Eremitorio en la soledad de Sierra Morena, provincia de Córdoba, donde hicieron vida ermitaña, entre otros, los italianos Ambrosio Mariano Azzaro (de san Benito) y Juan Narduch (de la Miseria) en la década de 1560, antes de encontrarse con santa Teresa en Madrid (1569), cuando viajaban a Roma para poner a salvo el eremitorio. Este había sido erigido hacia 1557 por el P. Mateo de la Fuente, a quien la Santa presente así: ‘tenían un hombre muy santo por mayor, que llamaban el P. Mateo’ (F 17,8). Y se entusiasma con la vida que hacían los ermitaños: ‘Tenía cada uno su celda y aparte, sin decir oficio divino, sino un oratorio adonde se juntaban a misa. Ni tenían renta ni querían recibir limosna ni la recibían, sino de la labor de sus manos se mantenían, y cada uno comía por sí, harto pobremente. Parecióme, cuando lo oí, el retrato de nuestros santos Padres’ (ib). Se regían por la Regla de San Basilio y estaban bajo la jurisdicción del obispo de Sevilla, Cristóbal de Rojas. Al suprimir Pío V el status de los ermitaños con la constitución ‘Lubricum genus’ (17.11.1568), Ambrosio Mariano y Juan Narduch se alejaron del Tardón. Años después el P. Mateo regularizó la situación poniendo en marcha una congregación de Basilios. En 1577 Gregorio XIII dispuso que los solitarios renovasen la profesión como miembros de la familia basiliana, que en su forma definitiva sería aprobada el siglo siguiente (23.9.1603) por Clemente VIII con el breve Altissimi dispositione. Mateo de la Fuente.
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