A Teresa se le fue la mano al escribir la fundación del Carmelo de Sevilla. A ninguna otra le concedió tan amplio espacio en el Libro de las Fundaciones. Comienza, al menos intencionalmente, en el capítulo 23, ‘en que trata de la fundación del monasterio del glorioso San José del Carmen en la ciudad de Sevilla’, y le dedicará otros tres capítulos: cuatro en total. Ha sido importunada para que se alargue más en éste (F 24,3). Escribe en Toledo, de regreso de Andalucía. Y se resiente de añoranza. Prueba de ello, las numerosas y extensas cartas que desde ahí envía al Carmelo sevillano, fundado hace apenas un año.
En su relato comienza contando el viaje, desde Beas a Sevilla, emprendido por pura imposición del Comisario Gracián. Viaje lleno de peripecias. Lo hace con seis monjas, tales que ‘se atreviera a ir con ellas a tierra de turcos’ (F 24,6). El Guadalquivir les juega una mala pasada, y casi da al traste con los carromatos de la caravana. ‘La calor era mucha’, y T se les enferma y no halla dónde guarecerse de aquel sol canicular. Al recordarlo, advierte a las lectoras: ‘Habéis de mirar que [aquel sol] no es como el de Castilla, sino muy más importuno’ (F 24,8). Gran apuro al entrar en Córdoba: los carros ‘no cabían por la puerta de la puente’ (F 24,12). Fervores y decisiones excepcionales en una ermita de las cercanías de Ecija, porque era la fiesta del Espíritu Santo: Pentecostés, siempre emotivo para Teresa. Ella no quiere acordarse de los espadachines pendencieros de ‘la venta de Albino’.
Por fin, Sevilla. Todo habían sido promesas. Pero promesas en el aire. En Sevilla no hay licencia del arzobispo para la fundación. Teresa y sus monjas están a punto de reemprender viaje, camino de la fundación de Caravaca, que ha quedado pendiente. Por fin, el Prelado accede a entrevistarse con la madre fundadora, y obviamente se rinde y le permite hacer ‘lo que quisiese y como quisiese’ (F 24,20). Gran fiesta el día de la inauguración, ‘con tiros de artillería y cohetes’ y fuegos de artificio, que a poco incendian la casa.
Cuando todo va viento en popa, sobreviene la denuncia de T y de sus monjas a la Inquisición de Sevilla. Gran susto del padre Comisario, Jerónimo Gracián. Ni sombra de miedo en ella. Al contrario, la visita de los inquisidores al nuevo Carmelo de la ciudad trae su porción de fortuna: para uno o dos de los consultores del Santo Oficio, Teresa pone por escrito las cosas de su alma, y hasta nosotros llegan aquellas preciosas confidencias, la Relación 4ª, que comienza Esta monja ha cuarenta años que tomó el hábito…, y la Relación 5ª, que nos ofrece algo así como un preludio del Castillo Interior. Escribe para los dos inquisidores, pero sin caer en la trampa o en la impertinencia de responderles a preguntas capciosas, de si se le ha revelado a ella ‘adónde está el paraíso terrenal’ (R 5,24), y otras no menos insulsas. En resumen:
había salido de Beas el 18 de mayo de 1575.
por Córdoba pasa el 23 de mayo.
el día siguiente, pausa de descanso en la ermita de Santa Ana, en Ecija. (Pentecostés había sido el día 22).
llega a Sevilla el día 26.
estrena fundación, a su modo, el día 29.
el 12 de agosto hacen puerto en Sanlúcar su hermano Lorenzo y familia, venidos de Las Indias. Pronto se presentan en Sevilla.
en noviembre otorga poderes para la fundación de Caravaca.
el 23.1.1576, los inquisidores de Sevilla informan sobre Teresa al tribunal de Madrid.
sin fecha, escribe las Relaciones 4ª y 5ª.
a T le llega la noticia de que los Inquisidores de Madrid y de Valladolid han incautado el autógrafo de Vida.
desde Castilla le llega la falsa noticia de haber sido ‘descomulgada’ por el capítulo general de la Orden en Piacenza (Italia).
T escribe importantes cartas al P. General, J. Bautista Rubeo (ctas 83.102).
3 de junio, solemne inauguración de la nueva casa (F 25,12).
4 de junio: por fin, emprende el viaje de regreso a Castilla, tras un año de permanencia en Sevilla (F 26,1).
Bibl. Documentación, en BMC 6, 218-253; María de san José (Salazar), Libro de recreaciones, Recr. 8-9; M. Luisa Cano Navas, El convento de San José del Carmen de Sevilla. Estudio histórico-artístico, Sevilla 1984; I. Bengoechea, Sevilla, Teresa de Jesús y la Virgen María, EstMar 48 (1983), 501-510; A. Huerga, Santa Teresa de Jesús en el ‘infierno’ de Sevilla, en «TeolEsp» 26 (1982), 229-250.
F. Domingo