Italiano, ‘en el siglo Juan Narduch, natural de Casardipran, en el reino de Nápoles y uno de los dos primeros religiosos que del siglo vinieron a la religión, persuadidos por nuestra Madre santa Teresa’ (Jerónimo de san José, Historia del C. D., p. 145). Espíritu inquieto y errante. Nacido hacia 1526. Fallido en su juventud el intento de iniciar vida franciscana, emprende la peregrinación a Santiago de Compostela. Hace vida solitaria en la ermita de nuestra Señora de Argaño (Villanueva de Argaño, Burgos). Estudia pintura en la escuela de Claudio Coello. En la década de los 60 prueba de nuevo la vida solitaria en el desierto del Tardón (Córdoba) con su amigo italiano Mariano Azzaro, bajo la dirección del P. Mateo. Al desautorizar Pío V ese estilo de vida (constitución ‘Lubricum genus’, del 17.11.1568), emprende viaje a Roma ‘para pedir licencia para que los dejasen estar así’ en el desierto (F 17, 8). En Madrid, él y su compañero Mariano Azzaro se alojan en casa de Dª Leonor de Mascareñas (1569), donde los encuentra la Santa y los acepta para iniciar vida de descalzos en Pastrana, en la ermita de San Pedro, puesta a su disposición por los príncipes de Eboli (F 17). La Santa misma les prepara el hábito. Profesa el 10.7.1570. Trabaja como pintor en varios conventos. Es famoso su retrato de la Santa, realizado por orden del P. Gracián en Sevilla (1576), poniendo a prueba la paciencia de la retratada (cf. J. Gracián, Escolias). Cuadro conservado en las carmelitas descalzas de esa ciudad. El mismo padre Gracián hace su semblanza en la Peregrinación de Anastasio: ‘El hermano Juan fue hijo de un cardador del Abruzzo, reino de Nápoles. Tomó el hábito en un monasterio de frailes franciscos descalzos, llamado Fontecolombo; y porque allí le maltrataban los demonios haciendo estruendo y ruido en el convento, los frailes le echaron…, y sin poner cosa en la cabeza ni en los pies vino a España, porque me dijo que venía casi siempre a su oído sonando una voz que le decía: vete a España, a España. Caminó de aquella manera por Francia hasta llegar a una ermita, creo que en el reino de Murcia…’ (MHCT 19, 216). Durante el período de dificultades que atraviesa la obra teresiana a partir de 1577, de nuevo fray Juan sucumbe a la tentación del peregrinaje. Desaparece del convento (agosto de 1578). La M. Teresa teme que haya sido secuestrado como su homónimo fray Juan de la Cruz (cta 266,4, a Gracián: 29.9.1578). Pero él había escapado a Madrid y aquí había obtenido recomendaciones para viajar a Roma y presentarse al P. General. Obtuvo primero una carta laudatoria del prior de los carmelitas de Madrid, Francisco Ximénez, el 12.8.1578. Ese mismo día firmaba otra elogiosa carta en su favor Dª Leonor de Mascareñas, que ahora lo presentaba al P. General ‘porque no lo acojen [acojan ?] los descalzos para le hacer en tanto mal como le han hecho al padre [Baltasar] Nieto: siendo tan antiguo religioso y tan gran predicador le tienen en tan grandes prisiones [!]’ (MHCT 2, 27.29). Así que fray Juan va, según Dª Leonor, ‘a dar ubidiencia a Vª Reverendísima para ya servirle todos los días de su vida’ (ib). En Roma adoptó efectivamente el hábito de calzado, que poco después cambió por el de franciscano. Finalmente se acogió de nuevo a los descalzos en el convento de Santa Ana de Génova, donde fue recibido por N. Doria (1584). Prosiguió aún su tarea de pintor. Murió nonagenario el 10.12.1584. Pese a sus extravagancias, la madre T le tuvo especial cariño. En la Historia del Carmen Descalzo, el P. Jerónimo lo reseña entre los ‘cien religiosos insignes’ de la primera generación de descalzos: número 86 de la serie. Devotísimo de la Virgen nuestra Señora, a quien llamaba ‘su Paloma’ (p. 145). Del hermano Juan nos quedan varios manuscritos, con datos autobiográficos, redactados en los postreros años de su vida. Los ha recensionado fr. Matías del N. J., en MontCarm 46 (1945) 36-43. Se conservan en la BNM, mss 13751, 7238, y Archivo OCD de Segovia. Tardón, Desierto del.
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