Caballero de Caravaca, gran colaborador de T en esa fundación, viudo de Luisa Dávila, padre de Francisca de la Cruz, religiosa pionera en el Carmelo de Caravaca (1575-1576). La Santa hace su presentación así: ‘Muy siervo de Dios y de mucha prudencia… Les dio [a las fundadoras] parte de su casa muy de buena gana’ (F 27,1.5). Luego intervendrá él positivamente en la elección y compra de nuevos locales (cta 103,2) y en la consolidación de la fundación. Alguien hizo llegar a la Santa falsos rumores sobre su disidencia con la priora de la Comunidad. La Santa, en cambio, le brinda toda confianza y se congratula con su buen hacer. En el epistolario teresiano queda únicamente la carta que ella le escribe con esa ocasión (cta 103), si bien aludiendo a otras hoy perdidas.
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