De las naciones extranjeras citadas por T, Portugal es la más presente en sus escritos. Teresa misma estuvo decidida a viajar a Portugal para fundar un Carmelo. La serie de referencias portuguesas contenidas en sus cartas se enmarcan en el cuadro de sucesos notables en la historia del decenio 1570/80. Primero, el trágico final del rey don Sebastián en la campaña de Marruecos: 4.8.1578. Breve reinado de su sucesor, el cardenal don Enrique (1578-1580), tío del gran amigo de T, don Teutonio de Braganza. Designación de este último para la sede arzobispal de Evora (1578). Ingreso en Portugal de las tropas de Felipe II, conducidas por otro amigo de T, el Duque de Alba (1580). Felipe II en Lisboa (1581).
Al compás de esos acontecimientos mayores, se desgranan los pequeños episodios biográficos de T. Podemos enumerarlos, a partir de uno acaecido en la década anterior: a/ Hacia 1569 la Santa mantiene relaciones de amistad con la ex-reina de Portugal, Dª Juana, a quien ella denomina ‘la princesa de Portugal’ (cta 20). Dª Juana es la última de las hijas de Carlos V. Casada muy joven con el rey portugués Juan III, queda viuda cuando cuenta 19 años y espera el nacimiento de su primer hijo el futuro rey Don Sebastián (1557). Por iniciativa de Felipe II, su hermano, Juana regresa a España y queda regente de la nación durante el viaje de éste a Inglaterra. Era ‘quizá la mujer más interesante de los Austrias españoles’, nota Marañón (Antonio Pérez, 1946, 1, p. 200). Se instaló primero en Valladolid, luego en Madrid, donde fundó las Descalzas Reales (1559). Ahí, o bien en el círculo madrileño de amigas de otra portuguesa, Dª Leonor de Mascareñas, se trataron ella y la Santa: ‘Con la princesa de Portugal he estado hartas veces y holgádome’ (cta 20; cf otra alusión a Dª Juana y sus descalzas en la cta 11,4: de 1568). b/ En el decenio siguiente (años polémicos1577-1578), T estará atenta a Portugal con motivo de las idas y venidas del visitador carmelita Jerónimo Tostado (ctas 118,2; 119,1…). c/ Para la sensibilidad de T es un acontecimiento traumático la muerte del rey Don Sebastián en Alcazarquivir (4.8.1578). Se lo escribe a Gracián: ‘Mucho me ha lastimado la muerte de tan católico rey como era el de Portugal, y enojado de los que le dejaron ir a meter en tan gran peligro’ (cta 258,2: del 19.8.1578). En ese último enojo quizás quede aludida la política del rey español don Felipe, tío del difunto. d/ Ya antes había entablado ella estrecha amistad con el sacerdote Teutonio de Braganza, de la familia real portuguesa, sobrino del futuro y efímero rey, el Cardenal Enrique (ctas 67. 69. 72. 79). Unos meses antes de la muerte de éste, don Teutonio había sido nombrado obispo de Evora, con derecho de sucesión en la sede arzobispal de aquél. Él mismo se lo confía secretamente a la Santa, que se apresura a congratularse: ‘Por carta podré mal decir el contento que me ha dado una que he recibido esta semana de vuestra señoría…, aunque con más claridad tenía yo nuevas de vuestra señoría más ha de tres semanas, y después me las han dicho por otra parte, que no sé cómo piensa vuestra señoría ha de ser secreta cosa semejante’ (cta 226,2).Y continúa carteándose con él en su sede episcopal de Evora. e/ Al año siguiente (1579), T y don Teutonio llevan entre manos dos proyectos importantes: el primero, la fundación de un Carmelo en Portugal, proyecto acariciado por ella, que se propone ir personalmente a la fundación. Se lo dice confidencialmente a María de san José (Salazar), que tercia en la iniciativa: ‘Lo que dice [M. María] de Portugal, harta prisa da el arzobispo [don Teutonio]; yo me pienso dar espacio para ir allá. Si puedo, le escribiré ahora’ (cta 319,11: de diciembre 1579). Pero la realización de la empresa pasará a manos de M. María. El proyecto segundo es la publicación del Camino de Perfección en Portugal. T prepara la edición haciendo transcribir para la imprenta el autógrafo del libro. En el verano de ese año 1579 lo envía a don Teutonio, que se responsabiliza de la edición. Al Camino se le añaden dos complementos: la vida del carmelita san Alberto, ‘cuadernillo’ que don Teutonio hace imprimir al final del Camino; y los ‘Avisos’ que desde Sevilla le envía Gracián y que don Teutonio introduce en el primer cuadernillo del libro, convencidos ambos Gracián y el editor de que esas 67 sentencias espirituales eran obra de la M. Teresa. Estas y otras interferencias retrasan la edición, que de hecho verá la luz en Evora, pero ya en 1583 después de muerta la Santa. El editor portugués, don Teutonio, ha tenido el mérito de anteponer al texto teresiano una introducción digna de emparejarse con la famosa carta-prólogo de fray Luis de León en la edición príncipe de las Obras de la Santa (1588). f/ Entre tanto, estalla la guerra entre Castilla y Portugal. Teresa está al corriente de los preparativos, encomendados a un conocido suyo, el Duque de Alba. Ella se apresura a escribir a don Teutonio, para evitarla. Naturalmente comparte la opinión difundida por sus compaisanos de Castilla: ‘Por acá dicen todos que nuestro rey es el que tiene la justicia, y que ha hecho todas las diligencias que ha podido para averiguarlo’ (cta 305,7). Pero le duele la amenaza de guerra: ‘si por mis pecados este negocio se lleva por guerra, temo grandísimo mal en ese reino, y a éste no puede dejar de venir gran daño… Yo digo a vuestra señoría que lo siento tan tiernamente, que deseo la muerte si ha de permitir Dios que venga tanto mal, por no lo ver’ (ib 3.5). Recientemente se ha dado una extraña intención política a la misiva teresiana, cuando lo que a ella le duele en el fondo del alma es únicamente el hecho de la guerra: ‘en tiempo que hay tan pocos cristianos, que se acaben unos a otros es gran desventura’ (ib 7). g/ Todavía un último episodio: es ya el postrer año de T. Está en Burgos, con sus monjas y con Gracián. Sabe que éste ha tenido que viajar a Portugal para tramitar en la corte las decisiones pontificias sobre la autonomía de los descalzos. Sabe que el rey ha fijado momentáneamente su corte en Lisboa. En Lisboa está también la primera mesnada de misioneros carmelitas destinados al Congo. Ella les envía un saludo de despedida. Desde Burgos escribe cartas a Lisboa para obtener del nuncio papal el permiso para tener misa en el nuevo Carmelo burgalés, a pesar de las negativas de su pariente el arzobispo (cta 436). Es ya una de las últimas cartas que escribe la Santa.