siguió ocupando altos puestos entre los descalzos, como provincial de ‘San Felipe’ (Andalucía y Portugal) 1588-1591; provincial de Castilla (1594-1597), etc. Sus relaciones con la Santa fueron intensas: correspondencia epistolar frecuente; preocupación de ella por las intermitentes enfermedades de fray Gregorio; mediación de éste para el envío seguro de cartas a Gracián; T llega a quejarse de ‘cómo me tiene tan olvidada’ (cta 330,17); ‘cierto le amo en el Señor, y deseo verle’ (cta 347,17); todavía en octubre de 1580, al tener noticia de uno de sus reiterados achaques: ‘el mi padre fray Gregorio me tiene lastimada; quisiera poderle escribir; dígale que así se hacen los santos’ (cta 357,10). Por fin, la Santa lo propone como confesor del Carmelo de san José de Avila (ctas 396,1; 402,7). Ocurría eso ya en julio de 1581. Con todo, el P. Gregorio no nos transmitió ninguna carta de las muchas que le escribió T. Ni se ofreció a deponer en los procesos de beatificación de ésta. Siendo vicario provincial de Castilla, por comisión del capítulo de Pastrana (octubre de 1585), fue él quien exhumó y trasladó personalmente de Alba a Avila los restos mortales de la Santa (cf Ribera, 5,1, p. 517; y MHCT 6,236). Los años postreros de su vida quedaron gravemente ensombrecidos por su apasionamiento contra el padre J. Gracián, de cuyas manos había recibido el hábito (cf MHCT 3,440-444; 501-502…). Igualmente oscurecidos por su dureza con María de san José (Salazar) en los tristes años de Lisboa, como ella misma refiere documentalmente en el Ramillete de mirra (ed. de Roma 1979, p.326 ). Murió el P. Gregorio en Madrid el 17.12.1599. Todo lo cual le reportó un tratamiento altamente elogioso en la historiografía carmelita del siglo XVII. Cf Reforma 2, 7,12.
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