Caballero abulense. Destinatario de uno de los primeros escritos de la Santa (V 33, 14). Llamado por ella ‘el caballero santo’ (V 23,6; 32,18…), ‘este santo’ (ib 10), ‘es alma temerosa y santa’ (V 30,6). Fue uno de los grandes colaboradores de T; primero, en el esfuerzo de discernimiento personal, luego en su empresa de fundadora. ‘Este bendito y santo hombre, con su industria, me parece fue principio para que mi alma se salvase’ (V 23,7). En ese mismo capítulo (nn. 6-8) hace la Santa su semblanza.
Nacido en Avila, estaba casado con una pariente de T, doña Mencía del Aguila. Estudió teología en los dominicos de Santo Tomás de Avila. Muy dado a la oración: cuando ella escribe Vida, hace ‘poco menos de 40 años que [él] tiene oración’ (V 237). Al enviudar en 1570, se ordenó de sacerdote en la diócesis de Avila. En los últimos años de su vida estuvo envuelto en un ruinoso pleito, que diezmó sus finanzas (cf cta 123). Murió el 12.9.1580.
De su intensa relación con la persona y la obra teresiana, podemos destacar los siguientes aspectos: a/ a él acude la Santa en el momento primero de su crisis mística, para él y Daza escribe la primera Relación espiritual de que tengamos noticia (‘relación de mi vida y pecados lo mejor que pude por junto, que no confesión, por ser seglar [Salcedo]…’: V 23,14) y a él encomienda la búsqueda de un buen director espiritual (V 23), hasta ponerla al habla con san Francisco de Borja (V 24,3); b/ apoyará incondicionalmente el proyecto de fundación del Carmelo de San José: era al caballero santo ‘a quien en todo acudía [ella], como el que más en ello hacía’ (V 36,21); c/ cuando fray Juan de la Cruz prepara la fundación de Duruelo, ella lo presenta y recomienda a Salcedo; escribe a éste: ‘Hable vuestra merced a este padre [fray Juan], suplícoselo, y favorézcale en este negocio’ (cta 13,2); igualmente recomendará a Lorenzo de Cepeda, años más tarde, ‘siga el parecer de Salcedo, y no andará con esos pensamientos…’; ‘todas esas cosas trate con Francisco de Salcedo, que en eso temporal yo le doy mis veces’ (cta 172,11-12); d/ Hacia 1571, cuenta ella en la Relación 17 un episodio eucarístico, cuyo desenlace es la percepción de que el sacrificio de la misa celebrada por Salcedo ‘le era aceptable’ al Señor; e/ ese mismo año, a 13 de julio de l571, Salcedo será uno de los asistentes al acto íntimo de la nueva profesión religiosa de Teresa, en la ‘renuncia a la Regla mitigada’, ordenada por el Visitador Pedro Fernández, y como tal testigo firmará al pie de dicha ‘Renuncia’ (Apuntes 12); f/ de nuevo intervendrá él en otro episodio íntimo y humorístico, el Vejamen, ya a principios de 1577. También él responde al lema teresiano ‘búscate en mí’, glosándolo con una serie de textos bíblicos, como el verso del Salmo: ‘oiré lo que habla Dios en mí’; pero en la contrarrespuesta de T quedará ‘vejado’ como sus otros glosadores; en su caso, ella humoriza apuntando con llevarlo al tribunal de la Inquisición (Vejamen, 2), broma que no fue del total agrado del Caballero santo (cf cta 182, 11-12); g/ al morir, Salcedo dejará sus bienes, ya demasiado mermados, al Carmelo de San José (cta 427,6). Ya antes había hecho construir, en el lugar donde estuvo la primera iglesita del monasterio, la ‘capilla de San Pablo’, terminada en 1579 y en cuyo pavimento yacen hasta hoy los restos del ‘caballero santo’ (cf la escritura de fundación, en la BMC 2, 223-227). Ayudó económicamente a la Comunidad (Apuntes, 16). Para el culto y capellanes de dicha capilla, Salcedo había proveído un legado que la Santa tendrá que defender por escrito, cuando alguien quiera dar a dicho legado otro destino. (Puede verse ese escrito teresiano al final de las ‘Obras’, en el ‘Apunte18’, en que la Santa quiere a toda costa ser fiel a ‘la voluntad’ de Salcedo).
En resumen, de él escribió T: ‘le debo mucho!’ (cta 143,9). ‘No sé si podré afirmar que es la persona que más debo en la vida de todas maneras, porque me comenzó a dar gran luz, y así le quiero muy mucho’ (cta 142,2).