Teresa no conoció personalmente al obispo de su diócesis hasta que hubo de poner bajo su jurisdicción el nuevo carmelo de San José de Avila. Era prelado de la sede abulense don Alvaro de Mendoza: ‘no le conocía yo, ni aun sabía qué prelado sería, y quiso el Señor fuese tan bueno y favoreciese tanto esta casa como ha sido menester’ (V 33,16: obispo desde el 4.9.1560). En adelante, los dos se tendrán gran afecto y mutua veneración. (Mendoza, Alvaro de). En las páginas iniciales del Camino,al proponer a sus monjas el ideal de la vida contemplativa, T les recuerda expresamente al obispo diocesano: ‘No os encargo particularmente los reyes y prelados de la Iglesia, en especial nuestro obispo: veo a las de ahora tan cuidadosas de ello, que así me parece no es menester más. Vean las que vinieren que, teniendo santo prelado, lo serán las súbditas, y como cosa tan importante, ponedla siempre delante del Señor’ (C 3,10). Consigna válida para las sucesivas fundaciones, aunque ya no bajo jurisdicción episcopal. Casi al finalizar su tarea de fundadora, escribirá de nuevo: ‘…eran muchos los señores del reino y obispos que se daban prisa a informar de la verdad al Nuncio (Sega)’, a favor de Teresa y de los suyos (F 28,6: escrito en 1580).
En los dos últimos decenios de su vida, T entablará relaciones con varios obispos. Aquí nos limitamos a enumerarlos.
a) T trató personalmente a los obispos siguientes:
Don Alvaro de Mendoza, obispo de Avila desde el 4.9.1560.
Don Teutonio de Braganza, obispo de Evora (Portugal)
Alonso Velázquez, obispo de Burgo de Osma (1578), y luego de Santiago de Compostela (1583).
Diego de Covarrubias y Leyva, obispo de Ciudad Rodrigo (1560), de Segovia (1564), y de Cuenca (1577).
Gaspar de Quiroga, obispo de Cuenca (1571) y arzobispo de Toledo (1577).
Cristóbal de Rojas y Sandoval, obispo de Badajoz (1556), de Córdoba (1562) y arzobispo de Sevilla (1571).
Cristóbal Vela, obispo de Canarias (1575), y arzobispo de Burgos (1580).
Francisco de Soto y Salazar, obispo de Albarracín y Segorbe (1571) y de Salamanca (1575).
Fernando de Rueda, Obispo de Canarias (1580).
Diego de León, carmelita, obispo titular de Colibraso (1560).
Rodrigo Vázquez Dávila, obispo titular de Troya (cta 123,5).
b) Tuvo por colaboradores a los futuros obispos:
Pedro Manso de Zúñiga, obispo de Calahorra (1594)
Sancho Dávila, obispo de Cartagena (1591), de Sigüenza (1615) y de Plasencia (1622).
Diego de Yepes, obispo de Tarazona (1599).
Pedro de Castro y Nero, Obispo de Lugo (1599), de Segovia (1603) y de Valencia (1611).
Francisco Reinoso, obispo de Córdoba (1597-1601).
Angel Manrique, OCist, obispo de Badajoz (1645-1649).
Jerónimo Manrique de Lara, obispo de Cartagena (1583-1591).
Juan de Orozco y Covarrubias, obispo de Guadix (1606-1610).
c) Hay otros obispos que se relacionaron con ella, sin llegar a conocerse personalmente:
los nuncios pontificios Nicolás Ormaneto y Felipe Sega
Fernando de Valdés, obispo de Huelva (1524), de Oviedo (1539) y arzobispo de Sevilla (1546), autor del famoso Índice de libros prohibidos, de 1559.
Gómez Zapata, obispo de Cartagena (1576), con quien ciertamente se carteó T (cta 182,12), luego obispo de Cuenca (1582).
San Juan de Ribera, arzobispo de Valencia (1568), que llegó a solicitar de T la fundación de un Carmelo.
d) Con ocasión de la fundación del Carmelo de Toledo, es muy probable que T llegase a conocer el penoso caso del Prelado, Bartolomé de Carranza, todavía encausado en Roma (‘en este tiempo no había arzobispo’, escribe ella: F 15,4). Teresa tendrá que entenderse con el ‘gobernador’ de la diócesis, Gómez Tello Girón, a quien hubo de afrontar cara a cara (F 15,5).
e) T sabe que la Regla del Carmen fue dada a los ermitaños del Carmelo por ‘Alberto, Patriarca de Hierusalem’, como se rotulaba la Regla publicada al frente de sus Constituciones,en 1581.
Y explícitamente alude a otro obispo que intervino en la transmisión de la Regla, el dominico ‘fray Hugo, Cardenal de Santa Sabina’ (V 36,26). Sacerdotes.