Es una de las fundadoras del Carmelo de Beas. De su vocación e historia personal nos dejó la Santa espacioso relato en el capítulo 22 de las Fundaciones: ‘Había en esta villa [Beas] un caballero que se llamaba Sancho Rodríguez de Sandoval…, casado con una señora llamada doña Catalina Godínez. Entre otros hijos que nuestro Señor les dio fueron dos hijas, que son las que han fundado el dicho monasterio, llamadas la mayor doña Catalina Godínez, y la menor doña María de Sandoval’ (F 22 4). Murió el padre en 1562 y en 1567 la madre. Solicitada y obtenida la licencia del Consejo de Órdenes (F 22,13), las dos hermanas consiguieron la venida de la Santa a Beas, donde María tomó el hábito de manos de la Santa el 24.2.1575, y profesó el 14 de septiembre de 1576. A partir de 1578 estuvo bajo la dirección espiritual de san Juan de la Cruz. (Nos quedan tres cartas del Santo a ella.) En 1585 pasó al Carmelo de Málaga con el cargo de supriora, y en 1589 se trasladó, como priora, al de Córdoba, donde falleció el 10.8.1604. A finales de 1574, ya camino de Beas, escribía la Santa: ‘Sepa que de una de aquellas dos señoras que le fundan dicen maravillas de su santidad y humildad, y entrambas son buenas, y es menester no llevar [allá] a quien les pegue imperfecciones…’ (cta 73,5). La Santa y María de Jesús se cartearon (cta 329,1): ‘Esté cierta que me huelgo con sus cartas’, le escribe aquélla (ib 4). Pero sola esta carta ha llegado hasta nosotros. Cf Reforma 2,8,20-23.
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