Al ‘padre Ignacio, el que fundó la Compañía’, T lo conoció únicamente a través de los jesuitas castellanos, el más insigne de todos san Francisco de Borja. De él hace una sola mención expresa en sus escritos (M 5,4,6), pero enmarcando su figura en el contexto del ‘desposorio místico’ (‘tan divino desposorio’) en cuanto fecundo en obras apostólicas, y formando tríptico de ‘fundadores’ con santo Domingo y san Francisco: ‘pues ¡las [almas] que habrá perdido el demonio por santo Domingo y san Francisco… y pierde ahora por el padre Ignacio, el que fundó la Compañía!, que todos está claro… recibían mercedes semejantes de Dios’ (ib). Jesuitas.
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