Carmelita, provincial de Castilla, gran colaborador de T desde los comienzos de la fundación de San José de Avila (1561/ 62) hasta su proceso de canonización (1595). Nació en Herrera de Valdecañas (Palencia, entonces diócesis de Burgos). Joven aún, ingresa carmelita (1535) y profesa un año después en el convento de Los Valles (prov. de Burgos, del que hoy apenas quedan unas ruinas). Cursa estudios en Salamanca, y pronto comienza a ejercer cargos de gobierno en su provincia religiosa. Prior de Toledo (1555), prior del Carmen de Avila (1559), provincial de Castilla (1560), visitador de la provincia de Portugal en 1563; al año siguiente, 1564, asiste en Roma al capítulo general en que es elegido Rubeo superior general de la Orden. Continúa de provincial hasta 1567, año en que le sucede en el cargo el P. Alonso González (12.4.1567), mientras que el P. Angel reitera su cargo de prior del Carmen de Avila. Es reelegido provincial en 1571, y confirmado en el cargo por el P. General en 1574. No asiste al capítulo general de Piacenza (1575), ausencia de la que él se lamentará más tarde. Nuevamente es nombrado provincial en 1579 por el P. General, Caffardo, y ese mismo año el nuncio Sega lo designa vicario general de los descalzos y descalzas de Castilla y de Andalucía (1.4.1579). Todavía en 1592 es elegido provincial de Castilla; presenta su renuncia al cargo en 1593, y le es aceptada por el capítulo general de Cremona. En 1595 depone como testigo en el proceso de canonización de la Madre Teresa ante el tribunal de Valladolid. Muere poco después (1596/1597?).
En vida del propio P. Angel, resumía Gracián su participación en la obra teresiana con este elogio: ‘Es bien que se agradezca a este siervo de Dios, fr. Angel de Salazar, que… desde que el nuncio le dio la comisión de Comisario nuestro, hasta que se hizo capítulo y se fundó nuestra Provincia, siempre gobernó las monjas haciendo todo lo que le ordenaba la M. Teresa de Jesús’ (Escolias…, EphCarm 32.1981, p. 404). Sus intervenciones en la obra de la M. Teresa comienzan con la fundación de San José de Avila, siendo él provincial. En un primer momento, Salazar apoyó el proyecto: ‘vino muy bien en ello, que es amigo de toda religión… y díjole que él admitiría la casa’ (V 32, 13), pero ante el alboroto de la ciudad, retiró su apoyo (V 32 15). Acepta el ‘discuento’ (las razones) de la Santa ante su comunidad de la Encarnación por haber fundado San José (V 36,14) y le da licencia para regresar a este convento (ib. n. 23). Da su aprobación para el comienzo de los descalzos (F 13,6). Es él quien acompaña a la Santa en su ingreso como priora en la Encarnación (1571). Se enfrían sus relaciones con la M. Teresa en los años borrascosos de 1575-1578. El P. Angel evita el carteo con ella. Sobre todo a partir del capítulo general de Piancenza: es el momento en que la Santa se queja de las actuaciones de Salazar acerca de ella: que haya publicado en la Corte de Madrid lo decidido, incluso que haya propalado ‘que vine apóstata y que estaba descomulgada. Dios le perdone… Nunca acaba de estar bien conmigo’ (cta al P. Rubeo: enero 1576, n. 13.15; y cta de oct. 1578, n. 3). Pero las sucesivas actuaciones del P. Angel subsanan y realzan la mutua estima: ‘es muy bueno el prelado que ahora tenemos’ (cta a Gracián: 10.6.1579). ‘No puede vuestra paternidad (Gracián) creer lo que le debo. Es extremo la gracia que me muestra’ (cta a Gracián: 12.12.1579, n. 11). El le reconoce reiteradamente el título de ‘Madre Fundadora’, al extender la patente para erigir el carmelo de Villanueva de la Jara (19.11.1579: MHCT 2, 139). Con él proyecta T la anhelada fundación de carmelitas en Madrid (cta a Gracián: 12.2.1580, n. 3). Por fin, prolonga durante ocho días su visita al carmelo de Segovia y a la propia M. Teresa en junio de 1580 (cta a Lorenzo de C.: 19.6.1580, n. 2). Por afecto a la Santa, visita en un momento difícil a su sobrino Francisco, que ha abandonado el hábito de descalzo y se ha casado precipitadamente en Madrid (cta a Gracián: 12.3.1581, n. 3). Al mismo Gracián le recomienda la gratitud para con el P. Salazar, cuando por fin ha llegado a buen puerto la erección de provincia de los descalzos: ‘Vuestra reverencia también escriba a fray Angel que se le debe agradeciéndole lo bien que lo ha hecho con él, y que siempre le ha de tener por hijo (fray Angel a Gracián), y ¡mire que lo haga!’ (cta a Gracián, de febr. 1581, n. 6). Efectivamente, después de muerta la Santa, Gracián nos dejará el perfil de fray Angel en estas palabras: ‘hombre prudentísimo y de mucho valer’ (Peregrinación de Anastasio, diálogo 2º: BMC 17, 93).
A su vez, el P. Angel rinde un admirado testimonio a favor de T después de muerta ésta, en el proceso de canonización de Valladolid, 1595: ‘A la primera pregunta dijo este testigo: que conoció muy bien a la dicha madre Teresa de Jesús…, a la cual conoció por tiempo y espacio de más de 40 años… Y también conoció este testigo a la madre de la dicha madre Teresa de Jesús…’ (BMC 19, 1). Conoció el espíritu y santo celo de la Madre T, leyó sus libros ‘mucho antes que se imprimiesen’ (ib p. 4), aprobó las constituciones iniciales de la Santa, la trató y ‘examinó su conciencia y espíritu, no sólo como prelado sino como confesor que la administró muchas veces los santos sacramentos’ (ib. p. 2), y ‘este testigo, después de haberla comulgado algunas veces, la vio quedarse en éxtasis arrebatada y fuera de sus sentidos’ (ib.), incluso en alguna ocasión ‘le pareció que (ella) hablaba con movimiento particular del Espíritu Santo’ (ib. p. 3). ‘El largo discurso de tiempo (que la trató)… nunca vio ni oyó de ella cosa que discrepase de esta perfección’ (ib. p. 2). El P. Angel no nos ha legado ninguna de las muchas cartas que le escribió la M. Teresa.
BIBL. Pablo Mª Garrido, Ocarm., Santa Teresa, san Juan de la Cruz y los carmelitas españoles. Madrid 1982, pp. 42ss.; El hogar espiritual de Santa Teresa. Roma 1983, pp. 153 ss; Provinciales de Castilla contemporáneos de santa Teresa… Carmelus 40 (1993) 140-153; G. Wessels, Acta C. G. 1, 538.