Es el promotor económico de la fundación del Carmelo de Toledo. En F. 15,1 la Santa hace así su presentación: ‘hombre honrado y siervo de Dios, mercader, el cual nunca se quiso casar sino hacía una vida como muy católico, hombre de gran verdad y honestidad’. Ya en el lecho de muerte, dejó sus bienes para fundar ‘un monasterio destos’ (ib). Falleció el 31.10.1568, y fue enterrado en la iglesia de Santa Justa, en Toledo. Lo recuerda Rubeo en su carta a la Santa (24.9.1570), aprobando la fundación del Carmelo toledano (BMC 1,104). Ejecutor de lo proyectado fue su hermano Alonso A. Ramírez (F 15,2). A éste escribe la Santa en 1571: ‘No entiendo la causa por qué no se pasa el cuerpo del señor Martín Ramírez’ al templo del Carmelo, ‘hágame saber la causa, suplícoselo’ (cta 31,3). Para esas fechas ya había cobrado ella especial cariño al homónimo de don Martín, su sobrino-nieto el célebre ‘Martinico’, del que ella escribe: ‘Mucho me contentó el señor Martín Ramírez’ (cta 28,3). Es ‘un angelito…, nuestro patrón’ (cta 31,4). Según testimonio de la B. María de Jesús (el ‘Letradillo’), cuando T regresaba a Toledo, ‘decía a las porteras…: siempre que venga Martinico, me llamen y no le despidan, porque me huelgo de hablarle, que es muchacho de muchas virtudes… Yo le he dicho que …estudie para que pueda servir mucho a nuestro Señor con sus letras, que ha de ser luz de la Iglesia’ (cf HCD, 3, 246, nota). Martinico llegó a ser catedrático de la Universidad de Toledo más de treinta años. Falleció el 9.10.1625. Y de él se inició el proceso de beatificación. Cf BMC 5, 411-449.
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