Es el segundo jesuita director espiritual de la Santa. De él habla ésta en Vida 24. Nació en 1529 en Logroño (La Rioja), donde cursó los primeros estudios, que luego prosiguió en Salamanca. Aquí ingresó en la Compañía el año 1552. Continuó todavía sus estudios en la universidad salmantina hasta 1555, año en que viene a Avila, ya sacerdote, nombrado vicerrector de San Gil, cargo que desempeñará tres o cuatro meses. Cuando el P. Cetina se aleja de Avila (cf V 24,4), la Santa recurre al P. Prádanos, quien será su confesor entre 1555 y 1558, algo más de tres años. De Avila pasa a otros colegios de la Compañía: Medina y Valladolid. En este último reside la mayor parte de su vida pastoral, desde 1564 a 1597, año de su muerte. Fue enfermo crónico. Ya estando en Avila, en 1557, sufre un probable ataque cardíaco que lo obliga a retirarse a Aldea del Palo (no lejos de Toro), donde lo atiende la dueña de la casa, Dª Guiomar de Ulloa, y también la Santa, entonces monja de la Encarnación. De su presencia y eficiencia en la vida espiritual de ésta hablan copiosamente los capítulos 24 y 25 de Vida, aunque manteniendo el anonimato. Fue el P. Prádanos quien le facilitó en 1557 la entrevista con san Francisco de Borja, quien ‘después que me hubo oído, díjome que era espíritu de Dios y que le parecía que no era bien ya resistirle más… Yo quedé muy consolada’ (24,3). Prádanos la ayudó a aquilatar su afectividad (cf el relato emocionado de 24, 4-8), y asistió no sabemos si admirado o consternado al fenómeno de las misteriosas hablas místicas percibidas por Teresa (24,5; 25, 18 y passim). ‘Este Padre me comenzó a poner en más perfección’ (24,5). Ella le quedará tan agradecida que en 1576 lo recomendará a la priora de Valladolid, María Bautista: ‘muy de veras buen amigo es Prádanos: bien hace de tratar con él’ (cta 143,10). Y de nuevo a la misma: ‘Prádano me ha contentado mucho; creo que tiene gran perfección aquel hombre’ (164, 4). Sin embargo no incluye su nombre en la lista de jesuitas de la Relación 4,3. Cetina, Diego de.
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