Es una de las primeras profesas del Carmelo de San José de Avila. Nacida en Torrijos, en 1547. Es hija del primo de T, Francisco de Cepeda y de María de Ocampo. ‘Belilla’ la llamaba familiarmente la Santa. Ingresó en la Encarnación de Avila (como sus hermanas Beatriz y María). Siendo aún novicia, cuando T preparaba la fundación de San José, dio palabra a ésta de agregarse a la nueva comunidad. Lo realizó poco después (marzo de 1563?), pasando su dote al nuevo Carmelo (así lo atestigua su hermana Beatriz: BMC 18, 176; cf Ribera, 2, 5, p. 148). Profesó en San José el 21.10.1564 (‘de edad de 17 años’), prometiendo obediencia al obispo don Alvaro (MHCT 1,33-34). La suya es la primera profesión que figura en el Libro de profesiones y elecciones de San José de Avila. Ya antes había actuado en los documentos públicos de la nueva comunidad (cf carta de pago a Pedro del Aguila: Nicolás González, Encarnación…, 2,307). En 1569 va con la Santa a la fundación del Carmelo de Toledo (F 15,3;cta 31). De ahí pasa como supriora a Pastrana (junio de 1569), regresando de nuevo a Avila, y acompañando a T y a fray Juan de la Cruz en la fundación de Segovia (1574). Nuevamente en Avila, cae gravemente enferma (fines de 1581: cf cta 428,7), falleciendo poco después: 4.2.1582, a los 35 de edad. Isabel es una de las carmelitas que más tiernamente se relacionaron con la Fundadora. Le hace frecuentemente de secretaria. A veces, la Santa se remite a una ulterior misiva de Isabel, que detallará las cosas (cta 68,6: ‘Isabel se lo escribirá’). Otras veces, ella misma añade por su cuenta una apostilla al correo de la Santa, por ejemplo, pidiendo a María de san José una imagen de san Pablo, pero ‘que sea muy lindo…, que me huelgue de miralle’ (237,9). Luego, cuando finalmente la imagen del Apóstol llega a manos de la Santa, ésta escribe deliciosamente a Sevilla: ‘A la H. Gabriela, que recibí el san Pablo, que es muy lindo, y como se parecía a ella en chiquito, me cayó en gusto’ (326,2). Las atenciones de Isabel aumentan cuando la Santa se ha dislocado el brazo, en 1578. Escribe en confianza a Luis, hermano de aquélla: ‘Es tanta la tentación que la hermana Isabel de san Pablo tiene de quererme!… Harto consuelo me es estar en su compañía, que me parece un ángel’ (235,1). Por todo ello, Isabel está sumamente presente en el epistolario teresiano. Pero quizás debido a su muerte prematura, no nos ha llegado carta alguna de T a ella.
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