Recordamos las tres acepciones más importantes en los textos teresianos: «José» criptónimo, «José» hijo de Jacob, «San José» esposo de la Virgen María. Bajo el presente epígrafe, trataremos sólo de los dos primeros.
1. Criptónimo. «José» es uno de los varios criptónimos utilizados por la Santa en su epistolario de los años 1576 y siguientes. Probablemente el más frecuente de todos (unas 19 presencias). Designa a «Jesucristo», casi exclusivamente como sujeto de las experiencias místicas de Teresa. Tanto las que son estrictamente personales («amistad que ella tenía con Josef»: cta 117,1), como las referentes a su actividad de fundadora («nunca entendí de Josef que fuese luego la ida a Burgos»: cta 422). Lo mismo que los restantes criptónimos, aparece únicamente en la correspondencia con Gracián. La elección del nombre de José para designar a Jesús se debe, probablemente, a la devoción y admiración de la Santa por aquél: T tiene cierta complacencia en esa identificación nominal de José con Jesús.
2. José, hijo de Jacob. Es uno de los tipos bíblicos presentes en los escritos de la Santa. Presentado por ella como modelo de amor heroico a los hermanos. Lo recuerda así en Camino E 6, 4; en el poema «Vuestra soy» («sea José puesto en cadenas / o de Egipto adelantado»); en las cartas 230, 6 y 337, 3 (en esta última, para fomentar el buen entendimiento entre sus hermanos Lorenzo y Pedro); y en uno de sus apuntes sueltos (4, 3), único pasaje en que la referencia al personaje bíblico tiene implicación autobiográfica, con referencia a la propia aventura mística: «Que quiso nuestro Señor que José dijese la visión a sus hermanos, y se supiese, aunque le costara tan caro a José como le costó». Criptónimos.
T. Alvarez