Alonso de Monroy es un caballero de Salamanca, a cuyas casas hubieron de trasladarse temporalmente los descalzos, apenas fundado el convento (1.6.1581) en el Hospital de San Lázaro, destartalado (cf MHCT 19,235-237), y ‘casa de mucho frío’ (cta de la Santa a Gracián: 423,2). Ella, que se había alegrado al conocer la fundación de descalzos en Salamanca (cta 396,2; 403,2), ahora en esta situación difícil escribe al mismo Gracián: ‘No sé qué es que no me puede pesar de que no se concierte la casa de Monroy, que me parece perecieran allí. No todos los monasterios están donde quieren sino donde pueden’ (cta 424,1: del 4.12.1581. Queda en duda si se trata de la casa de los descalzos o del Carmelo de las Descalzas). Y todavía en septiembre del año siguiente expresa a Gracián su asombro ante la noticia de que las descalzas ‘han dado 500 ducados a la hija del cuñado de Monroy… y lo tienen por tan hecho [el contrato] que me escribe la priora que no se puede deshacer’ (cta 465,13. Según Gracián, a los descalzos el Carmelo de Salamanca les había dado ‘800 ducados’: MHCT 3,632). Probablemente la Santa alude no al cuñado sino al hermano de Monroy, ‘Gonzalo de Monroy’, cuyas casas contrataron in extremis las descalzas de Salamanca, cuando ya la Santa estaba afectada de su última enfermedad: una vez llegada a Alba (ese mismo mes), enviaron, para convencerla, al rector de los descalzos de Salamanca, Agustín de los Reyes, lo cual motivó un penoso diálogo entre ambos. Cuenta este último cómo no logró que ella cambiara de parecer, y cómo pronosticó que el contrato con Gonzalo de Monroy no se llevaría a efecto, como de hecho ocurrió: ‘ni se hará [el contrato definitivo] ni pondrán pie en la casa’ de Monroy. (Cf el extenso relato del P. Agustín en BMC 19,174).
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